Skylab 4 y el

Hace casi medio siglo, los tres astronautas a bordo de la misión espacial Skylab 4 se enfrentaron con los controladores de la misión. Poco después de su regreso, comenzaron a circular informes de que se los astronautas se habían declarado en huelga, que había ocurrido un “motín en el espacio”. Pero Ed Gibson, el único del equipo que sigue vivo, dice que la idea de que ellos dejaron de trabajar es un mito.

Bill Pogue se enfermó poco después de que los tres astronautas llegaran a la estación espacial.

Fue una sorpresa porque Bill había sido apodado “Iron Belly” (vientre de hierro) durante el entrenamiento en el Centro Espacial Johnson en Houston, Texas.

Podía tolerar infinitamente sentarse en una silla que giraba rápidamente mientras movía la cabeza hacia atrás y hacia adelante y de lado a lado, sin marearse.

Pero esta era la primera vez que los tres hombres habían estado en el espacio y, evidentemente, la resistencia al mareo por movimiento en la Tierra no significaba mucho allá arriba.

El comandante Jerry Carr sugirió que Bill se comiera una lata de tomates para calmar sus molestias de estómago.

Ed Gibson estaba sentado entre sus dos compañeros y recuerda la lata flotando de izquierda a derecha delante de sus ojos.

“Entonces escucho unos ruidos extraños provenientes de Bill y una bolsa de vómito flotando de derecha a izquierda”, describe.

“Estábamos desanimados porque sabíamos que teníamos mucho trabajo por hacer y fue entonces cuando cometimos nuestro primer error”, cuenta.

Ed tiene ahora 84 años y la misión Skylab 4 comenzó en noviembre de 1973, pero el tiempo no ha borrado sus recuerdos más vívidos: la Tierra desde el espacio, la corona resplandeciente del Sol y el silencio de una caminata espacial.

Es el último de los astronautas capaz de compartir la historia porque Jerry Carr y Bill Pogue murieron, Carr el verano pasado y Pogue en 2014.

La estación espacial Skylab era una plataforma de investigación en órbita donde los astronautas ayudaban a los científicos a estudiar la respuesta del cuerpo humano a los vuelos espaciales, llevaban a cabo experimentos y observaban el Sol y la Tierra.

Skylab 4 era la misión final y, como resultado, tenía una larga lista de tareas que cumplir.

La misión de 84 días, la más larga hasta ese momento, tenía un calendario ajustado.

A NASA le había preocupado mucho que alguien se enfermara, pues implicaría perder un tiempo precioso.

La NASA reconoce que los planificadores de la misión no le dieron a la tripulación el período típico de ajuste para aclimatarse a trabajar sin gravedad en órbita y habían llenado sus horarios con grandes cantidades de trabajo.

El número de caminatas espaciales también se duplicó, a cuatro, para observar un cometa recién descubierto, el Kohoutek.

Así que los astronautas ya estaban bajo presión cuando tomaron esa primera mala decisión.

“Queríamos organizarnos antes de que comenzara el gran revuelo en Tierra, así que decidimos retrasar comunicarles que Bill estaba enfermo”, dice Ed.

Pero habían olvidado que todo lo que decían a bordo se estaba grabando y que el control de la misión estaba escuchando.

No pasó mucho tiempo antes de que la voz del jefe de la Oficina de Astronautas, Alan Shepard, llegara a la radio desde el control de la misión, un intercambio que también se transmitió al público.

“Se puso en línea y nos regaño”, cuenta Ed. “Al estaba bien, simplemente no nos gustaba que nos regañaran frente a todo el mundo”.

Shepard había sido el primer estadounidense en viajar al espacio, una hazaña que llevó a Ed a cambiar su ambición infantil de volar en aviones a volar en cohetes y luego aterrizó en la Luna como comandante del Apolo 14.

Mientras estaba allí, había jugado al golf, y la idea de que “el tipo que estuvo jugando al golf en la Luna, estaba regañándonos” por una violación del protocolo le pareció muy irónica a Ed.

Se preguntó qué habrían pensado sus amigos y familiares todo esto. No fue un buen comienzo y sentó las bases para una mayor tensión entre la tripulación y el control de la misión.

El personal en tierra no había llegado a conocer a esta tripulación tan bien como a sus predecesores, porque habían estado ocupados supervisando la primera y la segunda misión mientras los astronautas del Skylab 4 se preparaban para la suya.

“Realmente no logramos una buena relación de trabajo”, reconoce Ed.

Cada contacto comenzaba con un bombardeo prolongado de preguntas, instrucciones y demandas, dice el astronauta, además de la lista detallada de instrucciones del control de la misión que llegaban a través del teletipo cada mañana.

Todas las misiones espaciales se llevan a cabo rigurosamente, pero estos niveles inusualmente altos de microgestión fueron los que llevaron al llamado “motín”.

El astronauta contó que una mañana recibieron una larguísima lista de instrucciones que debían entender y dividirse.

Luego hubo una sesión informativa matutina en la que se esperaba que todos participaran por radio, lo que les tomó otra media hora de su día.

“Cualquiera que haya sido ‘microgestionado’ sabrá que es insoportable por una hora, pero intenta vivir así las 24 horas del día, teniendo una jornada diseñada minuto a minuto”, dice Ed.

“No fue constructivo y estábamos haciendo las cosas sin poder usar nuestro propio poder de decisión”, añade.

Al ejercer presión adicional sobre el horario, los encargados del plan de vuelo también habían aumentado el régimen de ejercicio diario de una hora a 90 minutos, y Ed realmente disfrutaba tener este tiempo extra para hacer ejercicio.

“Fue un verdadero alivio estar en una bicicleta y sentir que la sangre de la parte superior del cuerpo bajaba a las piernas. Me hizo darme cuenta de lo incómodo que era no tener gravedad que retuviera la sangre hacia las extremidades inferiores”, detalla.

Con Bill todavía enfermo, trabajaron turnos de 16 horas para tratar de mantenerse al día con las listas de tareas pendientes y se saltaron los días de descanso durante el primer mes.

Sabían que se harían comparaciones con la tripulación anterior, Skylab 3, que por hacer más de lo esperado, se ganó el apodo de “la tripulación al 150%”.

Hasta habían tenido tiempo de hacer algunos maniquíes de sus sucesores y vestirlos con los trajes espaciales que esperaban almacenados: uno estaba sentado en una bicicleta estática, recuerda Ed y otro en el baño.

“Nos reímos mucho”, recuerda.

Pero estaban tan ocupados que los maniquíes no fueron desmontados durante algún tiempo. Ed recuerda los sustos que se llevaban a veces al verlos de reojo.

“Era como si otros humanos estuvieran allí con nosotros”, describe.

Con la moral baja y con exceso de trabajo, la tripulación comenzó a retrasarse y sus solicitudes al control de la misión para aliviar su agenda no fueron atendidas.

“Fue entonces cuando cometimos nuestro segundo error”, afirma Ed sobre el llamado “motín”, aproximadamente a la mitad de la misión.

Los tres astronautas decidieron que solo uno de ellos tenía que sintonizar la sesión informativa matutina y que la tomarían por turnos.

“Eso funcionó muy bien, excepto que en nuestra condición de fatiga allá arriba, un día se cruzaron nuestras señales y no hubo nadie escuchando”.

Los astronautas estuvieron fuera de comunicación durante una órbita completa de la Tierra, unos 90 minutos. En aquellos días, la comunicación solo era posible durante los 10 minutos en los que Skylab pasaba por encima de las estaciones de control terrestres en la Tierra. Esto tuvo lugar antes de que la comunicación satelital constante y sin interrupciones estuviera disponible.

“La palabra ‘motín’ llegó a la velocidad de la luz por toda la sala de control y a los medios de comunicación que se deleitaron con eso”, cuenta Ed.

“En la Tierra lo interpretaron como una huelga. Pero no fue intencional, fue nuestro error. Los medios crearon este mito que ha estado flotando por ahí desde entonces y simplemente hemos tenido que vivir con él”.

Para Ed, la idea no tenía ningún sentido. “¿Qué íbamos a hacer? ¿Amenazar con vivir en la Luna?”

En un artículo reciente, la NASA ofreció una interpretación diferente del origen de la historia del motín, sugiriendo que la confusión podría haber surgido por un día libre que la tripulación tuvo en ese momento, que se habría ganado legítimamente después de que Jerry y Bill completaran siete horas de caminata espacial el día de Navidad.

Al final del día, CAPCOM (el comunicador de cápsulas) Richard Truly llamó en broma a la tripulación: “Oigan, si quieren, supongo que pueden tomarse el día libre mañana”, refiriéndose al 26 de diciembre.

“Mañana tendremos nuestro servicio de contestador”, respondió Jerry Carr en broma.

Según dijo Jerry en 2000, la tripulación se sintió repuesta por el día libre, pero se descuidaron con las radios. No hay nada que sugiera que el día libre se tomó sin permiso.

Las transcripciones de las conversaciones con el comando de control sugieren que, como mucho, hubo un par de horas sin comunicaciones, nada lo suficientemente largo como para merecer la etiqueta de “motín”.

Con huelga o sin huelga, las tensiones entre la tripulación y el control eran reales. Se convocó una reunión de crisis entre las dos partes el 30 de diciembre.

“Fueron dos órbitas muy tensas de discusiones”, asegura Ed. Ambas partes expresaron sus frustraciones y el control en tierra acordó aflojar la supervisión del programa y dar a los astronautas un poco más de autonomía.

Jerry se refirió más tarde a ese momento como “la primera sesión de sensatez en el espacio”.

Las cosas mejoraron drásticamente a partir de eso. No solo aumentó la productividad, sino que comenzaron a disfrutar de estar en el espacio.

La especialidad de Ed es la física solar y amaba pasar sus días libres estudiando el Sol a través del Apollo Telescope Mount (ATM).

También pasó un tiempo mirando por la ventana y contemplando la Tierra.

“La Tierra es un lugar hermoso y llegué a conocerlo como la palma de mi mano. Pienso en la suerte que tuvimos de poder hacer eso”, analiza.

Cada tres días podía hablar con su esposa y sus cuatro hijos por unos minutos y esto era un momento precioso.

Recuerda haber pasado por Estados Unidos y haberle descrito la costa y el clima con cierto detalle a su hija de 5 años. Ella escuchó y dijo: “Papá, tengo una pregunta: cuando regreses, ¿podemos ir a jugar a los bolos?”.

“Me trajo de regreso a la Tierra y me hizo dar cuenta de que estábamos en un mundo totalmente diferente allí”, recuerda. La familia Gibson todavía hoy se ríe de eso.

La tripulación del Skylab 4 aterrizó en el océano Pacífico el 8 de febrero de 1974, cinco días después de completar su cuarta y última caminata espacial.

Regresaron con un récord de productividad que superó incluso el del 150% de la tripulación, a pesar de la gran carga de trabajo que se les había dado.

“Estoy orgulloso de que hicimos un buen trabajo, que motivó a la NASA y la preparó para construir la Estación Espacial Internacional”, dice Ed.

Ellos no sabían de la historia del motín hasta que regresaron a la Tierra.

La historia realmente cobró vida propia cuando un artículo de la revista New Yorker en 1976 se refirió a “una especie de huelga de brazos cruzados en el medio de la misión”.

La Escuela de Negocios de Harvard construyó un estudio de caso sobre los peligros de la microgestión (micromanagement, en inglés) llamado “Strike in Space”, que obtuvo el artículo de New Yorker.

La historia persiste en algunos informes más recientes, donde el incidente se conoce como “el motín en el espacio”.

Desafortunadamente, una versión también apareció en el obituario del New York Times de Bill Pogue en 2014.

¿Cómo se siente Ed al saber que eso es lo que la gente cree que sucedió?

“No es muy divertido haber entrenado mucho, hacer un buen trabajo y luego que una historia así sobre nosotros se recuerde para siempre”, opina.

“Cada vez que alguien habla de ese vuelo surge la huelga. Estoy seguro de que Dios me preguntará cuando llegue al cielo, si es ahí donde voy, sobre lo que pasó”, bromea.

Sorprendentemente, dice, en los últimos 48 años solo otro reportero se ha puesto en contacto con el equipo de Skylab 4, además de la BBC, para pedirles su relato de lo sucedido.

Además de dos novelas espaciales, él escribió un libro que ofrece su versión, “We Enter Space”, pero todavía está buscando un editor.

Ninguno de los tres astronautas volvió al espacio. Fue el último vuelo tripulado de la NASA en una década.

Pero Ed se quedó en el programa espacial y ayudó a seleccionar y entrenar a otras tripulaciones.

Finalmente se hizo amigo de algunas de las personas en el control de la misión.

Y está de acuerdo en que este episodio contiene algunas lecciones sobre microgestión.

“Nuestra misión demostró que la microgestión no funciona, excepto en una situación como el despegue o el reingreso, que así lo exige”, dice Ed.

“Afortunadamente, esa difícil lección se transmitió a futuros vuelos espaciales y tripulaciones”.

POR BBC MUNDO