Hola mis amados lectores y lectoras, espero que estén de mega lujo. Para empezar, quiero dejar claro que el siguiente escrito será para algunos un poco descabellado, para otros una locura completamente, para unos más una ridiculez, pero para los más sensibles y estudiados algo que dejará un buen sabor de boca.
Los que saben dicen que todos y cada uno de nosotros no somos más que energía, es decir, no morimos en realidad, nos convertimos en energía, lo que muere es el cuerpo que tenemos, pero nuestra energía se convierte en otra cosa. Además, lo que estudian dicen que todos aquellos que nos rodean, afectan mi casa emocional, es decir, familia, amigos, compañeros de trabajo, de religión, club social, vecinos, etcétera, todos y cada uno de ellos afectan mi energía para bien o para mal, pero la mueven.
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Y existen los más osados, aquellos que dicen que no sólo nuestros compañeros de camino afectan nuestra energía, sino también las cosas que poseemos y que no prestamos atención pueden quitarnos o darnos energía, y eso para muchos es una locura, pero para los que vivimos esto en consulta y claro, los que sabemos hacerlo podemos constatar que es verdad cada una de sus palabras. Les cuento dos casos.
La señora de la mierda
Cierto día me llegó al consultorio una señora que se sentía fatal, su vida estaba hecha una mierda (palabras de ella) y comencé la entrevista, en el proceso de ella no veía nada de su salud y su ecología emocional mal, hasta que le pregunté ¿platícame cómo es el ambiente en tu colonia? Ella me dijo, pues el ambiente está bien, los vecinos son gente buena, pero desde hace meses que el agua del drenaje se salió y el ayuntamiento no resuelve nada, ¿desde hace cuántos meses? −pregunté− hace nueve meses, y entonces vino mi pregunta que me llegó y a ella también a obtener la respuesta de sus males ¿cuándo comenzaron los problemas de dolor de cabeza? Hace nueve meses −me dijo− y le cayó el veinte, su vida estaba hecha una mierda porque ella olía mierda todo el día y la noche, le dije cámbiate de casa, vete a vivir con algún familiar por un tiempo y en tres meses te veo, la volví a ver en el tiempo dicho y bingo ella estaba muy bien; ahora viene el segundo paso, sin cambiarte de casa −le dije− con los vecinos hagan cartas al municipio para que eso se arregle, una por semana, para que digan al fin y por enfado (aunque es su trabajo) ¡ya, arréglenlo! Y cuando pase eso me vienes a buscar, pasaron nueve meses para que el municipio arreglara eso, entonces me buscó, y me platicó todo y entonces le dije, estás dada de alta, no me necesitas más, por ahora sigue tu camino, con lágrimas en los ojos me dijo gracias, nadie me pudo dar respuesta hasta que vine aquí, y yo sólo le dije, es mi trabajo, y sonreí, pues fue genial.
Por una gotera
El segundo caso comenzó con una gotera, él llegó a mi consultorio devastado, había ido con algunos psicoterapeutas antes que conmigo, aunque para ser honesto fui el primero en la lista pero después de ver mis honorarios prefirió ir con algunos más baratos, pero como él dijo, “nadie me ayudó, no sabían que tenía ni cómo ayudarme”, entonces comencé con la entrevista, ya saben lo clásico, nombre, edad, fecha de nacimiento, dónde nació, etcétera, a primera mano parecía todo bien, hasta que llegamos a su ambiente, le dije, de casualidad ¿hay algo que esté dañado en tu casa, como el refri, el horno, tu auto, algo? Y me dijo, sí todo lo que me ha dicho, −entonces le pregunté− ¿Cómo empezó todo? Y me dijo, no recuerdo, haz memoria −le dije− ¡mmmm! Dijo, creo que con una gotera en la regadera, comenzó a gotear y la dejé pasar, después el agua sucia del baño comenzó a salirse por debajo, luego el otro baño, después el refri, el horno y ahora el pinc#$”he mueble (en Reynosa le dicen mueble a los automóviles, todavía no sé por qué).
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Ahí está el asunto de tus males −le dije, y pregunté− ¿de pura casualidad tus finanzas han caído? Me contestó con un sí, ¿no tienes clientes? −Pregunté− No −me dijo− entonces le dije a quemarropa, arregla la gotera y se van a comenzar a arreglar las cosas; al principio fue difícil hacerlo entender que era eso, pasaron tres meses para que él dejara su soberbia y creyera que algo tan simple era el problema, y entonces un día dijo pues a ver qué −eso pienso yo− y arregló la gotera, al siguiente día le cayó un cliente, y me habló emocionado, creía que era por la propaganda que había hecho y yo sabía que era por la gotera y le dije −arreglaste la gotera verdad− me dijo sí, y yo le comenté ese es el camino, síguelo, dos meses después había reparado todo y por cada cosa que arreglaba le llegaba un cliente, y me dice, no puedo creer que por una simple gotera jodí mi vida tanto, y yo le dije, claro a veces lo simple es lo que soluciona lo complejo, lo di de alta y ya no lo he vuelto a ver, pero me dejó un buen sabor de boca ayudarlo.
Así que mi pregunta es, si estás en caos, ¿qué gotera no puedes arreglar, o mejor dicho, no le poner atención? Componla y sana tu vida.
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Por lo demás, camina conmigo. Hasta la próxima.
