Obama acude al Congreso para intentar salvar la reforma sanitaria

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POR EL PAÍS

WASHINGTON.- Este miércoles, apenas un día después de que comenzara el curso legislativo en Estados Unidos, el presidente Barack Obama se encuentra reunido en el Capitolio con los legisladores del Partido Demócrata. Su objetivo es definir la estrategia que les permita defender una de las leyes más preciadas de su legado y más amenazadas por la futura presidencia de Donald Trump: la reforma sanitaria.

Obama se dispone a estudiar con los miembros de su partido “el progreso realizado gracias a la Ley de Salud”, según la Casa Blanca, “así como los peligros que supone la estrategia republicana para eliminar la reforma antes de proponer un reemplazo”. La líder de la mayoría demócrata en la Cámara, Nancy Pelosi, aseguró la semana pasada que el partido “está listo para pelear duramente” e impedir la eliminación del sitema sanitario.

Este martes, cuando el Senado todavía celebraba las sesiones de investidura de los nuevos cargos, la mayoría republicana presentó su propuesta para desmantelar la ley que desde 2010 se ha convertido en el centro de sus disputas con el presidente demócrata. Estos últimos seis años, las 40 votaciones que ha celebrado el Congreso para revocar la reforma avanzaban con la amenaza de veto de Obama. Dentro de tres semanas, cuando Trump asuma el poder, ya no será así.

El texto presentado este martes aprovecha una resolución para definir el presupuesto federal, por lo que necesitan de una mayoría de 60 votos con la que no cuentan. Este método les servirá para establecer los límites presupuestarios de la ley —que subvenciona públicamente algunos seguros— y dar las indicaciones necesarias a los comités que redactarán después cada una de las secciones de la nueva ley.

Trump lo celebró en Twitter recordando que algunas de las pólizas se han encarecido notablemente en los últimos años, como ya estaba previsto, y que “la gente necesita saber que Obamacare no solo no funciona, también es muy caro”.

La reforma sanitaria, sin embargo, cuenta con un amplio respaldo entre los estadounidenses, por lo que los republicanos pueden pagar un precio a largo plazo. Apenas uno de cada cuatro ciudadanos apoya eliminar la reforma en su totalidad y un 30% está a favor de ampliar sus provisiones, según datos de diciembre de 2016.

Los republicanos, además, carecen de una propuesta que responda a cuestiones como qué pasará con los 22 millones de asegurados por Medicare, si eliminan las ayudas a personas sin recursos, los 20 millones de personas que compraron por primera vez un seguro gracias a la reforma o cuál es el marco legal al que deberán atenerse las aseguradoras.

La legislación está articulada de tal manera que para eliminar las secciones clave, los republicanos necesitarán de una mayoría con la que no cuentan en el Senado. Esto les impedirá revocar el “mandato” que obliga a los estadounidenses a contratar una póliza o pagar una penalización anual. El presidente electo está además a favor de prohibir a las aseguradoras que nieguen pólizas a ciudadanos por condiciones médicas existentes antes de contratar el seguro o que los menores de 26 años estén incluidos en la póliza de sus progenitores.

Más allá de estas diferencias entre el futuro presidente y los miembros de su propio partido, los republicanos no han diseñado aún el sistema que supuestamente reemplazará a la reforma anterior. La lentitud de este proceso podría empujarles a adoptar medidas para satisfacer a su base más conservadora, como cambiar el sistema Medicare, que da cobertura médica a ciudadanos sin recursos. Eliminarlo automáticamente conlleva un importante riesgo sanitario, económico y político, ya que 22 millones de personas quedarían automáticamente sin cobertura.