Nobel mexicano, plantador de signos

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Por Excélsior

CIUDAD DE MÉXICO.- El poeta Octavio Paz (1914-1998) “fue un plantador de signos que él mismo cosechaba”, piensa Marie José Tramini. Tras vivir con él durante 34 años, presenciar su proceso creativo y estudiar su obra, la viuda del escritor mexicano quiere que esos signos sean leídos por las nuevas generaciones, que no se pierdan ni se olviden.

Por esta razón, en el marco de los 50 años del ingreso del Nobel de Literatura 1990 a El Colegio Nacional (Colnal), el 1 de agosto de 1967, y de la publicación en México de la segunda edición de El arco y la lira, el 30 de octubre de ese mismo año, Marie-Jo Paz decidió reeditar dos ensayos clave que “prefiguran el desarrollo de su pensamiento poético”.

Se trata de Poesía de soledad y poesía de comunión, un texto temprano, “de fervor apasionado”, que el joven Paz escribió en 1943, cuando tenía 29 años de edad, publicado en agosto de ese año por la revista literaria El Hijo Pródigo; y Los signos en rotación, creado durante 1964 en la India y dado a conocer de manera independiente, primero, en 1965 por la editorial argentina Sur.

Este segundo ensayo fue incorporado como epílogo por el ensayista y diplomático mexicano, ese mismo 1965, a la primera edición francesa de El arco y la lira (L’Arc et la lyre); y, dos años después, en 1967, a la segunda edición mexicana de esta obra (la primera salió en 1956, editada por el Fondo de Cultura Económica).

Ahora, detalla en entrevista el editor Alejandro Cruz Atienza, estos dos ensayos y “la breve historia a su alrededor”, reflejada en cartas y textos de crítica, dan cuerpo a la edición especial en pasta dura y portada color turquesa de Los signos en rotación, que acaba de publicar el Colnal.
“En estos textos se observa cómo se transforma y se desarrolla la concepción de Paz sobre la relación de la poesía y el mundo, de la poesía y la historia, la poesía y el lenguaje”, afirma el director editorial del organismo que aglutina a los 40 pensadores, artistas y científicos vivos más importantes del país.

Explica que la creadora y directora de esta propuesta es la viuda del poeta. “Fue un trabajo muy intenso y gratificante con ella y hubo un diálogo rico y fértil entre los colaboradores”.

La propia Marie José Paz apunta, en el prólogo del libro, que celebrar estos 50 años tiene algo más que condecorar una fecha. “Es, sobre todo, una oportunidad para mostrar cómo la creación de Octavio siguió siempre una precipitación química, alquímica, verdadera alquimia del verbo, en la que cada texto daba el impulso para el nuevo giro que trazaría su espiral creativa”.

Cruz Atienza destaca que este título, que tuvo un tiraje de mil ejemplares, entrega dos miradas vitales sobre la poesía, confeccionadas por el autor de El laberinto de la soledad en dos momentos apasionados: su juventud en 1943 y su encuentro con Marie José y su estancia en la India en 1964, “cuando descubrió una nueva sensibilidad”.

Ambos ensayos nutren el discurso que Paz ofreció al ingresar al Colnal, titulado La nueva analogía, que será publicado aparte, como primer número de una serie nueva, y estará en librerías en dos semanas, adelanta el editor.

Coincidencias afortunadas

“Este libro es producto de tres coincidencias entre la realidad, el deseo y una voluntad: Marie José Paz”, narra la poeta Malva Flores en su ensayo Hacia y desde Los signos en rotación, en el que revisa la historia de estos dos textos reeditados de Paz.

La también narradora y ensayista, quien, con asesoría de Adolfo Castañón, recuperó las cartas, críticas y documentos que permitieron reconstruir los pasos y el recibimiento que tuvieron estos capítulos de la obra del Nobel, cuenta el encuentro “fortuito y simbólico” que detonó este proyecto.

Relata que, a fines de diciembre del año pasado, la señora Paz halló casualmente en su casa un ejemplar de la primera edición francesa de L’Arc et la lyre, que fue traducida por Roger Munier y editada por el sello Gallimard en 1965.

“Se trataba del volumen que ella misma había rescatado de los estragos del incendio, que consumió gran parte de la biblioteca del poeta el 21 de diciembre de 1996 (en la Ciudad de México). Mientras lo miraba comprendió el signo del hallazgo: había que reeditar Los signos en rotacióny Poesía de soledad y poesía de comunión”, apunta.

Para Flores, la importancia de esta edición especial radica en que “la reflexión poética de Paz, quizá la más importante en nuestra lengua en el siglo XX y lo que va del XXI, nació siempre de preguntas que, en sus distintas etapas, fueron respondidas por el poeta que se las planteaba”.

Y añade que, en su “última gran reflexión”, el autor de Piedra de Sol y Blancoconcluyó lo que siempre defendió: “la poesía era ‘la otra voz’ y el poema podía ser un modelo para la sociedad, pues en él residía aquella ‘fraternidad cósmica’ que algunos olvidan”.

Una imagen solar

Alejandro Cruz Atienza describe, por su parte, que el diseño de la edición especial de Los signos en rotación está inspirado en los conceptos de transparencia y una imagen solar, poderosa y efervescente.

“Desde que Marie José Paz me habló del proyecto supe que debía usar papel albanene para recubrir esta especie de libro-objeto de color azul turquesa, evocando el mar, que adentro tiene letras negras sobre papel blanco”, comenta vía telefónica.

“Es un juego con las ideas de Paz, con las vetas de su lenguaje. El círculo del sol que aparece en la portada es un guiño hacia el logotipo de la editorial Sur; pero presento ese círculo difuminado, sin límites, no acotado, un círculo que se expande. Es un juego entre el agua y el sol”, señala el editor.

El libro, además de su llamativo y original diseño, integra seis textos de crítica sobre El arco y la lira de Paz, escritos en diversos momentos para diferentes publicaciones por Benito Milla, Jorge Gaitán Durán, Tomás Segovia, Ramón Xirau, Emir Rodríguez Monegal y Adolfo Castañón, de quien se incluye además el poema Del trompo a la semilla.

Y en la sección de correspondencia se reúnen las cartas del único Nobel de Literatura mexicano a Segovia, Roberto Fernández Retamar y Juan Almela; así como las que envió a los editores Arnaldo Orfila y Manuel García Pérez.

El director editorial del Colnal comenta que, con la publicación de este volumen, este organismo cumple con su tarea de buscar nuevos lectores para la obra de quienes han sido sus miembros más destacados.

“Queremos abrir líneas de acceso diferentes, que las nuevas generaciones se acerquen a su obra. Ahora Los signos en rotación regresa a su forma inicial de salida, como texto independiente, para que se aprecie mejor”, concluye sobre el título que tiene un costo de 290 pesos.