Por El País

CIUDAD DE MÉXICO.- México ha dejado de ser país exclusivamente de tránsito para convertirse en lugar de refugio para miles de personas que cada año huyen de la violencia en el llamado triángulo Norte de Centroamérica. Las cifras oficiales muestran que unas 8.000 personas solicitaron la condición de refugiado el año pasado, un aumento del 150% entre 2016 y 2017. Al aumento del efecto embudo al sur del río Bravo se suma el hecho de que la nueva política migratoria de Donald Trump ha reducido de 85.000 a 50.000 el número de admisiones de refugiados.

Paralelamente, México vive la llegada de un nuevo flujo: los venezolanos, convertidos en el segundo país que más refugiados expulsa hacia México después de Honduras y por encima de El Salvador, según la agencia mexicana de refugiados (COMAR).

Filippo Grandi (Milán,1957), alto comisionado para los Refugiados de la ONU, no llegó al cargo como premio decorativo, sino que ha desarrollado toda su carrera en ACNUR, agencia en la que comenzó hace casi 30 años, y durante los que ha trabajado en Palestina, Afganistán y África.

Que es un funcionario diferente lo demuestra el hecho de que quiso recorrier caminando varios kilómetros por la misma ruta que hacen los refugiados en la frontera entre Guatemala y México. Antes de emprender camino hacia El Salvador y Honduras, en medio de una gira por toda la región, atendió a EL PAÍS, en un hotel de la capital mexicana.

Pregunta. ¿Qué es lo que más le ha impactado de los testimonios que ha escuchado?

Respuesta. Lo que más me impactó fueron las historias de la gente que huye. Escuché historias terribles sobre la violencia de las pandillas en complicidad con autoridades locales y la violencia que sufren en el camino. Los refugiados están expuestos a las pandillas criminales dedicadas a explotar hasta el último centavo y el último trozo de ropa que les queda. Una persona me dijo que le amenazaron diciendo “para nosotros solo eres dinero”, sin embargo, es gente con mucha dignidad y fuerza. También me impactó la participación de la sociedad civil. México tiene una tradición solidaria desde los años 80 y 90 y las guerras civiles en Centroamérica y ese compromiso sigue muy presente.

P. Ha trabajado en África, Oriente Medio…¿se parecen las crisis humanitarias?

R. Está claro que (en Centroamérica) hay una crisis humanitaria, pero no es como en Somalia o en Nigeria. En este caso se trata de una crisis de protección y la primera cosa que tenemos que hacer es fortalecer la protección en todas las rutas migratorias en sus países de origen y en el tránsito hacia los países de destino. Paralelamente, países como Guatemala o México además de tránsito son también países de destino

P. Ante la crisis que se vive en Centroamérica, ¿es partidario de un sistema de cuotas repartido entre países de América Latina como se ha hecho en Europa con los sirios?

R. Precisamente el modelo europeo no ha sido muy exitoso, pero esa es otra historia. Lo que estamos intentado hacer es un poco diferente. Queremos más cooperación entre los estados porque si no, en 10 años, seguirá el mismo problema, solo que mucho más grande. Las soluciones requieren de cooperación entre los países y la participación de actores más grandes como Estados Unidos, Canadá, tal vez la Unión Europea, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo…es algo muy ambicioso lo que estamos tratando de hacer.

Hasta ahora se habla mucho de crimen y narcotráfico en términos de seguridad: controlar a la gente, pararla, castigarla y hacer leyes. Y creo que eso es necesario pero también hay que mirar a la gente y ayudarla porque si no inviertes en educación y en desarrollo el problema segurá. Implementar leyes no es suficiente. Necesitas leyes pero también desarrollo y eso no lo puede hacer solo El Salvador o Estados Unidos y esa es la diferencia con Europa. Estamos intentando otro modelo.

P. ¿Qué más puede hacer México para cuidar a los refugiados?

R. Al presidente Peña Nieto le he dado las gracias porque México está haciendo un buen trabajo para recibir a más gente, pero también le he dicho que hacen falta más esfuerzos para mejorar la protección. Y le doy un ejemplo: si la gente quiere pedir asilo solo puede hacerlo en una serie de ciudades. En el caso de Tabasco tienen que ir a Tenosique, que está a 60 kilómetros de la frontera y esos 60 kilómetros son muy peligrosos ¿Por qué no pueden hacerlo al entrar a Tabasco? Son cosas que parecen pequeñas, pero son muy importantes. Por otro lado se requieren cambios estructurales: hay una oficina para refugiados en México (COMAR) que necesita ser fortalecida y que quienes son reconocidos como refugiados tengan acceso al sistema educativo y al mundo profesional.

P. ACNUR ha participado en la construcción de casi la mitad de los albergues en los que se atiende a refugiados

¿Los estados están delegando responsabilidad?

R. La solidaridad con los refugiados es darle seguridad en los albergues e incorporarlos a la sociedad y claro que los estados tienen responsabilidades, pero en el mundo actual se trata de un esfuerzo conjunto con la sociedad civil. No se puede olvidar que hay xenofobia y hostilidad a los extranjeros y si la sociedad civil está involucrada es más fácil enfrentar esos problema.