La justiciera mexicana de la Wikipedia

509

Mónica Mayer (Ciudad de México, 1954) ha alcanzado el sueño de muchos: aunar su pasión con su profesión y que además le paguen por ello. Aunque su título oficial sea el de licenciada en Artes Visuales, es también feminista y activista, a menudo hace de pedagoga y hasta de psicóloga. La disciplina del arte es el lugar desde el que entiende el mundo esta becada del Sistema Nacional de Creadores del Gobierno mexicano. Tras cuatro décadas de carrera a sus espaldas, continúa realizando proyectos artísticos que buscan sensibilizar sobre los retos de las mujeres y se siente optimista: “Hay muchos colectivos feministas en México que están haciendo un muy buen trabajo. Consiguen escandalizarme y eso me encanta”.

Inspiradas en un editatón –palabra que juega con el término maratón y que designa la edición en grupo en Wikipedia– sobre mujeres artistas que se celebra desde hace cuatro años en Nueva York, Mayer y la curadora estadounidense Karen Cordero organizaron en 2016 el primer wikitón –otra manera de expresar el concepto– del mismo tipo en México. Para ello convocaron a artistas e historiadores de distintas universidades, quienes aprendieron el funcionamiento de la mayor plataforma enciclopédica online y prepararon las investigaciones sobre un centenar de creadoras mexicanas. El día pactado se subió a la red toda la información recopilada. “Como pasa con las científicas, con las escritoras, con las mujeres de negocios, se invisibiliza el trabajo de las artistas, porque existe la creencia generalizada de que es menos importante que el de un hombre”, denuncia Mayer. El 11 de marzo tendrá lugar su segunda edición.

En México, declararse feminista está mal visto, apunta la activista. Después de 40 años sensibilizada con el movimiento, percibe que hoy en día falta confianza en las jóvenes creadoras: “En nuestra época no nos faltaba, porque éramos conscientes de que era un problema de la sociedad. Ahora me voy a hacer rica dando cursos de empoderamiento”, bromea.

Tras muchas conferencias y talleres, exposiciones y viajes, Mayer aún recuerda el momento en que se involucró en el feminismo. Fue en clase de arte cuando sus compañeros, que habían participado en las revueltas de mayo del 68, “los progresistas”, apunta, “dijeron que las mujeres éramos menos originales porque en la maternidad perdemos nuestra creatividad”. Poco a poco, la activista empieza a elevar el tono de voz, pero sin borrar en ningún momento la sonrisa de su cara. “Ahí me di cuenta de que o hacía algo para cambiar esto o mejor me iba a mi casa, porque nunca se iba a tomar en serio mi trabajo”. Había que transformar el mundo primero.