Por Sin Embargo

Durante un acto de campaña en Carolina del Sur el 19 de febrero de 2016, el entonces candidato Donald Trump pronunció un discurso en el que censuró la fuga de empleos estadounidenses hacia México.

“Perdemos nuestros empleos, cerramos nuestras fábricas, México se lleva todo el trabajo”, afirmó en la ciudad de North Charleston. “Nosotros no obtenemos nada”.

El mismo día, un despacho jurídico en la Ciudad de México tramitó silenciosamente el registro de varias marcas a nombre de la compañía de Trump por si alguna vez decidiera hacer negocios en un país con el que el hoy mandatario estadounidense tiene fuertes diferencias en torno al comercio, la inmigración y un muro fronterizo.

El Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) autorizó el registro de las marcas de Trump. Según documentos oficiales, las últimas tres fueron aprobadas el 21 de febrero, poco más de un mes después de que Trump asumió la presidencia, y una cuarta fue autorizada el 6 de octubre, casi un mes antes de las elecciones en Estados Unidos.

La compañía de Trump ha conseguido recientemente varias victorias relacionadas con marcas. The Associated Press informó el miércoles que el gobierno chino le concedió hace poco la aprobación preliminar de 38 marcas registradas y de una compañía relacionada.

Eso hizo enojar a algunos senadores demócratas y detractores que le exigen al mandatario que rompa todo vínculo financiero con sus negocios globales para que evite una posible violación a la llamada cláusula de los emolumentos prevista en la Constitución de Estados Unidos. Esa disposición prohíbe a funcionarios federales estadounidenses aceptar cosas de valor de gobiernos extranjeros a menos de que el Congreso lo haya autorizado