Por Marco Antonio Meza-Flores

Teólogo y Psicólogo Clínico

Si algo sé, es que muchas de las personas que nos rodean, incluso uno mismo, no sabemos reírnos de las tonterías que hacemos, nos metemos en una burbuja de seriedad y “adultez”,  olvidando cosas tan hermosas como la risa escandalosa que podemos tener.

La risa es terapéutica, el budismo cree que cuando reímos somos felices porque no pensamos, pues se supone que al reírnos nos desconectamos de las preocupaciones, del pasado (exceso de depresión) y del futuro(exceso de ansiedad), de nuestro ego maligno y nos conectamos directamente con el ser interno, del mismo modo que con aquél que está a nuestro lado, olvidando los problemas de él o los míos, y conectando una atmósfera llena de vida.

El sentido del humor nos conecta con los demás, reírnos de nosotros mismos nos conecta con el universo, por eso muchos ponentes o políticos comienzan con algo que nos haga reír, para conectarnos, para hacer que la situación en la que estamos nos parezca agradable.

Freud (padre del psicoanálisis) decía que la risa, sobre todo la carcajada, ayuda a liberar las energías negativas. Lo que muchos no saben es que cuando uno se ríe, el cerebro libera endorfinas, que tiene un efecto similar a la morfina, produce euforia y efectos tranquilizantes y analgésicos, y entonces nos relaja, además de eso, el mismo cerebro arroja dopamina que sirve para el bienestar psicológico y baja los niveles de cortisol que es “la hormona del estrés”. No conforme (el cerebro), hace que la risa nos ayude a curar algunas enfermedades como la depresión, el diestrés (que no es más que el estrés negativo que causa “envejecimiento prematuro) y la angustia.

Por si fuera poco reírnos nos limpia y ventila los pulmones, mejora la oxigenación, el cerebro y todo el cuerpo. Regula el pulso cardiaco, nos ayuda a trabajar el aparato digestivo, relaja el intestino, los músculos tensos y disminuye en gran proporción la presión arterial de la sangre.

Para aquellos que se sienten “gorditos” les quiero decir que la risa ayuda a quemar calorías, pues cuando nos reímos movemos cuatrocientos músculos de nuestro cuerpo, y algunos expertos creen que reír cien veces es equivalente a hacer diez minutos de ejercicio aeróbico o quince de bicicleta.

Si leemos con atención reírnos es una terapia increíble, maravillosa y muy saludable; reírse de uno mismo es muy relajante, pues qué mejor que ser feliz y sobre todo estar lleno de energía.

Quiero terminar con una frase de Su-Tungpo: “Si la filosofía tiene algún valor, es el de enseñar al hombre a reírse de sí mismo.”

Así que ¿qué esperas para reírte de tus tonterías, y sobre todo, para no tomar la vida tan en serio? a veces se disfruta la vida mejor con una buena carcajada. Camina conmigo y riamos juntos.