Nota preliminar a la segunda parte:
En la primera parte de este artículo se documentó la anticipación de Federico García Lorca para relacionar directamente las palabras sauce y cristal, así como chopo con agua; dos imágenes que se inscriben en el verso de arranque del poema más famoso de Octavio Paz, Piedra de sol.
Por María de Guerra
Segunda parte
Analicemos ahora el término fusil. Aunque para la mayoría en el medio literario o periodístico mexicano sea obvio, resulta pertinente explicar el título del presente texto. Según esa jerga, un fusil es una obra derivada de un plagio. Probablemente, la expresión nació como verbo: tal autor fusiló a tal otro; o bien, tal persona fusiló la obra de fulano, para decir con ello que se aniquiló moralmente al autor o que el plagiario destruyó la obra con su torpe copia. Pero, al correr del tiempo, se ha quedado el sustantivo fusil para designar a una pieza tramposamente autoatribuida, como metonimia o por efecto de una perezosa contracción.
Ahora bien, las piezas lorquianas son prueba de la anticipación del poeta español, pero sería casi imposible demostrar la alevosía del fusil de Paz. ¿Puede tratarse de un plagio involuntario como el de George Harrison con My Sweet Lord? Puede. Pero vale la pena ser suspicaces. Si se toman en cuenta la moral anglosajona y los rasgos de personalidad de Harrison, bien cabe la posibilidad de que aquel acto no fuese intencional. En cambio, el ámbito social y político mexicano de la posrevolución nos pone en el caso opuesto al británico. Luego habría que adentrarse en la personalidad de Paz.
Nos limitamos aquí a esbozar la personalidad literaria e intelectual del Nobel mexicano. Una personalidad literaria portentosa en el terreno del ensayo, una mente que incluso está excedida en bríos. En su poesía vemos mucho cálculo, una suerte de duda metódica, y las frecuentes paradojas contribuyen al ocultamiento del autor. Y como intelectual, en acciones y discurso, en general empleaba la erudición como escudo y como arma y no como remedio. En fin, nada de esto contribuye a eliminar las sospechas de plagio en el primer verso de Piedra de sol.
Hemos hablado de la anticipación de Lorca. Hablemos de postergación de Octavio Paz. El mismo Paz da cuenta, antes de narrar su encuentro con Rafael Alberti, del tiempo en el que empezó a leer a Lorca y a otros poetas que lo nutrieron.
En 1930 ingresé a la Escuela Nacional Preparatoria […] Muy pronto, con mis amigos de entonces, casi todos aprendices como yo, comencé a leer a los nuevos poetas de España y de América. En unos pocos meses saltamos de los modernistas hispanoamericanos –Lugones, Herrera y Reissig, López Velarde– a la poesía moderna, propiamente dicha: Huidobro y Guillén, Borges y Pellicer Vallejo y García Lorca. Los poetas españoles me deslumbraron […] Es difícil describir el estado de espíritu, a un tiempo exaltado y perplejo con el que leí Cántico [Revista literaria de Córdoba que empieza a publicarse en 1947], Romancero gitano [Lorca], Seguro azar [Pedro Salinas], Cal y canto [Alberti], La destrucción o el amor [Vicente Aleixandre]…Asombro, delicia, pasión, complicidad y, en fin, simpatía.
Tenemos entonces que pasaron 27 o 25 años entre aquellas lecturas y la publicación definitiva de Piedra de sol (1957). Esto sí puede ser un elemento para argumentar un plagio involuntario. Como un dato pertinente, recordemos que la primera visita de Paz a España ocurrió en 1937. Un joven Octavio Paz, recién casado, llegó a Valencia lleno de entusiasmo para participar en el Congreso de Escritores en Defensa de la Cultura, luego más conocido como Congreso de Escritores Antifascistas. Según la página de la Universidad de Valencia, tras la inauguración oficial del Congreso, donde Paz y Elena Garro estuvieron presentes, se realiza una representación de Mariana Pineda en homenaje a García Lorca, “a las 10:30”. No sabemos si Paz asistió a la puesta en escena, pero sí que estuvieron en la paella que se organizó antes y que luego fueron conducidos por Arturo Serrano Plaja a la bienvenida, que presidió Juan Negrín en el Salón Consistorial del Ayuntamiento de Valencia.
Resulta trágico pensar que Octavio Paz estuviera en España dictando algunas conferencias justamente en la semana del primer aniversario luctuoso del poeta granadino; ya no en el marco del Congreso, sino en la semana dedicada a México que patrocinó la Alianza de Intelectuales de Valencia, trabajos realizados entre el 17 y el 23 de agosto. El genio universal de Lorca había sido arteramente asesinado el 18 de agosto de 1936.
Al establecer todo lo aquí escrito no se puede juzgar la honestidad de Octavio Paz, no es ésta, ni remotamente, la intención. Lo que se quiere es analizar las formas de su insinceridad. Establecer que los versos que no provienen de la entraña, los que no son arrancados de la tierra con uñas o dientes, no pasarán algunas pruebas alquímicas que demuestren su pureza y no podrán perdurar en el tiempo. Que las proezas del intelecto son poéticas, pero no producen poesía.
Nota final y curiosísima: chopo además de ser un álamo, tiene una segunda acepción. “fusil: palabra de uso coloquial, derivada del italiano schioppo.”