“Lo nuestro fue amor a primera vista”. “La magia del amor puede con todo”. “Estoy loco de amor”. “Tarde o temprano encontrarás el amor”. A veces, solemos hablar de ese sentimiento tan fuerte que nos une a otras personas como si fuera una entidad viva que irrumpiera de inmediato, que tuviera la potencia de juntar a dos seres humanos en un lazo único o que fuera cosa del destino, la magia o la misma casualidad. Lo cierto es que nada de eso es real, sino producto de nuestra educación cultural o de la más pura imaginación romántica. Las parejas que duran mucho tiempo, se quieren con la misma intensidad y comparten una vida juntas no fueron atravesadas por las flechas de un ángel mágico llamado Cupido, así como tampoco se enamoraron locamente de repente ni supieron al instante de que habían encontrado eso que conocemos como “media naranja”. No, nadie es la otra cara de nadie, no existe nuestro romance ideal, el amor no es un ser animado que vaga por ahí y de pronto aparece. “He encontrado el amor”. Nadie encuentra un sentimiento. A pesar de las sensaciones mágicas que podemos experimentar cuando tenemos un alto grado de conexión con alguien, al final lo que impera en una relación sana y satisfactoria es la capacidad de llegar a acuerdos. Y estos, en su raíz, no tienen nada de pasional, sino al contrario: son decisiones consensuadas por ambas partes desde un punto de vista racional y consciente.
De hecho, cuando una pareja tiene problemas normalmente suele ser por una descompensación mutua en su grado de acuerdo. O no se comunican lo suficiente entre sí, o ya no se entienden tan bien como antes o, directamente, caen en la inercia y la dejadez por intentar llegar a nuevos territorios. Día a día, las personas y las relaciones cambian, de ahí que haya que tomar consciencia, actuar con responsabilidad y ser consecuentes para que una relación entre dos personas no se marchite. Por tanto, si tienes problemas con tu compañero o compañera lo que deberás hacer es plantear una revisión de las condiciones de vuestra relación más que esperar a que la pasión aparezca de manera automática.
Así lo recuerda Mandy Len Catron, una célebre columnista del ‘New York Times’ que también ha escrito ‘best-sellers’ en los que indaga en cuáles son los atributos que definen a una relación larga, duradera y sana. “Toda relación es contractual”, afirma en un reciente artículo publicado en ‘NPR’. “Los acuerdos son una herramienta para que las parejas expresen sus necesidades y trabajen juntas para elaborar los parámetros que van a definir su hoja de ruta en la relación: desde la salud y las tareas del hogar hasta el sexo y la intimidad”.
Al fin y al cabo, los compromisos que se adquieren en esos acuerdos son una de las mejores muestras de amor que hay y no una buena noche de sexo: estás dispuesto a ceder ciertos aspectos de tu personalidad y de tu vida cotidiana en pos de la otra persona. Y viceversa. Entonces, la relación crece, pues está al día de la situación personal y vital de cada una de las partes. “El poder de hacer acuerdos es que aleja a las parejas de esas nociones pasivas y problemáticas del amor romántico y las lleva a tomar agencia de sus vidas amorosas”, sentencia Catron.
Fuera expectativas
Una de las primeras barreras que hay que sortear de cara a terminar con los males del amor romántico y apostar por una relación serena y consciente es rebajar nuestro nivel de expectativas. El amor romántico tiene mucho del platónico, y en este sentido, los árboles de la idealización nos impiden ver el bosque del realismo, que a pesar de ser imperfecto, espeso y a veces difícil de sortear, merece más la pena porque es real y no inventado. “No buscamos solo a alguien que pague las facturas y nos ayude a criar a nuestros hijos”, observa la experta, “sino que también alguien que resuelva muy bien las tareas domésticas, tenga unas grandes aptitudes sexuales, un gran intelecto y que nos ayude a convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos”.
Evidentemente, no existe nadie así. Por tanto, lo que habrá que hacer es desprogramar ese pensamiento, lo cual es bastante difícil, no nos engañemos. Catron aconseja repartir nuestras demandas o ilusiones entre más gente, como por ejemplo nuestros amigos. Por ejemplo, enfocar tus necesidades emocionales en tus amigos, y no solo en tu pareja, o mantener el lazo a tu familia para que te ayuden en el día a día. De esta forma, no dependeremos de una sola persona para salir adelante o para sentirnos bien.
Escribe para pensar mejor
Una de las mejores formas de gestionar aquello que nos cuesta explicar con palabras es, precisamente, intentar plasmarlo al papel. Esto tiene que ver mucho con las relaciones amorosas, pues nos ayuda a saber en qué punto nos encontramos con la otra persona, si nos sentimos igual o algo ha cambiado. Al igual que cuando tenemos un problema con alguien siempre merece la pena hacer una lista de cosas que deberías decirle, ya sea para disculparte o para exigir algo que crees que no te está dando, en las relaciones de pareja esto es fundamental. En caso contrario, los acuerdos pueden estar mal hechos o no ser del todo claros, lo que conllevará malentendidos o más discusiones en el futuro.
No siempre habrá entendimiento
Que haya que hacer acuerdos no quiere decir que estos tengan que salir bien o que resulten beneficiosos para ambas partes. En ese caso, la pareja entrará en un período de crisis que exigirá el máximo cuidado y atención, pero al menos los sujetos tendrán la conciencia tranquila por haberlo intentado y no llegar a situaciones peores en las que uno de los dos mienta al otro por distintas razones o que la inercia desestabilice toda la relación. No siempre habrá un término medio para ambos que concuerde y sea ideal. “Lo bueno de un contrato es que proporciona un espacio seguro para que expreses deseos o preocupaciones que son difíciles de discutir y que de otra forma no podrían ser asumidos o dichos”, concluye Catron.
POR ACV