Por Silvia Olmedo
Hay personas que son incapaces de borrar un archivo porque “tal vez un día lo necesiten”. Sin embargo, pasa el tiempo y éstos solo se vuelven basura digital ocupando espacio en discos duros, pendrives y servicios en la nube. Acumulan gigas y gigas de películas que nunca volverán a ver, canciones que jamás escucharán y libros electrónicos que no leerán. Si la memoria de su ordenador se está agotando, prefieren comprar otro antes de hacerle limpieza. Son víctimas de uno de los desórdenes que ha surgido con la revolución informática, el llamado síndrome de Diógenes digital.
En psiquiatría se conoce como síndrome de Diógenes a un trastorno que afecta a las personas mayores que descuidan su aspecto, se aíslan de la sociedad y acumulan una gran cantidad de basura y objetos inservibles en su casa. Esta última característica, la de acopiar desechos, es la que ha inspirado el término de síndrome de Diógenes digital. Los que lo sufren no son mayores ni se alejan de mundo, pero sí almacenan basura en carpetas y bandejas de entrada.
Los dispositivos de almacenamiento son cada vez más baratos y muchísimos servicios en la red ofrecen alojamiento gratuito así que deshacernos de archivos innecesarios no nos parece tan importante. Y de hecho no hay algo de malo en guardarlos. El problema con la acumulación digital surge cuando se experimenta ansiedad ante la idea de eliminar algunos archivos. Además, puede afectar la productividad ya que los dispositivos atascados de información trabajan de forma menos eficiente. Y si nos ponemos más extremos, incluso aumenta la huella de carbono personal.