Si tocan a una…

486
si tocan a una
Génesis Amayrani

Ahora que ha terminado marzo el “mes de la mujer” y todo su marco de conmemoración, donde más se hace auge hacia recuperar nuestras voces, entre terapias, charlas, frentes feministas, he ido cambiando mis columnas por todo el caudal de información que he ido explorando y encontrando, para saber dónde colocarlo y compartiendo con algunas profesionales en la salud mental; y sobre todo revisando a lupa con perspectiva de género. 

Justamente alrededor del marco del 8M, estuve dándole marca personal a diversos casos desde una perspectiva de género y feminista; llegó conmigo O (a pesar de tener el permiso, usaré solo letra para referirme a los casos, y así evitar cualquier tipo de represalia contra ellas), con quien me recomendaron porque le dijeron que quizá yo podría ayudarla, pues estoy catalogada por muchas mujeres como feminista (para bien de mí misma junto con otras, y para mal tal vez de otros) y me dice “Por favor, no te conozco, no me conoces, pero dime, ayúdame, y dime que no estoy loca” -Toma asiento- le dije. Entre conversación, lágrimas, entrevista, mis palabras hacia ella fueron “No estás loca, no te estás volviendo loca, te quieren volver loca, eso es distinto, y tiene un nombre se le llama gaslighting y es una de las formas de violencia más ruines, bajas y sutiles que se permite una persona, un violentador” (palabras más, menos). Este fenómeno es una forma de manipulación sumamente sutil, que se ensaña en el mayor de los casos con mujeres, quien lo comete, tergiversa las cosas, hasta el punto de conseguir que la víctima dude de su propia percepción, su realidad y exploten sus estribos, para hacerle creer a ella, y a los que están a su alrededor, que está al borde de la locura, o que ella es la “mala” de la relación. 

Este fenómeno quizá poco tratado en la terapia tiene fases, y si bien, no es visible, pues regularmente quien lo ejerce, sabe presentarse como alguien encantador ante los vínculos más cercanos de la víctima, pero hace el mismo daño o más que la violencia física. Desde la etapa principal que es la incredulidad por parte de la víctima, en la cual busca el apego, o que son personas que necesitan sentirse amadas, valoradas, son dependientes o aquellas mujeres que tienen el síndrome de la niña buena en donde se exige a sí misma ser buena para su pareja, pero no feliz (las razones pueden ser diversas) terminan en la indefensión, ¿Qué quiere decir esto? Pierden su propia voz de pensamiento, y están tan perdidas en la trampa que no pueden expresar a palabras exactamente lo que está sucediendo, y desesperadamente buscan arreglar las cosas con su victimario, para dejar de “perjudicar” y entonces ser la pareja que ellos necesitan, pero que casualmente ellas no pueden ser, por el explote de emociones que van arrastrando, así que, recordemos una cosa, el cuerpo nunca miente, y va a defenderse de muchas maneras, cuando se sienta en peligro. 

MÁS DE TÉ DE MUJER CON GÉNESIS AMAYRANI… DALE CLICK.

Algo sumamente peligroso de los gaslighters es que van a buscar poner en tela de juicio la percepción, vida, decisión y cordura de la víctima, al grado, de hacerle creer a quien les rodea, que ella es la que tiene problemas de comportamiento, ira, agresiones, y que es ella misma la que debe cambiar para mejorar la relación del vínculo. Pues este tipo de agresiones psicológicas pueden ejercerse en un vínculo de pareja, de familia (padres a hijos) trabajo, en donde el poder y las situaciones de poder, sean las que gobiernen, para así respetar el abuso como si fuese algo moral, o “normal”; este énfasis, no precisamente debe estar puesto en las caricias,  en la parte sexual o erótica, sino en el poder, cuando estamos hablando de que es un maestro, un adulto, una persona mayor, pues hay un poder que te da la edad, incluso la fisonomía sobre el otro, si estamos hablando de que hay una situación en donde alguien es mayor y tiene además cierto dominio de autoridad sobre el otro (maestros, jefes, líderes espirituales) esa es una relación abusiva, entonces, descubrir este tipo de mistificación, puede dejar en la víctima muchas secuelas, no importa en la edad en la que esto se viva. 

Se me revolvió el estómago cuando tomé nota de lo que le sucedía a O, pero su decisión fue que la acompañara para salir de esa red que la tiene atrapada, y la hace sentir fuera de su cordura.   

Desde hace tiempo, me estoy especializando en adolescentes y mujeres, y curiosamente me he dado cuenta que la perspectiva de género en la terapia es un punto de lo más importante que pueda llegar a existir, porque sin ella podemos condenar a nuestras/nuestros consultantes a una vida llena de culpas. ¿Por qué lo digo? Pues resulta que su anterior psicólogo (macho alfa lomo plateado seguidor de don Freud) le dijo que su histeria y ansiedad se curaban sacando ese explote de emociones que llevaba dentro por medio del sexo. ¡me lleva la que me trajo! Que, si el sexo es bueno, claramente, pero ¿cómo le vas a ir a decir a una mujer víctima de abuso que se tire a su abusador.? Y, sobre todo, no tener idea del contexto de por qué está una posible histeria y ansiedad en la vida del consultante. 

-Te lo juro, por la vida de mi hija, que no soy yo la que hace todo esto, yo no era así- ¡Tranquila! si eres tú, pero es tu cuerpo, tu ser, buscando una salida, déjame acompañarte y salgamos juntas de esto. El problema no es la forma cómo reaccionas, el detalle aquí es que te están robando la voz.

Fueron mis palabras al terminarla de escuchar y dejarle ver una visión totalmente diferente a lo que ella estaba escuchando, esas micro agresiones psicológicas y emocionales que la llevaron al colapso, pues mi trabajo no es curar, o configurar a los consultantes como si fueran máquinas, sino acompañarles y dejarles ver las múltiples posibilidades que tienen para verse así mismas. ¡Verse!

Desde hace un año, poco más tal vez, en una de mis terapias (si, como terapeuta debo de estar en terapia, de paciente y supervisada) se me habló del gaslighting y la mistificación como una forma de violencia, una manifestación sumamente sutil con palabras encantadoras que te pueden llevar al mismo infierno, es tan sutil, que no puede verse a veces desde la perspectiva de la violencia y cito a Jon Altamirano aquí “Puede estar muy encubierto, al decir, cosas como lo hago por ti, lo hago por tu bien, te lo digo para que crezcas, que no te traten mal, etc., es estar con las antenas bien puestas, para saber cómo me siento con lo que me dicen de eso”.

 Y cuando no estás bien parada emocionalmente, puedes caer en este fenómeno, sin ninguna escala; tuvieron que pasar varios meses para que yo me sentara a hablarlo y detallar estas violencias, realmente el miedo con lo que podría encontrarme, porque eso sería ver mi vida de una forma en la que ya no me cuadrarían ciertas formas de vida, y no estaba segura si podría vivir sin ellas (sí pude) así como estoy segura que O, y el resto de mis consultantes en esta misma situación van a poder vivir. 

Detectar este tipo de violencia requiere tener la mente y el corazón abiertos, ver, escuchar y acompañar a la paciente y, sobre todo, tener la perspectiva de género en toda la visión terapéutica.  Y desde nosotras la mirada violeta para la sororidad en la terapia. 

Ahora, hablar sobre este tema llegó a mí, no por mi consultante anterior, sino por una gran amiga que me dijo “¿Puedo comentarte algo?” -Adelante- “En mi trabajo me acosaron, y todos me dicen que así es la raza, que aguante, y estoy cansada, quiero que me escuchen, y quiero estar en un lugar seguro” -mi respuesta inmediata fue –“Es tu derecho laboral estar en un lugar seguro. “

A mi amiga M, le estaban haciendo un tipo de gaslight laboral, diciéndole que “no pasa nada” “puede que hayas entendido mal”. La mayoría de los líderes y poderes de su trabajo donde iba a quejarse, solo le daban largas, muchos la tomaron como loca y exagerada, incluso, tal vez, violenta por la forma en cómo estaba exigiendo las cosas, pues claramente iban a caer muchos de arriba si ella subía la información, y aquí es donde viene la parte más cruel y miserable para mí, cuando contactamos a una abogada experta en lo laboral y perspectiva de género, me quedé helada, lo primero que dijo y cito “Primero que nada, despida a su Psicoterapeuta pues me parece una falta de pericia dar tal recomendación ante un problema tan grave” esto fue porque en la charla ella comentó que hasta su psicólogo le había ignorado y solo le sugirió, “aprende artes marciales”. No se me salieron las lágrimas, porque no sabía ni cómo llorar en ese momento, ¿cómo es posible que nosotras, acompañantes de muchas, tengamos el cinismo de decir “aprende artes marciales” cuando lo que deberíamos hacer es dar las opciones de poder crear un lugar seguro? Y no, no estoy diciendo que esté mal aprender a defenderse, aprender artes marciales, defensa personal, tirar un golpe para correr, etc., yo misma lo he aprendido, y hace días que practicaba nuevamente, me dio tristeza que las sugerencias para “tapar” un problema grave como lo es el acoso, solo dará respaldo a que se nos siga acosando porque las autoridades o los que están en la cima del poder no hacen nada. 

CONOCE OTROS COLABORADORES… DALE CLICK.

Es muy fácil decirnos “aprende a defenderte” tomé ese consejo muchas veces porque siempre quiero salir viva (mal pensando que puedo estar en algún momento en situaciones de peligro) pero, ¿por qué tengo que aconsejar “aprende a defenderte”? si el bien ser debería tener un lugar seguro, tanto trabajo, casa, y el resto de mis vínculos. 

Es muy fácil catalogarnos como locas, violentas, agresivas, y no estoy diciendo que no lo seamos, o que no podamos, claro que sí, pero muchas veces, por una reacción se nos etiqueta eternamente, sin pensar en el contexto que nos llevó a ese resultado. Este tipo de violencias, se ensañan en el mayor de los casos con nosotras como mujeres, y es de total importancia encontrarnos con una red de apoyo para reivindicarnos, un terapeuta con una perspectiva de género real, no payasadas, que proyecten la deficiencia emocional y empática hacia las consultantes. Y no, no estoy solapándoles muchas de sus acciones, a mí jamás me han justificado mis comportamientos en terapia, ni me han palmeado victimizándome, o revictimizándome, me han enseñado a verme a mí misma, para salir (huir, correr, desaparecer) de los lugares donde no quiero estar, o donde me es dañino estar, y esto ha sido con total recibimiento a mi ser. 

Esta nota ha sido muy generalizada, pero las siguientes notas irán hablando de agresiones psicológicas que a veces nos cuesta demasiado trabajo reconocer, o vemos tan naturales que les restamos importancia, o como alguien una vez dijo en son de burla, “Solo son modas” pues, si la moda es acompañar a otras a recuperar su voz, así como yo empecé a recuperar la mía, entonces, que el estilo sea el que me preceda. Porque si tocan a una, respondemos todas. 

Y, aunque a veces me tomo descansos largos para escribir mis columnas, en mis redes sigo compartiendo información sobre feminismo, psicología, teología feminista, industria, vida, entre otras curiosidades, en todas, me puedes encontrar como Amayrani Garza Gall  (Facebook, Instagram, twitter, tik tok) puedes seguirme en ellas, y construir junto conmigo formas de construir, deconstruir, aprender y desaprender con una mirada más violeta. o también puedes escribirme y platicarme tus inquietudes, historia, preguntas, etc., al email tedemujer@gmail.com

O si prefieres leer, puede hacerlo en https://tedemujer.blogspot.com/ 

Les mando un abrazo sororo lleno de magia feminista.

¡hasta la próxima!

Edición 

Estrella Luna