Sexo doloroso, ¿por qué me pasa a mí?

Por Cuídate Plus

El dolor durante las relaciones sexuales es un problema más frecuente de lo que se suele pensar y no es exclusivamente femenino, pero afecta en mayor medida a las mujeres que a los hombres. ¿Por qué a mí? Es la pregunta que suelen hacerse las afectadas. Dos sexólogas nos desgranan las posibles causas y responden afirmativamente a la cuestión más relevante: ¿tiene solución?

Ana Belén Carmona Rubio, psicóloga y terapeuta sexual y de pareja en Lasexologia.com, puntualiza que es más apropiado “hablar de coito doloroso (o dispareunia) que de sexo doloroso, pues la mayoría de relaciones sexuales (besos, caricias, sexo oral, masturbación…) no producen dolor; solo las relaciones de coito pueden causar dolor en la mujer en determinadas circunstancias”.

Hay otro aspecto que conviene aclarar: la diferencia entre vaginismo y dispareunia. “El vaginismo es una contracción involuntaria de la vagina que hace imposible la introducción del pene, dedos, tampones o espéculos”, explica Carme Sánchez, sexóloga y codirectora del Instituto de Sexología de Barcelona (InSexBcn). “No es un trastorno muy frecuente, pero produce mucho sufrimiento en las mujeres que lo padecen y también en sus parejas”.

La dispareunia sí permite la penetración, pero con dolor más o menos intenso, y es un problema mucho más habitual. “Es la tercera causa de consulta a los especialistas en ginecología”, afirma Sánchez.

Causas del dolor durante el coito
Entre los posibles motivos causantes del dolor en el coito, Carmona cita “algunas infecciones o cuestiones ginecológicas o médicas”, si bien añade que también “puede deberse a que se mantienen relaciones de penetración cuando hay poco deseo o con falta de lubricación vaginal”.

Ante la posibilidad de que la causa sea física, es aconsejable acudir en primer término al ginecólogo para descartar cualquier infección vaginal, malformaciones, cicatrices u otras enfermedades en la zona genital. También hay que considerar si el problema surge “en el posparto o la menopausia, etapas en las que pueden jugar un papel importante los factores de tipo hormonal”, precisa Sánchez.

La dispareunia se produce en mujeres de diferentes edades: habitualmente, desde antes de los 30 hasta más de 50. Carmona describe el perfil típico de quienes que acuden a consulta de sexología: “Son mujeres que, en general, tienen pareja estable, que llevan un tiempo con dolor y han consultado previamente con su médico (generalmente, su ginecóloga), quien muchas veces les comenta que no encuentra ninguna explicación ginecológica para el dolor”. En otros casos son los propios especialistas médicos los que derivan al sexólogo a sus pacientes porque, aunque exista causa física para el coito doloroso, “consideran que es preciso un trabajo sexológico”.

Diferentes tratamientos en función del origen del dolor
Sánchez explica que las causas puramente psicológicas son más frecuentes en el vaginismo, que puede deberse, entre otras, al miedo al dolor en las primeras relaciones sexuales, el terror a un embarazo no deseado, las falsas creencias sobre el propio cuerpo, una educación muy restrictiva respecto a la sexualidad o haber padecido experiencias traumáticas como abusos sexuales. En el tratamiento se utilizan “técnicas como la desensibilización sistemática con la ayuda de dilatadores y la potenciación sensorial, además de información sexual y anatómica veraz”.

El tratamiento para la dispareunia suele ser “farmacológico, aunque en algunos casos también inciden aspectos psicosexuales, como desavenencias con la pareja. En ocasiones es imprescindible el uso de geles o cremas lubricantes para minimizar el malestar”.

Carmona coincide en la necesidad de individualizar el tratamiento: “Dependiendo de la causa del dolor, la solución puede ser una terapia sexual o de pareja, un tratamiento médico, fisioterapia… En cualquier caso, para saber cómo solucionar estos problemas, primero hay que averiguar las causas”.

Una buena relación de pareja es clave porque, tal y como resalta Carmona, “la solución para el coito doloroso pasa con frecuencia por la suspensión temporal del coito”. En este sentido, muchas mujeres “no acaban de resolver bien este problema si sus parejas no viven bien la renuncia al coito y están continuamente presionándolas para mantener relaciones de penetración cuanto antes”. Por eso, incluir a la pareja de la afectada en la terapia sexual suele ser una buena idea.

Educación sexual, la mejor prevención
Una buena educación sexual es la vía más segura para prevenir el dolor relacionado con el coito. “Muchas mujeres adolecen de falta de autoconocimiento sexual”, subraya Sánchez. “Que las mujeres aprendan a conocer y apreciar sus vulvas -y también a disfrutar de ellas- es el mejor recurso para evitar problemas de dolor motivados por la ausencia de lubricación y prácticas eróticas poco apropiadas”, añade Carmona.

Ese autoconocimiento también ayuda a descubrir a tiempo problemas médicos: “Las mujeres que miran su vulva pueden detectar antes determinadas dolencias”. La sexóloga concluye con una recomendación: “Si te duele durante el coito, céntrate en otro tipo de relaciones eróticas mientras encuentras la solución”.