Por Vanity Fair MX
Hoy nadie se escapa del influjo del reggaetón. Para bien o para mal, esta música callejera devenida en mainstream es el soundtrack de nuestros días. Muchos lo han llamado “el nuevo punk” por su carácter original de barrio transgresor, que ahora mismo se ha diluido y procesado hasta convertirse en el ritmo de moda cómodamente instalado en su fase más comercial. Hoy por hoy, el reggaetón es un producto edulcurado y monótono diseñado en laboratorios de perreo con sucursales en prácticamente toda Latinoamérica (pero especialmente en Puerto Rico), procesado para hacer bailar a la juventudes y de paso, contagiar a la vieja guardia temerosa de no ir acorde con los tiempos.
También lo han bautizado como el “nuevo pop” e invariablemente los artistas que incursionan en el género urbano recurren a esta frase hecha para justificar su incursión en un género antes tan lejano a sus aspiraciones artísticas. En realidad, ni nuevo punk ni nuevo pop. El fenómeno del reggaetón, tiene más que ver con el ascenso (y la caída) de la música disco en los años 70. Analicemos el porqué.
La música disco comenzó como un fenómeno musical de los clubes más subterráneos de la orbe. Con el tiempo, los artistas que lograron emerger masivamente con el apoyo de los medios adoptaron el ritmo, lo popularizaron y lo volvieron el sello de esa época.
Tanto disco como reggaetón son ritmos derivados de otros géneros.
La música disco vino como una consecuencia de que los DJs solían escuchar mucho R&B, soul y funk, y de su necesidad de hacer bailar a los asistentes a las discotecas de la época. El reggaetón debe su nombre al reggae jamaiquino, el cuál originalmente se mezcló con hip-hop. Ambos géneros son mestizos en sus orígenes y, en su camino, se fusionaron con otros sonidos.
Ambos le deben todo a la fiesta y al sexo.
El ritmo y el bajo octaveado característico de la música disco era un tanto repetitivo debido a que los programadores buscaban sonidos sensuales que pudieran empatar sin problema uno tras otro en la fiesta, sin que se perdiera el ambiente. Con el reggaetón pasa lo mismo, el ritmo machacón característico que hace que a veces no podamos diferenciar un tema de otro obedece a esa necesidad de fiesta sin límite que toda música de baile debe asumir como un código. Los beats por minuto, sin embargo, son más lentos en la mayoría de la música urbana (100BPM) en comparación con la disco (120BPM).
Los artistas contemporáneos han abrazado ambos ritmos por pose.
En los 70 todo era música disco. Y por miedo a no estar en onda, muchos artistas se sumaron a la moda y comenzaron a hacer música influenciada por el género. Electric Light Orchestra (Last train to London, uno de sus más grandes hits, es una canción disco), Rod Stewart, KISS y decenas más no quisieron que los Bee Gees se comieran todo el pastel. ¿Y qué pasa ahora con el reggaetón? Que artistas como Franco de Vita, Luis Fonsi (quien niega ser reggeatonero pese a que Despacito es uno de los himnos del género a que sale vestido como dealer del perreo en sus videos). El mismo José José (que hace años hizo un dueto con su entonces pequeña hija, a ritmo de reggaetón), Justin Bieber, Ariana Grande, Ricky Martin, Thalía, Belinda, Beyonce,… e incluso a Chris Martin de Coldplay le hemos visto cantar reggaetón a dueto con Shakira.
Cada género tenía sus referencias estilísticas y de moda que, de repente, se volvieron obsoletas.
La moda disco implicaba todo un estilo de vida y un look característico que incluía peinados específicos, zapatos de plataforma, glitter, bolas de espejos decorando las habitación, pantalones acampanados (pero no como los de los hippies, sino con mucho color para lucir en las pistas de colores cuadrados de la discoteca) y muchas referencias a la cultura afroamericana. El reggaetón por su parte, apela al sentimiento latino, al bling-bling, a la cultura playera, a las fiestas latinas. Las gorras, tatuajes y el look del reggaetonero promedio es también toda una declaración de principios.
Reggaetón y disco tienen sus himnos y sus héroes.
Gloria Gaynor es la reina de la música disco y I will survive, el himno de sus súbditos. Pero hay más: Staying alive de los Bee Gees, por mencionar otros, o grupos glamurosos como CHIC que llevaron al género a otros niveles. En el reggaetón también hay héroes, como El General (uno de los pioneros), J. Balvin, Maluma, Wisin & Yandel y sus judas como Calle 13 (que acabaron renegando del reggaetón).
Ambos géneros han enemistado con otro tipo de música.
Aleks Syntek declaró recientemente que estaba “harto del reggaetón”. El trovero cubano Pablo Milanés declaró en conferencia de prensa que el reggaetón le parecía “asqueroso” (luego se retractó y dijo que simplemente era “espantoso”). El fallecido líder de Soda Stereo, Gustavo Cerati, alguna vez en un concierto, cambió la frase de una de sus emblemáticas canciones “Cuando pase el temblor”, por “despiértame cuando pase el reggaetón”. Y así, muchos músicos de rock y pop tradicionales han manifestado su repudio al reggaetón, cosa que también sucedió en su momento con la disco music, cuando artistas como The Smiths llegaron a cantar cosas como “Burn down the disco, hang the blessed DJ, because the music that they constantly play It says nothing to me about my life Hang”, no bien empezados los 80 (luego fueron más allá con su canción Death of a dancer).
Las letras del reggaetón y de la disco.
Con contadas excepciones, las lúdicas líricas de ambos géneros apelan a la simpleza, a la fiesta y al sexo. En su momento, muchas canciones disco fueron consideradas machistas y (casi todas) las canciones de música urbana actual desprenden un halo de misoginia que ya es parte de su naturaleza. Si de recursos limitados hablamos, incluso los artistas más inteligentes de la música disco (como CHIC), no pretendían hacer letras profundas (y esto no necesariamente es algo malo).
La sobreexplotación de la música disco provocó su caída…y el reggaetón va para allá.
Hoy, la música disco es para nostálgicos, para fans de la cultura pop y estetas que valoran cada momento en la historia de la música (y para dibujos animados como Disco Stu de Los Simpsons, que se visten eternamente como John Travolta en Fiebre del Sábado por la Noche). En su momento, todo estaba tan saturado de música disco que el exceso fue lo que provocó su extinción. Llegó el momento en que no era políticamente correcto escuchar ese tipo de música, ni tener un solo disco de los artistas que tan solo meses antes eran lo más popular del momento. Incluso tuvo lugar una quema y destrucción masiva de vinilos de música disco en 1979, justo para que los años 80 se convirtieran en territorio prohibido para pantalones acampanados y todo lo que tuviera la palabra “disco”. ¿Pasará lo mismo con la música urbana? Al parecer sí, pero quienes quieran derrocar al rey no podrán quemar los mp3s de reggaetón masivamente en un estadio, como sí hicieron sus antecesores con los vinilos de música disco en su momento.