En la Opinión de David Brondo

La renuncia de Jaime Cárdenas al Instituto Nacional para Devolver al Pueblo lo Robado (Indep) no es una buena señal. Su salida del gobierno federal es la última de una serie de renuncias de personajes de primer nivel abrumados, descontentos, con el rumbo tomado por la Cuarta Transformación.

El académico de la UNAM es un político serio. Durante su desempeño en cargos públicos se ha distinguido por su ecuanimidad y su vocación para construir puentes, privilegiar el diálogo y aportar ideas a la discusión de los grandes temas nacionales.

Cárdenas está muy lejos de ser un conservador o un neoliberal. Se trata de un hombre cuya carrera ha estado siempre a la izquierda. Durante su paso por el IFE, de 1996 al 2003, era considerado un representante del ala liberal del instituto. Si bien no estaba afiliado al PT, del 2009 al 2012 fue diputado federal por ese partido y también por esas siglas fue uno de los diputados constituyentes de la Asamblea Legislativa que redactó la primera Constitución de la Ciudad de México del 2016 al 2018. Su actividad académica y periodística ha tenido un sello de autonomía e independencia.

Al anunciar su llegada al Indep, el presidente dijo que su presencia obedecía a la necesidad de poner orden en todo el Instituto, especialmente en la revisión de miles de juicios que han interpuesto ex trabajadores que exigen el reconocimiento de sus derechos al haber laborado en empresas extinguidas, como Luz y Fuerza del Centro y Ferrocarriles Nacionales de México.
El nombramiento del investigador fue celebrado como un signo de apertura a los grupos de izquierda que no son incondicionales del presidente.

Ahora, su salida del Inped es lamentada por muchas razones. Por principio, el gobierno pierde a un funcionario independiente, ajeno a los juegos palaciegos y las conjuras de los grupos incrustados en la Cuarta Transformación. Se va del gobierno una voz crítica y la posibilidad de tener en la administración federal una visión distinta a la del grupo más allegado al presidente.
Otras cosas preocupan de la salida de Cárdenas. Su arribo al Instituto se había dado apenas el pasado 16 de junio.

Tres meses le bastaron al ex legislador para advertir la imposibilidad de echar a andar un programa de renovación ante el desastre administrativo de la institución. Su carta de renuncia a López Obrador se convirtió en una denuncia.
Cárdenas reveló un rosario de perlas de corrupción que hacen imposible la vida en el Indep: manipulación de subastas electrónicas para beneficiar a “ciertas personas”, procedimientos de valuación que no garantizan el mayor beneficio para el Estado, subvaluación de joyas y otros bienes ofertados, contratos favorables a las empresas y no al INDEP y conductas de servidores públicos contrarias a las normas.

La renuncia sostiene que el principal reto que enfrenta el Instituto —y por el cual diversos servidores públicos podrían enfrentar responsabilidades— es el de atender los adeudos laborales que se tienen por la liquidación de Ferronales y Luz y Fuerza del Centro.

El diagnóstico del ex director es demoledor: el Indep debe más de mil millones de pesos en el cumplimiento de laudos laborales que se encuentran en ejecución y “no contamos por el momento con liquidez”. También hay adeudos con las empresas de seguridad contratadas por el Instituto “y deberá devolverse a una tienda departamental alrededor de 387 millones de pesos, en efectivo y en especie, por mandato de un Tribunal”.

En otras palabras, el caos administrativo es absoluto y la corrupción inconcebible: el Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado no es otra cosa que un campo para el atraco y el robo en despoblado. El robo a lo robado.
La ética profesional de Cárdenas lo llevó no sólo a dejar el cargo, sino a marcar distancia del proyecto electorero de López Obrador. El Indep, dijo el académico en su renuncia, es un cofre con recursos importantes, “pero no inagotables, para que el gobierno federal realice su política social y prioritaria”.

Su salida se suma hoy a la de otros funcionarios de primer nivel que han decidido abandonar el gobierno por la falta de compatibilidad con la Cuarta Transformación, como Carlos Urzúa (SHCP); Germán Martínez (IMSS) Javier Jiménez Espriú (SCT); Víctor Manuel Toledo (Semarnat); Asa Cristina Laurell (Subsecretaría de Integración y Desarrollo del Sistema de Salud); Mara Gómez (Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas); Mónica Maccise (Conapred) y Candelaria Ochoa (Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres).

El presidente poco a poco se va quedando solo. Solo con su grupo de incondicionales, con las galerías que aplauden su cansino monólogo de todos los días.

Galerín de Plomos

La pandemia del Covid-19 sigue su curso. Al cierre del mes llegaremos probablemente a los 80 mil muertos y más de 750 mil contagiados. Aún así, las autoridades de salud han decidido mantener en firme su errática estrategia contra el virus: mientras la economía se abre más cada día, ni se intensifican las pruebas ni los monitoreos, ni se cambia el discurso de las campañas de prevención.

Twitter: Dbrondo

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