Silencios
arguyen
al viento
la ferviente
presunción
de su mirada,
anclándose
en el purpúreo
de mis labios,
desvistiendo
uno a uno
mis encantos.
Es el denuedo
de su amor
que diuturna
en la esperanza,
inclinándose
como hado
en el devenir
de mis horas.
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