Desde hace ya varios sexenios se viene discutiendo la posibilidad de que finalmente en Tamaulipas se pueda crear dentro de los planes estatales la secretaría de cultura; sin embargo, la desatinada política cultural que en las recientes décadas se ha dado, producto del desinterés gubernamental por el tema, la permanencia de camarillas o mafias en puestos claves, la eterna disputa de algunos artistas por ocupar cargos directivos, el empoderamiento de intelectuales ególatras y el extravío de quienes confunden el servicio público con el servirse del público, ha hecho que la promoción de la cultura por parte del gobierno del estado de Tamaulipas sea un desastre burocrático.
Ahora que arranca nuevamente un proyecto gubernamental, las expectativas van creciendo conforme se acerca el anuncio de una nueva estructura que cambie, innove y lustre el quehacer cultural. En repetidas ocasiones se ha planteado ya en este espacio la importancia de separar la creación artística y la administración de la cultura.
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Sin duda, la experiencia sugiere que es más sano, rentable, efectivo y productivo nombrar en los puestos de cultura a personas conocedoras del asunto, pero que no sean artistas, porque estos últimos, como ya se ha comprobado en repetidas ocasiones, tanto en el plano estatal y federal, terminan beneficiándose ellos y su camarilla de amigos, saqueando presupuestos y desatendiendo las prioridades.
El Estado debe procurar facilitar el desarrollo artístico, por tal razón a los artistas se les debe aplicar aquel refrán: “zapatero a tus zapatos”. Es decir, dejar de pensar en ellos como los más idóneos para ocupar puestos en la administración cultural, ya que su experiencia no es como administradores, promotores, publirrelacionistas, ni políticos; sino como artistas, como creadores. Su labor es hacer arte, no administrarlo, ni promoverlo.
Existe la creencia muy arraigada que debe ser un artista quien administre la cultura “porque eso haría que las cosas vayan bien” según he escuchado en repetidas ocasiones; nada más alejado de la efectividad en la promoción de la cultura, donde existe un vasto repertorio de hombres y mujeres que sin ser artistas, harían, por sus antecedentes políticos y laborales, excelente papel al frente de la oficina de la cultura estatal. Pero yendo más lejos, se deben recordar las palabras del Presidente de la República cuando dice que los puestos públicos no son cargos, sino encargos.
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Del amplio repertorio que existe, anoto aquí a cuatro mujeres de la ciudad de Reynosa de las que me ha sorprendido su capacidad intelectual, laboral y política, cuyo prestigio las avala para ser funcionarias de alta calidad:
La primera es María Esther Camargo, regidora del ayuntamiento de Reynosa y quien está a cargo de la comisión de cultura; con maestría en educación, ha ocupado diversos cargos en la administración estatal, con amplia experiencia política y quien recientemente impulsó con éxito el encuentro de Orquestas Juveniles en la ciudad de Reynosa, sin duda una mujer brillante, sencilla y amable en su trato.
La segunda es Alicia de León Peña, directora del Archivo Histórico de Reynosa; su mejor carta de recomendación es sin duda el trabajo realizado por varios años en el Archivo, cuyo proyecto es el prototipo y modelo a seguir de los archivos municipales de Tamaulipas, convirtiéndolo en un espacio organizado, de protección y conservación documental, innovando con una sala de conservación de archivo municipal proyectada para 10 años, haciendo del recinto también un lugar de encuentro para la cultura, donde se realizan diversas actividades artísticas. Es una servidora pública eficiente y perfeccionista.
La tercera es Emilia Vela González, abogada jubilada y candidata a doctora en Ciencias Sociales por el COLTAM, quien permanece activa en la gestión cultural e impulsora de la igualdad de género; aunque su carrera profesional la realizó en el Poder judicial, el ámbito cultural no le es ajeno ya que es miembro activo en el Ateneo de Reynosa y ha fundado diversas asociaciones civiles de mujeres profesionistas. Una mujer culta, experta en evitar conflictos o si es el caso, resolverlos eficazmente.
La cuarta es Elsa Sánchez tiene una amplia trayectoria como gestora cultural, ha ocupado diversos cargos tanto en el gobierno estatal como municipal en el área de cultura, es experta en organización de programas, recaudación de fondos y administradora de recursos humanos. Una mujer amable, educada y culta.
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Aunque algunas de ellas son de filiación priista y no participaron activamente en la campaña para la gubernatura con Américo Villarreal, ese hecho no empaña trayectorias, trabajo y profesionalismo. Así como la 4T ha venido rompiendo una serie de paradigmas vergonzosos de la política mexicana, es ya tiempo que, cuando se invite a alguien a ocupar un puesto público, pesen más las capacidades que sus méritos en campaña; si estamos pensando que se va a gobernar para todos, entonces se debe ser incluyente, más allá de considerar al que se “asoleo” atrás del candidato para conseguir una chamba.
Además debería de pesar más la congruencia que la simulación y el gatopardismo muy de moda por estos rumbos tamaulipecos, puesto que la mayoría de quienes apoyaron a AVA son de extracción priista.
Hay casos incluso de gente muy cercana a él que cuando se le pregunta si está de acuerdo con la 4T responde que no comparten las ideas del presidente, que ellos apoyan solamente a su amigo Américo porque traen sus propios proyectos.
De tal forma, que liberados de todos los tabús políticos, existe una amplia gama de mujeres, no solo para ocupar el puesto de cultura en el estado, sino de que se integre un gabinete de paridad con figuras de amplia experiencia, inteligencia y efectividad probada. La lista de mujeres es muy amplia y falta por mencionar el póker de reinas victorenses, tampiqueñas, neolaredenses, matamorenses y tamaulipecas en general que día a día trabajan para hacer más digna a esta periferia de la patria más allá, de los partidos políticos o méritos en campaña.