Eres verbo incondicional
vertiéndose en la negra cascada de mi pelo
anidando en mi dorso dormido
plegarias de terneza que claudican
en el estigma del milagro de la vida.
Como manantial de aguas virginales
peregrinando en el andar de tu tacto
mi osada convulsión se agita
renaciendo en el acezo
de la más hermosa idolatría.
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