Noreste Electoral
David Brondo

Tras los comicios del domingo, los tres estados del noreste tomaron rumbos muy distintos con miras a los próximos años. Los electores de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas redefinieron una nueva geografía política del noreste y también un nuevo escenario de sus propias entidades. Veamos:

Coahuila. A diferencia de los descalabros que tuvo a nivel nacional —perdió ni más ni menos que ocho gubernaturas—, al PRI de Coahuila le fue bastante bien. Sin duda, es el gran ganador de las elecciones: mantuvo en su poder Saltillo; le arrebató al PAN Torreón y a Morena lPiedras Negras y disputa la Alcaldía de Monclova, la tercer ciudad más grande del Estado, actualmente gobernada por Acción Nacional. De siete distritos federales electorales, ganó cinco.

Detrás del PRI, el gran ganador es el gobernador Miguel Ángel Riquelme, quien, sin ser brillante y sin hacer mucho ruido, ha hecho lo que ha querido: tiene en sus manos el Congreso local, mantiene una rígida verticalidad sobre el gobierno estatal y tiene más influencia de la deseada en los organismos autónomos y el Poder Judicial del Estado. Ahora también tienen el dominio de las principales alcaldías de la entidad.

Riquelme es uno de los últimos mohicanos de tres colores. Después de estas elecciones sólo sobrevivirán cuatro gobernadores priistas y él es uno de ellos.

¿Qué sucedió en Coahuila?

El voto contra el PRI se diluyó en varias opciones. La fragmentación de las fuerzas de oposición terminaron por permitirle al Institucional despacharse con la cuchara grande.

En la guerra de estructuras para el reparto de dádivas, PRI superó a las estructuras de Morena y de la superdelegación que concentra la operación y los apoyos sociales de las secretarías federales en Coahuila. El superdelegado Reyes Flores perdió frente a la estructura de Riquelme. El que tenía más saliva —y seguramente más padrones de beneficiarios—tragó más pinole.

Se confirma que la estructura territorial del PRI sigue vivita y coleando. A la vieja usanza, la maquinaria tricolor salió a votar con fuerza el domingo. Los resultados del acarreo y los prometimientos quiméricos de los candidatos son visibles.

En las encuestas no aparecen ni la operación política ni las negociaciones y alianzas de último momento. Hasta el sábado previo a la elección, los mandos estatales del PRI y el mismo gobernador se la pasaron tejiendo los últimos amarres.

Tras los resultados, Riquelme iniciará desde ahora a preparar el proceso de su sucesión. Si mantiene el ritmo de su aplanadora le heredará a un priista su escritorio. Al menos por ahora, ni Morena ni el PAN tienen candidatos para aspirar con solidez a la gubernatura. Sin embargo, el largo brazo de la administración de López Obrador podría dar sorpresas. El presidente no renunciará a su proyecto de tener un gobierno afín en el noreste.

El voto de castigo y el rechazo a Morena y a López Obrador en Coahuila fue amplio en las clases medias y en las élites locales. Ese voto, por ejemplo, pegó en zonas como Piedras Negras, donde su candidato, Claudio Bres, un ex priista experimentado, bien visto y que buscaba ser el primer alcalde en ser elegido por cuarta ocasión, fue desplazado por Norma Treviño, la candidata del PRI, que inició el proceso sin mayores expectativas.

Con todo, es importante destacar que Morena se ha consolidado —en unos cuantos años— como la segunda fuerza electoral de Coahuila: obtuvo un 31 por ciento de los votos contra un 42 por ciento del PRI. Gobernará en ocho de los 38 municipios y su crecimiento dependerá de su capacidad de liderazgo y de la conciliación de sus grupos internos que un día sí, y otro también, se dan hasta con la cubeta.

El PAN es el gran perdedor de la contienda. No sólo pierde la alcaldía de Torreón, sino que queda relegado a un tercer sitio en el directorio de partidos del Estado. A pesar de que a lo largo de la historia ha gobernado varias veces Saltillo, Torreón, Monclova, Frontera, Ramos Arizpe y muchos otros municipios y hasta ha sido mayoría en el Congreso local, ahora apenas logró el 12 por ciento de los votos.

Si quiere sobrevivir en Coahuila, Acción Nacional deberá iniciar un proceso de autocrítica, una depuración de sus filas, y un cambio de liderazgo. Sus coqueteos de los últimos tiempos con el gobernador Riquelme, el pragmatismo de sus dirigentes y sus pésimos candidatos lo llevaron a un desplome brutal. Gobernará apenas cuatro alcaldías con el agravante de que Monclova todavía está en veremos. Su voz —como la oposición seria e independiente que fue hace años— se requiere ante el monólogo del PRI y el crecimiento sin propuestas de Morena.

Tamaulipas. En el Estado no se sabe qué fue más estridente: si el arrasamiento de Morena o el estruendoso fracaso del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca y el PAN. La contienda, celebrada en medio de un ríspido litigo político y judicial entre las esferas federales y el mandatario, vino a poner sobre relieve la imposibilidad de operar políticamente desde una posición de debilidad.

Un extendido juicio de empresarios y políticos tamaulipecos señala que, frente a la embestida del gobierno de López Obrador, García Cabeza de Vaca habría doblado las manos. Según esta versión, el gobernador —acusado de lavado y crimen organizado— negoció bajar los decibeles del pleito, una salida política de su caso y la liberación de las cuentas bancarias congeladas por la Unidad de Inteligencia Financiera a su esposa y otros familiares. A cambio habría ofrecido dejar hacer, dejar pasar en las elecciones.

Dentro del mismo PAN se comenta que el gobernador bajó la cabeza en los últimos días, guardó para mejores tiempos la beligerancia de sus discursos y abandonó a su partido y sus candidatos a su suerte. Optó, dicen, por el beneficio personal antes que el de su partido. En el río revuelto, Morena aventó sus redes: la pesca no tuvo desperdicio.

Sea cierta o no la versión del acuerdo bajo la mesa, lo evidente son los resultados del domingo: Morena y su aliado el PT ganaron siete de los nueve distritos federales electorales; 16 de los 22 distritos locales y las alcaldías de seis de las principales ciudades de Tamaulipas: Reynosa, Nuevo Laredo, Ciudad Victoria, Altamira, Río Bravo y Valle Hermoso. Además, retuvieron Matamoros y Ciudad Madero. De las ciudades grandes, sólo Tampico quedó en manos del PAN.

La paliza pudiera explicarse, efectivamente, como parte de una negociación de García Cabeza de Vaca: “Quédate con todo mientras yo salvo mi pellejo”. Sin embargo, también podría deberse a un agotamiento del gobierno estatal, del PAN y del estilo personal de gobernar del mandatario. En Tamaulipas hay cierto cansancio social frente a las polémicas que envuelven al gobernador y que perturban al gobierno, a la sociedad y a la buena marcha del estado. El desgaste de la imagen del Ejecutivo es evidente, el voto de castigo también.

Si García salvó su cabeza hace unas semanas cuando el gobierno federal se disponía a ponerlo tras las rejas, fue gracias a que el Congreso del Estado rechazó quitarle el fuero. A partir del 1 de octubre, cuando los diputados de la nueva Legislatura del Estado asuman sus cargos, ese escudo podría desvanecerse por completo. El escenario cambió radicalmente: Morena y sus aliados podrían deaforarlo y dejarlo en manos de las instancias persecutorias.

Si hubo, ciertamente, una negociación, ¿ésta fue coyuntural o implica que el gobernador podrá culminar su sexenio? ¿Qué pasará después del 1 de octubre? ¿Volverán López Obrador y sus operadores a tratar de sentar a García en el banquillo de los acusados? ¿Puede haber acuerdos confiables con este presidente? ¿Tendrá Cabeza de Vaca que dejar el cargo? Esa es la duda que hoy carcome a los tamaulipecos. Tras las elecciones, la incertidumbre es el signo de la gente.

Nuevo León. El proceso electoral del Estado deja muchas lecturas y lecciones. Vamos por partes:

El triunfo arrollador del candidato de Movimiento Ciudadano, Samuel García, no se puede explicar sino como un voto de castigo a los gobernantes emanados del PRI, al presidente López Obrador, a Morena y al gobernador independiente Jaime Rodríguez, “El Bronco”.

A pesar de las acusaciones y denuncias de lavado de dinero y delincuencia organizada que le endilgaron, el aspirante de MC pudo sacar adelante su candidatura sin mayores problemas. Su debilidad fue al final del día su principal fortaleza: no tener experiencia en el gobierno ni cargos en la administración pública lo libraron de una imagen de “vividor” del sistema o de político corrupto. Tampoco se le relacionó con grupos de poder más allá de su partido. Algunos de sus contrincantes, por el contrario, no pudieron con el peso de esa imagen durante todo el proceso. “La vieja política”, como la llamó el candidato ganador, “quedó fuera”.

Una campaña de marketing en medios tradicionales, pero sobre todo en redes sociales, catapultó a niveles estratosféricos la campaña de García. Una propaganda apalancada en los “influencers” de moda, especialmente en su esposa Mariana Rodríguez, lograron, como dijo El País, un gobernador a golpes de “likes”. Cuestionable y frívola, la campaña de Samuel está destinada a ser un objeto de estudio de los politólogos y un paradigma para las campañas del futuro. Las redes son, sin duda, un signo inequívoco de los nuevos tiempos.

Otro factor decisivo en el triunfo de García fue la inclinación de la iniciativa privada por su candidatura. Los empresarios regiomontanos se empeñaron en cerrar todas las posibilidades de triunfo a Morena y López Obrador. Analizaron dos opciones para el gobierno estatal: Samuel García y Adrián de la Garza, candidato del PRI. Sobre de De la Garza terminó por pesar de manera dramática su vinculación al grupo político del ex gobernador Rodrigo Medina, cuya administración no se sacudió nunca un sinnúmero de escándalos de corrupción que lo llevaron a él mismo a pisar la cárcel. La IP no titubeó al final: echó toda la carne al asador por Samuel.

La marca del empresariado regio está ya en las caras de los miembros que conformarán su gabinete, comenzando por Carlos Garza, el actual Secretario de Finanzas, que será ratificado en el cargo. Otras figuras de primer nivel salidas de la IP o vinculadas con el sector privado son Martha Herrera, Sofía Leticia Morales, Carmen Garza T., Alfonso Martínez Muñoz y Frank González.

García tendrá una labor desafiante desde el inicio de su sexenio. No contará con el apoyo de una mayoría de su partido en la Legislatura estatal. Las bancadas del PRI y del PAN, partidos a los que acusó de “rateros” y “mentirosos” no le harán la vida sencilla. El gobierno de Jaime Rodríguez jamás tuvo una mayoría en el Congreso de Nuevo León y su relación con los diputados ha sido en estos años un verdadero infierno, por decir lo menos. De 42 curules, Movimiento Ciudadano y García apenas tendrán apenas siete. El joven mandatario deberá tener buena mano zurda y comenzar a lavar las heridas abiertas durante las elecciones si quiere llegar a buen puerto en sus proyectos legislativos.

Las elecciones de Nuevo León pusieron en evidencia el desgaste de la figura de “candidato independiente”. La pésima gestión de “El Bronco”, su frivolidad, sus mentiras, los casos de corrupción de su gobierno y sus promesas incumplidas —como no buscar por nada del mundo la presidencia de la república— casi sepultan esa figura. A pesar de haber llegado con un apoyo popular impresionante como candidato independiente al gobierno estatal, está vez no hubo aspirantes bajo esa figura. La única excepción a la regla en el Estado fue la candidatura independiente de Miguel Treviño, un político exitoso de nueva cuña que viene de la sociedad civil, en Garza García.

Los dos partidos tradicionales de Nuevo León, el PRI y el PAN, sobrevivirán. Sin embargo, las elecciones revelan un profundo deterioro con el electorado. El PRI perdió Monterrey y Escobedo, dos de sus bastiones políticos, y Guadalupe, otro de sus motores electorales, está en veremos: los resultados de los comicios irán a un litigio electoral. Con todo, el PRI obtuvo a nivel estatal el 28 por ciento de los votos, lo que le da aún margen de maniobra de cara al futuro. El PAN, que ha lidiando con los últimos años con la mala imagen de sus cúpulas, sigue cayendo de manera estrepitosa: su votación, que en 1997 alcanzó el 48 por ciento de las preferencias electorales y todavía en el 2009 el 43 por ciento, hoy apenas registra un 18 por ciento. Las cifras hablan por sí solas.

Un caso aparte es el de Morena y su candidata a la gubernatura, Clara Luz Flores. En marzo, Flores tenía un 33 por ciento de las preferencias electorales, arriba del 30 por ciento del priista Adrián de la Garza y a un mundo de distancia de Samuel García, quien apenas registraba un 8 por ciento. La aspirante de Morena aparecía como una estrella en el firmamento de la sucesión. Sin embargo, cometió el peor de los pecados políticos: mentir sin reparos. El electorado no le perdonó no haber dicho la verdad sobre su relación con la secta NXIVM, cuyo líder y fundador, Keith Raniere, fue condenado en Estados Unidos a más de 120 años de prisión por tráfico de personas, explotación sexual y posesión de pornografía infantil. Flores dijo en entrevistas que no conocía a Raniere, pero un video platicando amenamente con él sobre política y “humanidad” la desmintió de la peor manera. Mintió hasta el final. El domingo previo a las elecciones hizo pagar y publicar de manera masiva una encuesta “patito” con su foto y el título de: “Sube Clara, empata a Samuel y cae Adrián”. Tras la jornada del 6 de junio, Flores no quiso cantar victoria, pero por la noche se atrevió a decir que con su triunfo “estaba a punto de hacer historia”. Los nuevoleoneses revelaron en la contienda que no digieren muy bien a López Obrador, a quien también castigaron en las urnas, y menos la mentira. Clara Luz apenas obtuvo el cuarto lugar con 14 puntos.

Con Movimiento Ciudadano y un gobernador inexperto en el poder que deberá aprender rápido y bien, el futuro de Nuevo León luce incierto, borroso, interesante.

Galerín de Plomos

El secretario de Hacienda, Arturo Herrera, fue “destapado” ayer por la Cuarta Transformación como candidato a la dirección general del Banco de México. Miguel Mancera, Guillermo Ortiz, Agustín Carstens y Alejandro Díaz de León tenían entre 20 y 29 años de trabajo en la institución antes de ocupar la dirección general. Cuando Herrera tome posesión impondrá un récord para la historia: una antigüedad de 0 años en el banco.

Twitter: Brondo