Nocivo, alterar tu ritmo circadiano

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HuffingtonPost México

Si te metes con tu reloj biológico estás en problemas. De hecho, te puede hacer enfermar, o algo peor.

El cronómetro interno, llamado “reloj circadiano”, gobierna el ciclo del día y de la noche que guía tus patrones de sueño y alimentación, de las hormonas y la temperatura corporal.

Es tan importante que el pasado lunes se otorgó el Premio Nobel de Medicina a tres científicos de EU cuyo trabajo iluminó a los fundamentalistas sobre su funcionamiento.

El trío identificó los genes que regulan el reloj y el mecanismo que lo hace sincronizarse con la luz.

Sin embargo, los humanos tienen un largo historial de ignorar la necesidad de sueño del reloj circadiano, dijo a AFP Russell Foster, profesor de neurociencias circadianas de la Universidad de Oxford. Y el ejemplo más obvio de esto es el trabajo nocturno.

En enfrentamiento con la Madre Naturaleza puede tener serias consecuencias que van del comportamiento impulsivo hasta los padecimientos que ponen en peligro la vida de las personas como la obesidad y el cáncer, dicen los expertos.

Tan sólo hay que observar las pobres condiciones de salud de los trabajadores de turno, como las enfermeras y los obreros.

La Organización Mundial de la Salud ya levantó una bandera roja con un reporte en 2007 que indica que “la ruptura circadiana” en un factor “probablemente cancerígeno”, es decir que provoca cáncer.

El problema es que el cuerpo humano nunca se adapta realmente a operar fuera de la normalidad del círculo de trabajar de día y dormir de noche.

Como cualquier otra persona, los relojes biológicos de los trabajadores están marcados por la salida y la puesta del Sol, no por su horario de trabajo.

“No existen medicinas en el mundo que permitan hacer esto… acelerar o frenar el reloj de tu cuerpo”, dice Claude Gronfier, un neurobiólogo del instituto de investigaciones médicas Inserm de Francia.

Un “escenario emocionante”

Cuando los trabajadores se obligan a mantenerse despiertos, se dispara la producción de hormonas de estrés como cortisol, que es el que corre por tu sangre en situaciones de vida o muerte.

Los químicos te ayudan a mantenerte en pie, pero resultan ser una negociación con el diablo.

Por ejemplo, el cortisol trabaja para suprimir el sistema inmune y a largo plazo puede hacerte más susceptible a una serie de enfermedades que incluyen el cáncer.

Ese estilo de vida provoca que uno coma fuera de horas normales, cuando el metabolismo funciona más lento y hay más probabilidades de que las calorías se conviertan en grasa en vez de quemarse.

“Estás subiendo tu ritmo cardíaco, subiendo la presión arterial y los niveles de insulina en una hora en la que normalmente no se hace”, dijo a AFP Hugh Piggins, profesor de neurociencias de la Universidad de Manchester.

“Básicamente, tu cuerpo no está preparado para eso y lo que le haces es una especie de insulto”.

También afectan los cambios a corto plazo

Incluso las alteraciones de corta duración al reloj circadiano pueden causar daños a tu cuerpo. Tan sólo hay que pensar en el jet lag.

Un vuelo de París a Los Ángeles deposita a los viajeros nueve horas antes de su horario, lo que altera sus patrones de alimentación y sueño.

Las consecuencias pueden ser del estilo de una interacción ríspida con el mundo y falta de empatía, de pensamiento complejo e incluso de la claridad de algunos recuerdos.

En tales estados, la gente puede hacer “cosas extremadamente impulsivas” como no respetar la luz roja del semáforo y no medir las consecuencias de sus actos”, explica Foster.

La mayor comprensión del funcionamiento del reloj biológico ha abierto un nuevo campo fascinante de estudios para la ciencia.

La disfunción circadiana está relacionada con la depresión, el desorden bipolar, la función cognitiva, la formación de recuerdos e incluso algunas enfermedades neurológicas,

Durante los últimos veinte años, los científicos han estado estudiando el impacto de la distribución de los horarios de las medicinas en su buen funcionamiento.

Ahora se sabe que si se cambia el horario se puede reducir la toxicidad de algunos compuestos.

“Ahora estamos llegando a una etapa emocionante en la que podemos traducir algo de este conocimiento para entender lo que sucede cuando estos sistemas fallan y lo que es más importante, para desarrollar nuevas intervenciones terapéuticas”, dice Foster.