Dicen que los pitbulls son la clase de perros que cuando muerde no suelta; y este es una de las peores leyendas urbanas que circulan entre el bello perro; si bien es cierto que la mandíbula y la fuerza de una mordida de pitbull es muy fuerte, esto no quiere decir que tengan ningún mecanismo de bloqueo a la hora de morder. Así que, como cualquier otro perro, pueden soltar perfectamente después de la mordida, incluso, al lanzarle la pelota, la soltará sin problema si lo tenemos bien condicionado.
¿Ahora, a qué viene el comentario de arriba? A que una de mis pacientes adolescentes, lo usó como referencia a su pasado, y es que esa teoría de que el pasado es quien no quiere soltarnos está bien aterrizada o muy volátil en las terapias, y me incluyo, porque también voy a terapia, yo en terapia con Pina, he tocado muchas cosas sobre mi pasado, que me ha costado soltar, y en este caso, es el paciente el que se aferra a él, no el pasado a nosotros. Pero, a veces no queremos hacernos responsables de nuestras decisiones y nos vamos a chocar con tremenda pared de concreto por gusto.
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La mayoría de nosotras, vivimos en el presente sin existirlo, estamos solo llorando mucho, y constantemente, del pasado, y no digo que esté mal, sino que es algo que no tiene remedio, algo que es imposible volver y recolocar las piezas, pero sí se puede aprender de él y volver al presente con ese conocimiento, que, aunque para muchos les conocen como intuición -y tal vez así sea- otras sabemos que lo bien aprendido en el pasado, se queda en el inconsciente y en la memoria de las emociones, permitiéndote no vivirlo de la misma manera otra vez. Dicho de otra forma: si ayer pase por la calle sexta, al nivel del restaurante el Santo, y había tremendo bache, hoy que me toca volver a pasar, voy a esquivarlo, cambiar de ruta, o si no me es imposible evitarlo, pasarle despacito.
Así igualito pasa con nuestra vida; pero somos bien necias, queremos que el bache sea el que se mueva, y lo que hacemos pasando a la velocidad de la luz, es lastimar nuestro vehículo, y hacer el agujero más grande para que mañana cause más daño, no solo a mi coche, sino a los de otros que tampoco van poniendo atención a los detalles de la vida, que si bien, en la realidad es el gobierno el que debería taparlos, como metáfora, somos nosotros los que debemos mejorar la ruta, o pararnos a tapar el bache.
Tal vez mis ejemplos se lean bien fumados, pero son pautas que frecuentemente uso en mis terapias, y que usan conmigo en las mías; digo, como mujer, adulta, responsable, funcional, vivo a base de prueba y error, en la volatilidad de la vida, en la incertidumbre del existir; me desaparezco de redes y de las publicaciones, como de aquí, que me aventé cerca de seis meses sin publicar; los estudios, el trabajo, la mudanza, mis vínculos cercanos, y el vínculo conmigo misma me tenía hasta en otra órbita (regresamos a la metáfora), algo que me movió todos estos meses es volver incontables veces a mi pasado y reconciliarme desde el silencio, leer una y otra vez quien fui a los 19, 24, 28, 30, y quien soy actualmente, tal vez decir “he cambiado” es muy vano, pues estamos en constante movimiento, todos, en absoluto, porque físicamente no somos los mismos de cuando teníamos 15 años, pero el existir, quizá es de otra forma, la diferencia, creo, está en donde acepté el daño que me hicieron, que hice, y que en lo personal, los reclamos hechos a ese Dios de mi pasado, se quedaron en un, “Ok, no eres el Dios que necesito ahora, pero eras el Dios que necesitaba en ese tiempo”. No puedo juzgar a la Amayrani del pasado por no pensar ni sentir como la Amayrani de septiembre del 2022, sería muy injusto y violento para mí misma.
Dice Soren Kierkegaard
“La vida sólo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia adelante”.
Ahora, que, si bien somos vínculos con nuestro pasado, y la relacionalidad con él no termina, porque fue un lazo, eso no nos impide aprender a continuar en el presente sin él, y quizá, debes en cuando, tomar los apuntes (memorias) de mi pasado, y traerlas a mi cerebro para reactivar la dopamina o endorfinas que ejerce un recuerdo, mas no quedarme ahí. ¿A qué me refiero? El cerebro no entiende mucho sobre tiempo, es decir, si tú le recuerdas al cerebro algo que te sucedido en la realidad, solo le traerás los químicos que surgieron en ese momento, como si se hubiera vivido otra vez.
Por eso, a veces el recordar las idealizaciones, nos hace pensar que aferrarnos al pasado puede funcionar. Y solamente son los neurotransmisores actuando en nuestro sentir, el detalle o lo complicado está en querer volver una y otra vez, y regresar al presente lleno de conflictos sin querer resolverlos o aprender, a mi ver, es posible amar los recuerdos, y puedo decir, es algo lindo, pues como lo mencioné, los efectos bioquímicos que se procesan ayudan en el presente y pueden ser gasolina para andar hacia el futuro; sin embargo, creo que la felicidad solo se alcanza cuando uno acude al pasado y puede volver en paz al presente.
El pasado puede parecer un pitbull, que te pesque a la yugular, sí, pero también puede parecer Golden retriever, o fénix, o gato persa; el pasado puede tener muchas formas, pero ahí estará, en el pasado; el gran filósofo F. Nietzsche expresó que su fórmula para el ultra hombre o su grandeza es el amor fati; el no-querer que nada sea distinto ni en el pasado ni en el futuro ni por toda la eternidad. No solo soportar lo necesario, y aun menos disimularlo, sino amarlo; algo así como, amar nuestro destino, (si es que creemos en él) o amar nuestra vida sin necesidad de quererle cambiar nada de nuestro pasado, porque gracias a esas decisiones (así hayan sido muy estúpidas) somos lo que somos hoy; y las decisiones del presente me harán la mujer de mi futuro.
Definitivamente, soltar no es la opción, es aprender a ver el pasado como un viejo amigo, con el que reíste, lloraste, pero hoy ya no está, y saber que esa relacionalidad permanece siempre.
Estoy de vuelta, no solo en las columnas, muy pronto también podrán comenzar a escucharme, y podremos intercambiar mas ideas, conceptos, y aprender a amar lo que conocemos como destinos. Conocer la existencia de la relación con nosotras mismas, y lo que eso implica. Esta ausencia me permitió re-colocar las piezas de lo que quiero compartir con ustedes.
Aun tenemos espacio para que llegue el 2023, que es donde comenzare a cocrear en conjunto con otras, otros, otres, y conmigo misma un poco de lo que se de mi existencia.
Por el momento, te invito a que me sigas en redes, en todas me encuentras como Amayrani Garza Gall, contáctame y cuéntame tus temas, historias, y aquello que aun no te atreves a expresar, podemos encontrar juntas, juntos, juntes, otras posibilidades.
Cambia y todo, todo cambia a veces con calma; les mando un abrazo lleno de cambios y calma; incluso aunque ciertas cicatrices no tengan sentido. Sugerencia de canción para esta nota es “Vuelvo a Mi- Kaia Lana”
¡Nos leemos!
P.D. Gracias a mi editora Estrella Luna por seguir dirigiendo estas notas en la edición, y a Josefina Flores, mi psicoterapeuta por recorrer conmigo la travesía de volver a escribir.