Por ABC España

Todo indica que la vida apareció hace 3.700 o 4.500 millones de años, después de que un enjambre de asteroides o cometas se estrellara contra la Tierra y trajera hasta aquí una mezcla fundamental de materia orgánica y probablemente agua. Según han publicado recientemente en Proceedings of the National Academy of Sciences científicos de la Universidad McMaster (Canadá) y del Instituto Max Planck (Alemania), la mezcla primigenia pudo tener lugar en pequeños charcos o estanques calientes. Gracias a ciclos de secado y humedecimiento, estos pequeños oasis permitieron que se formaran los ladrillos básicos que luego se transformaron en moléculas de ácido ribonucleico (ARN) con capacidad de replicarse y, por tanto, de convertirse en el primer código genético de la Tierra.

Los científicos mantienen esta hipótesis después de haber hecho exhaustivos cálculos e investigaciones en las que han tenido en cuenta aspectos astrofísicos, geológicos y químicos. Su objetivo ha sido descartar o apoyar el concepto de los “pequeños charcos calientes”, una idea originada hace décadas y que ahora parece un poco más plausible.

Según Ben K.D. Pearce y Ralph Pudritz, coautores del estudio, las evidencias sugieren que la vida arrancó cuando la Tierra aún estaba adquiriendo su forma: los continentes emergían en los océanos, los asteroides golpeaban el planeta y no había capa de ozono para proteger la superficie de la radiación ultravioleta. “Hasta ahora, nadie había hecho estos cálculos”, ha dicho Pearce en un comunicado. “Este es un comienzo bastante importante. Es muy interesante”.

Los científicos han tratado de comprender cómo era el planeta en el pasado para entender cómo pudo aparecer la vida. La principal conclusión es que en el proceso fue clave el entorno del planeta. “Nuestro estudio muestra que la astronomía proporciona la parte fundamental de la respuesta. Los detalles de la formación de nuestro Sistema Solar tuvieron consecuencias directas sobre el origen de la vida”, ha dicho Thomas Henning, otro coautor del trabajo.

Los primeros pasos del ARN

La clave de los primeros pasos de la vida fue la aparición del ARN, un material genético compuesto por nucleótidos que se formó, según los autores, gracias a los ciclos de secado y humedecimiento en los estanques. A veces las condiciones favorecieron que las moléculas se replicaran y que captaran otros nucleótidos presentes en estos charcos, y que, con el tiempo, evolucionara su condición.

Según proponen los autores, más adelante esto favoreció la aparición del ácido desoxirribonucleico (ADN), una molécula más compleja y estable y que no tiene capacidad de replicarse por sí misma como sí la tiene el ARN en ciertas condiciones.

“El ADN es demasiado complejo para haber estado en la primera fase de la vida», ha dicho Pudritz. «Si tuviera que empezar con otra cosa, escogería el ARN”.

Según los cálculos de los investigadores, es más probable que la vida apareciera en estanques o charcos calientes que en chimeneas hidrotermales, esas formaciones geológicas submarinas en las que hay temperaturas elevadas y posibles nutrientes para la vida. El principal motivo esgrimido por los autores es que para que el ARN se una a otros nuevos nucleótidos y aumente su complejidad hacen falta ciclos de secado y humedecimiento. Esto solo sería posible en estanques o charcos.

Además, el polvo espacial tampoco sería la fuente de los nucleótidos, los ladrillos del material genético. Aunque este transportaba los materiales necesarios, no lo pudieron traer a la Tierra con la suficiente velocidad. Para los autores es más plausible que los meteoritos, mucho más comunes en aquellas etapas tempranas del Sistema Solar, fueran los «autobuses» más probables para los ingredientes de la vida.

Los autores pondrán a prueba su teoría y sus cálculos a partir del año que viene, cuando tratarán de llevarlas al laboratorio. Recrearán las condiciones de la Tierra anteriores al origen de la vida en un medio cerrado y quizás puedan reproducir parte del proceso. Quizás así se acerquen un poco más a la gran pregunta de cuál es el origen de la vida.