POR ACTITUD FEM
Solíamos creer que la leche era buena para nosotros y que, por consumirla, tendríamos huesos más fuertes y creceríamos más. La verdad es que la causa de muchos de nuestros problemas digestivos puede encontrarse en la leche de vaca.
La leche contiene una hormona llamada lactosa, que es asimilada por el organismo a través de la enzima lactasa. Cuando no hay suficiente lactasa, las bacterias del intestino delgado desdoblan la lactosa, lo cual causa inflamación, flatulencias, dolor de estómago, diarrea y náuseas.
La cosa es: el cuerpo del 70% de las personas adultas NO produce lactasa después de la lactancia o la alimentación a base de fórmula. Los bebés necesitan leche, pero los adultos no.
Entonces, ¿cómo saber si deberías o no tomar leche?
Según la doctora Miranda Lomer en entrevista con The Guardian, es posible someterse a pruebas para conocer la tolerancia a la lactosa de una persona. Sin embargo, lo más fácil es beber un vaso grande de leche y observar lo que pasa durante las siguientes 24 horas: si tienes inflamación, reflujo o diarrea, eres intolerante.





