La presión de vivir en una sociedad sobresexualizada

Por Infobae

Vivir en la soltería es una cosa, vivir sin sexo es otra muy distinta. Entonces quizás deberíamos preguntarnos: ¿pueden las personas emocionalmente sanas vivir intencionalmente sin tener relaciones sexuales? ¿O los humanos tienen una necesidad inherente de emparejarse y ponerse “manos a la obra”? ¿No deberían las personas solteras, al menos ocasionalmente, tener aventuras, citas, encuentros sexuales casuales, conexiones anónimas y cosas por el estilo?

La respuesta es que depende del individuo. Por ejemplo, algunas personas perfectamente sanas viven solas y tienen deseos sexuales, pero sienten que ser sexual con otra persona es demasiado. Otros solteros se autoidentifican como asexuales, lo que significa que no están interesados en el sexo en absoluto, con nadie, sin importar cuán físicamente y/o emocionalmente atractiva sea la otra persona. Entonces, en lugar de ser heterosexuales u homosexuales o bisexuales, estas personas son asexuales. Esa es su orientación sexual. Y el hecho de que sus amigos y sus hermanos y, a veces, incluso sus terapeutas no entiendan ese hecho no lo cambia. La asexualidad, dicen los especialistas, no se trata necesariamente de una falta de deseo de relaciones, es simplemente una falta de atracción sexual.

Sin embargo, mucha gente juzgará tanto a aquellos que deciden vivir solteros o aquellos que prefieren ser no sexuales, aunque sea por un tiempo. Estos intentos casi cómicos de patologizar tienden a ser más fervientes cuando una persona se autoidentifica como asexual. “La gente cree que no puedo ser feliz viviendo así. Los que me rodean le dan mucha importancia al sexo. Hablan del sexo como si la mayor parte de la vida pasara por ahí. Sin dudas me hace sentir presionada, y a menudo sentir que no soy parte. También creo que es interesante y divertido al mismo tiempo”, aseguró sobre su experiencia Juana, una joven de 25 años que hace aproximadamente un año no mantiene relaciones sexuales. Juana es estudiante universitaria, nunca tuvo novio y sus relaciones sexuales son esporádicas o nulas.

“El encuentro sexual es una parte fundamental de la vida interpersonal. Sentimos el deseo, la intensidad del amor y del placer, nos entregamos al otro sin perder la individualidad y tenemos la capacidad innata de proyectar la vida en compañía; en síntesis, el gran desafío de ser singulares en una experiencia íntima compartida. Si esa fuerza llamada libido es inherente a lo humano, la represión o sublimación de la misma son adquiridas”, explicó en diálogo con Infobae Walter Ghedin (MN 74.794), médico psiquiatra y sexólogo.

Demográficamente, cada vez hay más personas en el mundo que optan por una vida sin sexo. En un estudio que analizó datos de 17.744 personas en los Estados Unidos, el 15,2% de los hombres y el 26,7% de las mujeres informaron no haber tenido relaciones sexuales en el último año, mientras que el 8,7% de los hombres y el 17,5% de las mujeres informaron no haber tenido relaciones sexuales durante 5 años o más. Los autores concluyeron que “las personas que se abstuvieron del sexo informaron niveles de felicidad muy similares a sus contrapartes sexualmente activas”.

“Es muy frecuente la consulta por ausencia de deseo a veces por inhibiciones y angustia y en otros casos por una sobreadaptación a las exigencias sociales laborales y la ausencia de acceso al placer. Tanto en la juventud como en la edad madura, la ausencia de erotismo y sexualidad es un trastorno sintomático frecuente”, indicó consultado por este medio Andrés Rascovsky, ex presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

Según advierte el experto, el interés sexual puede reprimirse por experiencias frustrantes, traumas, vergüenza, rencores, falta de comunicación, incapacidad para demostrar afectos, etc. La sublimación es desviar la fuerza sexual por otros intereses también satisfactorios: trabajo, estudio, crianza de los hijos o actividades compartidas. Tanto en uno como en otro caso (represión y sublimación) la fuerza motivadora del sexo pierde vigor y deja de manifestarse como prioridad. Pero sigue latente.

Para la psicoanalista Fiorella Litvinoff, vivimos en una sociedad hipersexualidada en el sentido de la circulación de la pornografia y de la exposición constante de la sexualidad y esto puede generar una pérdida del deseo erótico. “Todo está tan a la vista que pareciera que pierde valor. Las necesidad de encarar una conquista amorosa incrementa el deseo. A la vez, sentir que el otro solo quiere satisfacerse sexualmente y sin tener en cuenta el registro subjetivo y el afecto, entonces esto termina alejando a las personas”, expresó la especialista.

Sin embargo, para Julieta (23), una joven que practicó solo una vez en su vida el acto sexual, la libertad con la que la gente se expresa sobre su intimidad, los detalles que utilizan y la ausencia del pudor hacen que sus ganas de hacerlo incrementen. “No practicarlo se siente como una mezcla de, por un lado, sentirse ajeno. No entiendo esa necesidad, esas ganas y esa pasión con la que la gente se refiere al sexo. Y por el otro, escuchar a los demás hace que me dan ganas de experimentarlo. Que la gente lo hable, lo naturalice, es un empujón para no exigirme, no presionarme y animarme”, reveló.

Celibato vs. asexualidad

La asexualidad y el celibato no son lo mismo, aunque están relacionados. No todas las personas asexuales son célibes, y no todas las personas célibes son asexuales. La asexualidad significa que una persona no experimenta atracción sexual y no siente el deseo de tener relaciones sexuales. El celibato, por otro lado, se refiere a la abstinencia del sexo por un período específico o para siempre. El celibato puede ser una opción o el producto de las circunstancias, mientras que la asexualidad no es una opción.

La asexualidad es una orientación sexual, y existe en un continuo. Algunas personas que son asexuales no desean sexo en absoluto, mientras que otras ocasionalmente experimentan algún deseo. Algunas personas solo quieren tener relaciones sexuales cuando están en una relación amorosa y segura, lo que se conoce como ser demisexual. Algunas personas asexuales experimentan sentimientos románticos y un deseo de una relación romántica, mientras que otros no. Los expertos se refieren a aquellos que no tienen este deseo como aromáticos. Algunas personas asexuales eligen tener relaciones sexuales. Pueden tomar esta decisión para complacer a un compañero, para cumplir con las normas sociales, o porque temen que su identidad no sea válida.

“El sexo y la sexualidad son un alimento para la estima y la valoración personal”

“El sexo y la sexualidad -continuó Ghedin- son un alimento para la estima y la valoración personal. Sentirse bien con uno mismo es el primer paso para estar bien con el otro y para afrontar mejor la vida en pareja. Sin embargo, existen personas en las cuales el foco de atracción no es el sexo (asexuales) y otras que mantienen un deseo sexual bajo durante toda la vida o luego de etapas de un deseo sexual satisfactorio. No existe una medida del deseo sexual, es singular, propio de cada persona, y está sometido a altos y bajos. Las redes y los medios de comunicación ponen el sexo en la vidriera, se expone como la expresión máxima de placer, pero lo que sucede en el medio sobresexualizado no ocurre en la intimidad. Todavía ‘en la cama’ siguen existiendo inhibiciones, represiones, preguntas sobre lo que está y bien y lo que está mal o lo que debe hacer el hombre o la mujer”.

Existe una idea generalizada de que tener relaciones sexuales regulares es una parte importante del bienestar emocional de una persona. Si bien esto es cierto para algunas personas, no es el caso para todos. Cuando la abstinencia sexual es involuntaria, algunas personas pueden sentir efectos negativos en su salud mental. Por el contrario, las personas que no sienten deseo sexual pueden encontrar estos sentimientos angustiantes. Las personas pueden abstenerse de tener relaciones sexuales por muchas razones, por ejemplo, porque tienen un bajo deseo sexual, son asexuales o simplemente eligen no participar en él.

Sin embargo, la investigación informa que el sexo es un buen calmante para el estrés, tiene el poder de mejorar el estado de ánimo, reducir la figura y aumentar la longevidad. La forma en la que no tener relaciones sexuales puede afectar el cuerpo varía según la salud o la edad de las personas. En el caso de las personas sanas que solo han dejado de tener relaciones sexuales debido a la falta de una pareja sexual o como consecuencia de una elección consciente (y no por alguna otra razón física), podrían experimentar algunos cambios físicos y psíquicos perjudiciales. Entre ellos, aquellos que se abstienen del sexo, comienzan a sentirse más lentos y con menos vitalidad.

Las personas con bajo deseo sexual pueden sentir que, frente a la muestra de una sociedad hipersexualizada, no cumplen con parámetros esperables, lo que les provoca malestar por no estar a la altura de las circunstancias. Las personas que se declaran asexuales son las que viven con menos problemas la expresión su deseo. Se sienten seguros de sí mismos al hacer frente a una sociedad que presiona por reafirmar que el atractivo del cuerpo (ideal de belleza), la seducción y el deseo sexual son imprescindibles para todo contacto amoroso.

Más allá del grupo o colectivo de los asexuales, existen cada vez más personas que viven su bajo interés sexual sin problemas, es decir, no sienten culpas ni se reprochan no tener ganas, lo viven como un sentimiento de congruencia. La dificultad para encontrar pareja o bien el desgaste que provoca exponerse a citas decepcionantes son motivos válidos para sublimar la energía sexual en otras actividades más satisfactorias.