Loving Vincent (Cartas de Van Gogh, 2017) es muchas historias de amor. La del amor por Van Gogh de sus guionistas y directores, la polaca Dorota Kobiela y el inglés Hugh Welchman, quienes se enamoraron y se casaron con y por el proyecto de filmar el primer largometraje del mundo pintado a mano al óleo completamente; la del amor fraternal entre el pintor holandés y Theo, leit motiv de la producción de siete años y 6 mil 500 litros de pintura; la de Van Gogh por el arte… Pero entre esas y muchas otras historias, hay la de una joven artista mexicana que por amor soñó con devolver la vida al genio del impresionismo.

Mayra Hernández Ríos, sonriente, jovial, vestida con su camiseta negra de la producción, cuenta con gracia que fue la única latinoamericana entre los 125 artistas de todo el mundo que se ganó un lugar en el equipo de Kobiela y Welchman para elaborar los más de 65 mil cuadros que requirió la producción de apenas 5.5 millones de dólares. Ella se postuló junto a otros cinco mil artistas aspirantes de todos los continentes, pasó a una eliminatoria de tres días en Polonia y después, a un taller de entrenamiento de tres semanas. Y la contrataron.

Representar su amor hacia Van Gogh, comenta, fue la ambición de Kobiela y Welchman, pero también la ambición de los pintores y animadores que participaron en Loving Vincent e incluso de los actores y actrices que prestaron al filme sus voces y su parecido físico con los personajes de sus cuadros, como los del Doctor Gachet y su hija Marguerite. La película es uno de los platos fuertes de la 63 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional.

“El amor hacia Vincent Van Gogh tiene distintos significados. Ahora todo mundo lo ama, pero en su tiempo fue muy rechazado. Es increíble que hoy sea tan amado. Toda su vida nos da mucha inspiración, sobre todo a los artistas, por ese tipo de obstáculos que padeció, por esa fuerza del alma que tuvo para continuar a pesar de que no vendía pinturas. Eso inspiró a la directora, Dorota, es una polaca que desde su adolescencia amaba a Van Gogh y como él sufría depresión. Leer sus cartas le daba fuerza para continuar, Después conoció a Hugh Welchman, y con él decidió que en lugar del corto que planeaba en principio, harían un largomentraje, refiere Mayra.

Con Información de Milenio