Médicos del Hospital Nacional Kenyatta de Nairobi le dijeron a Robert Wanyonyi que no hay nada más que puedan hacer por él. Sin embargo, más de un año después de que llegó paralizado al recibir un balazo en un robo, este ex comerciante permanece atrapado en el mismo sanatorio.
Dado que Wanyonyi no puede pagar una cuenta del equivalente a poco más de 39 mil dólares, el hospital no le permite irse de su cama en el cuarto piso. En este centro de salud keniano, y en una cantidad inusitada de sanatorios de todo el mundo, si uno no paga, no puede irse a su casa.
Los hospitales a menudo retienen a los pacientes después de que han sido dados de alta, usando guardias armados, encerrándolos bajo llave e incluso encadenándolos si no están en condiciones de pagar por los servicios recibidos.
Ni la muerte garantiza que se podrán ir: Hospitales y morgues de Kenia tienen cientos de cadáveres a la espera de que sus familias paguen las cuentas de sus seres queridos, según funcionarios del gobierno.
Una investigación de la AP reveló que hay 30 países en los que los hospitales pueden transformarse en verdaderas prisiones, según sus propios archivos, listas de pacientes y entrevistas con médicos, enfermeras, académicos del campo, pacientes y administradores de los centros de salud.
Filipinas, India, China, Tailandia, Lituania, Bulgaria, Bolivia e Irán son algunos de los países donde se comprobó que los pacientes no pueden irse de algunos hospitales. “Lo más notable es que, cuanto más investigamos, más casos encontramos”, asegura el doctor Ashish Jha, director del Instituto de Salud Global de Harvard.
“Hay probablemente cientos de miles de personas, o quizá millones, que son afectadas a nivel mundial”. En varias visitas efectuadas en agosto al Hospital Nacional Kenyatta, considerado un centro de salud de primera, la AP presenció guardias armados con uniformes militares que vigilaban a pacientes.
Los detenidos dormían en el piso, en salones a los que no tenía acceso nadie. El ministerio de salud de Kenia y el hospital cancelaron varias entrevistas acordadas con la AP y declinaron hacer comentarios. Expertos en el tema dicen que la retención de pacientes es una violación a los derechos humanos.
Las Naciones Unidas, Estados Unidos y organismos internacionales, así como donantes y agrupaciones benéficas, no obstante, guardan silencio y siguen aportando miles de millones de dólares a estas naciones para apoyar sus sistemas de salud y combatir brotes de enfermedades como sida y malaria.
Los hospitales a menudo admiten que la retención de los pacientes no es redituable, pero muchos dicen que a veces ayuda a que se reciban al menos pagos parciales y que funciona como disuasivo. Festus Njuguna, oncólogo del Hospital Moi de Eldoret, unos 300 kilómetros al noroeste de Nairobi, asegura que esa institución sistemáticamente retiene a niños con cáncer que terminaron su tratamiento, pero cuyos padres no pueden pagarlo. Muchos funcionarios, sin embargo, justifican esa práctica.
“No podemos permitir que todo el mundo que no paga se vaya”, afirmó Leedy Nyembo-Mugalu, director del Hospital de Referencia de Katuba, en el Congo. Agregó que la retención de pacientes no es algo que tenga que ver con los derechos humanos, sino una cuestión de negocios.
“Nadie regresa a pagar su cuenta uno o dos meses después”. La doctora Agnes Soucat, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afirma que no apoya la retención de pacientes, pero que no ha podido documentar esos casos. La OMS ha hecho cientos de recomendaciones sobre cómo lidiar con temas como el sida y el virus del zika, pero jamás ha dicho nada sobre la detención de pacientes en los hospitales.