En la Opinión de David Brondo

Como ex ministra de la Corte y estudiosa del Derecho, Olga Sánchez Cordero sabe perfectamente la importancia de la independencia del árbitro electoral en la arquitectura institucional de una democracia.

No escapa a su conocimiento que la autonomía del Instituto Nacional Electoral es la única garantía de salvaguardar los procesos electorales del acoso de los Poderes del Estado, los partidos, los poderes factuales y los grupos de presión.

Cualquier proceso de validación y certeza de los resultados de una elección pasan necesariamente por la autonomía e independencia del árbitro electoral. Eso lo sabe perfectamente Sánchez Cordero, quien, como pocos miembros del gabinete presidencial, sabe la relevancia de los organismos autónomos en los sistemas políticos modernos.

Sin embargo, la Secretaria de Gobernación no se quiere quedar atrás en la garatusa de lisonjeros oficiales del presidente López Obrador. Gustosa, se suma ahora a quienes hoy, desde el gobierno y su partido, tienen en la mira al árbitro electoral. 

Durante el arranque de la producción de 102 millones de las boletas para los comicios del 6 de junio, la ex ministra le subrayó al presidente del INE, Lorenzo Córdova, que “autonomía no es autarquía”. Traducción: “No te mandas solo”.

También insinuó una falta de imparcialidad del INE. “La neutralidad”, le dijo a Córdova, es una obligación de los gobernantes, pero también de las autoridades electorales”. El árbitro electoral, pontificó, debe ser discreto y no buscar el aplauso público, sino en el cumplimiento de las reglas del juego.

¿Cuáles son esas reglas del juego? ¿A qué se refiere Sánchez Cordero? Día a día es el presidente López Obrador quien rompe esas reglas, les pasa por encima y las desprecia como si él no estuviera sujeto al marco jurídico del país.

El árbitro electoral, dice la ex ministra, debe ser discreto y no buscar el aplauso público. Es decir, debe ser sumiso, callado, obediente.

Nada dice la señora Sánchez de su jefe, el presidente de la república, indiscreto hasta la insensatez. Cada día desde su conferencia de las mañanas no tiene miramientos para menoscabar las resoluciones del INE, atacar a los actores políticos, descalificar —como los buenos autócratas— a sus adversarios y entrometerse en los comicios.

¿Sería mucho pedir que la Secretaria de Gobernación le dijera a a López Obrador que no es el presidente de Morena ni de los 30 millones que votaron por él, sino de todos los mexicanos?

Las sutiles descalificaciones de Sánchez Cordero al INE se dan días después del desafortunado pronunciamiento del líder nacional de Morena, Mario Delgado, quien ha planteado “seriamente” —así lo dijo— la posibilidad de renovar o “exterminar” al INE desde el Congreso de la Unión.

Esa es la concepción que tiene el dirigente del partido mayoritario de la democracia y las “reglas del juego”: si el árbitro electoral no se apega a las resoluciones de López Obrador y de nuestro partido, exterminémoslo. No les basta tener la presidencia de la república ni una mayoría aplastante en las cámaras ni toda la estructura del Ejecutivo. También quieren al INE.

No se trata de palabrería hueca ni de dichos de parlanchines. 

En los últimos meses Morena ha lanzado una embestida sistemática, deliberada, contra el Instituto. Ahí están las propuestas de sustituir los Organismos Electorales de los Estados con consejos locales nombrados desde la Cámara de Diputados y de reducir la duración de la presidencia del Consejo General, así como las restricciones presupuestales y las agresivas campañas de los “amlovers”.

Disminuir al INE, como lo buscan Morena y López Obrador, no sólo siembra incertidumbre. También debilita al árbitro electoral, a los comicios y sus resultados. El golpeteo genera tensión y fricciones, divide a la sociedad y lesiona directamente el sistema de contrapesos y a la democracia misma.

Por eso resulta decepcionante que Sánchez Cordero, una ex ministra de pensamiento crítico y conocedora —como pocos mexicanos— de la relevancia de instituciones medulares como el INE, haga eco de las voces de las cavernas que emergen de los palacios del poder. 

Es una lástima que por una oficina burocrática, una cuota de poder o por el temor de ser señalada por no compartir la “unanimidad” de una Cuarta Transformación de corcho, una jurista de ese nivel caiga en el juego de la línea, la sinrazón y la beligerancia. Y todo en aras de la pleitesía.

Galerín de Plomos

En el lenguaje coloquial que lo caracteriza, el cartonista Patricio ha lanzado las siguientes consideraciones sobre el video en el que una enfermera simula vacunar a un adulto mayor contra el Covid:

1.El video de la vacuna “de aire” sí esta muuuy raro, así que bien podría ser un montaje.

2.Peeero, “haiga” sido lom que “haiga” sido, es imposible que haya sido un error, es completamente absurdo.

3.Tons, puede haber sido una voluntaria que se quería robar unas vacunas, pudo haber actuado sola o hay más gente metida en el asunto. No sabemos. El IPN, en su comunicado, dijo que la brigadista era una estudiante de enfermería. O sea, la persona está identificada.

4.Dicho lo cuál, se podría aclarar fácilmente qué pasó, fincar responsabilidades, si es que las hay, e informar a la opinión pública con claridad.

5.No hacer lo anterior y dedicarse a revisar el caso del montaje Casez-Vallarta-Loret no aclara en nada lo de la vacuna “de aire”.

Es decir, para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo. Ante todo, el circo, show mediático, la exculpación del gobierno.

Twitter: DBrondo

Florero y Tapete en Gobernación