En la Opinión de David Brondo

Tildado de ser un “pequeño virrey del país de las camas vacías y los muertos en casa”, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, no la pasó nada bien en su comparecencia del lunes pasado en el Senado de la República.

El “zar antivirus” de la Cuarta Transformación tuvo ese día una mañana difícil, penosa, ante los cuestionamientos encarnizados de las legisladoras de Movimiento Ciudadano y del PAN a la estrategia federal para contener la pandemia del Covid-19.

La senadora de Movimiento Ciudadano, Verónica  Delgadillo, lo acusó de lavarse las manos al no asumirse responsable del manejo de la pandemia y al traicionar su juramento médico. Lo señaló de manejar la estrategia con una negligencia tal “que lo hace a usted un criminal”.

La participación de Lilly Téllez —a quien los lopezobradoristas no le perdonan haberse trepado al tren de Morena en los procesos del 2018, para luego saltar a la nave Acción Nacional— fue la más estruendosa.Téllez le espetó al subsecretario que México tuviera la más alta letalidad  por el coronavirus en el mundo. Y le largó sin contemplaciones: “Esto no es por complots, no es por comer gansitos, no es por los medios de comunicación, no es por el neoliberalismo, no es por la conquista española, doctor”.

Luego, Téllez ofreció su respuesta: es por la ceguera oficial. “Con todo respeto a los invidentes”, le dijo al funcionario, “le voy a entregar su cetro… ¡pequeño virrey de las camas vacías y los muertos en casa! Con su lealtad a ciegas al presidente, usted solo ha dado palos de ciego”.

Acto seguido, la senadora dejó la tribuna para caminar en forma escénica hacia el “zar”, sentado en una butaca de la mesa directiva, para entregarle un bastón de ciegos. El histrionismo de la panista despertó reclamos encendidos de la bancada de Morena. Le pidieron a López-Gatell no aceptar el bastón y calificaron a Téllez de grosera, majadera, payasa. El golpe, sin embargo, estaba dado.

Era la hora de López-Gatell. El momento preciso para las explicaciones del científico, del experto epidemiólogo, del estratega, pero el subsecretario no pudo con el militante que lleva dentro.

Quizá porque resulte increíble cualquier explicación ante el descomunal índice de letalidad, la falta de eficacia, el colapso hospitalario y la profundidad de la crisis sanitaria, mejor optó por refugiarse en la ideología. Una vez más, puso su militancia y su obsesión por complacer al presidente por encima de la ciencia. Su respuesta a los senadores de oposición fue ésta:

“Los invitamos nuevamente, con todo respeto, a que se integren, que esta disonancia cognoscitiva no les haga mantenerse en el reducto de la minoría o la autorrepresentación de su papel minoritario en la conciencia pública. Le invitamos a que sean parte de la solución”.

Esa fue la explicación del “zar antivirus” ante los cuestionamientos de los legisladores de la oposición. 

No fue capaz de articular una respuesta técnica, un argumento científico. ¿Cómo explicar el fracaso de la estrategia de inmunidad de rebaño calificada por algunos de “casi genocida”? ¿Por qué no se hicieron pruebas ni monitoreos? ¿Por qué se decidió que el criterio de éxito sanitario sería la disponibilidad de camas en hospitales? En México mueren más trabajadores de salud que en ningún otro país, ¿por qué? ¿Hay manera de explicar la gravedad extrema desatada por el virus?Todo eso debería haber explicado el doctor López-Gatell, pero no, a los enfermos mentales (aquellos que sufren disonancia cognoscitiva) no se les explica nada. Tampoco a las minorías. No merecen una palabra en tanto no se integren al nuevo régimen.

El mensaje es claro: súmense a la dictadura de las mayorías y entonces podremos hablar. Minorías y débiles mentales no son dignos de explicación alguna.

El subsecretario sigue siendo el mismo del pasado 16 de marzo, cuando, al inicio de la pandemia, justificó con argucias políticas al presidente López Obrador por no utilizar cubrebocas en sus giras: “La fuerza del presidente es moral”, dijo, “no es una fuerza de contagio”. La frase de un carantoñero, no de un científico. El hombre sigue fuera de la realidad, es un verdadero caso de disonancia cognoscitiva.

Las convicciones políticas del médico militante están más vivas que nunca. Se siente Cardenal y, lo que faltaba, “Papable”. De ahí su dolor íntimo por el desastroso colofón de la comparecencia armada para su lucimiento y jactancia. 

El senador Miguel Ángel Navarro, presidente de la Comisión de Salud, vio precisado a levantar la sesión y terminarla abruptamente en medio de dos pancartas que, detrás de López-Gatell, gritaban en el Senado: “Exceso de soberbia” y “Exceso de ineptitud”.
Una mañana difícil para López-Gatell. Nada comparable con el pésimo año de todos los mexicanos.

Galerín de Letras

El pasado 4 de junio, el doctor López-Gatell señaló que un escenario catastrófico de la pandemia sería llegar a 60 mil muertos por Covid-19. Ayer la cifra oficial alcanzó los 85 mil 285 muertos. Algunos estudios estiman que las cifras reales podrían alcanzar las 300 mil muertes. Estamos ya en el escenario del terror. Esperemos no llegar al escenario apocalíptico.

Twitter: Dbrondo

El Médico Militante. En la Opinión de David Brondo