En la Opinión de David Brondo

La alianza del PRI, PAN y PRD con miras a la renovación de la Cámara del Diputados el próximo año, dice el escritor Juan Villoro, significa el fin de la congruencia y de las ideologías en el país. Lo ideal, sugiere, sería la desaparición de esos partidos.

El fin de las ideologías no es un concepto nuevo. Desde 1960, el pensador norteamericano Daniel Bell advertía en su ensayo “The end of ideology” sobreel profundo agotamiento del marxismo, el liberalismo y el conservadurismo. La ideología, planteaba, había pasado a segundo o tercer plano en la sociedad moderna.

La guerra fría de los sesenta, los setentas y los ochentas entre Estados Unidos y Rusia revivió, ciertamente, los polos ideológicos: capitalismo y comunismo; rojos y azules y derechas e izquierdas. A la larga, sin embargo, el tiempo pareció darle la razón a Bell. Las ideologías cedieron ante el desarrollo, la economía y la tecnología.

Las nuevas generaciones no consideran necesario asumirse de izquierda, de centro o de derecha. Tampoco como liberales o neoliberales. Sus convicciones están vinculadas a la libertad, al pluralismo, a la igualdad, a la justicia social o a la tolerancia. Esos son los valores que revisten su ideología.

Sin embargo, la creciente polarización del país y el discurso ideológico del presidente López Obrador ha convocado a la sociedad a definirse. Se trata de una retórica plebiscitaria: o estás con la Cuarta Transformación o estás contra el nuevo régimen.

Me atrevería a decir que la mayoría de los jóvenes no compran ese rollo maniqueo. Sin embargo, amplias capas de la población han comprado esa prédica presidencial y se han definido ideológicamente no de izquierda ni de centro ni de derecha, sino simplemente como “lopezobradoristas”.

Así, montado en la popularidad de López Obrador, quien, de acuerdo a todas las encuestas reconocidas nacionalmente cuenta con el 61 por ciento de aprobación, el núcleo de seguidores del mandatario se ha endurecido política, social e ideológicamente.

Es en ese marco que los partidos mexicanos han ensanchado sus fronteras al grado de parecer experimentar, como señala Villoro, el fin de sus ideologías. El PRD viró hacia la derecha en los últimos años; el PAN reivindicó banderas de la izquierda, como la justicia social y el bienestar, y el centro priista siguió girando hacia un lado y hacia otro.

No se trata de cambios románticos, sino de virajes aceitados en el pragmatismo. A punto de desaparecer del mapa, las oposiciones hoy impulsan un proyecto de sobrevivencia: una alianza electoral cuyo objetivo final es anteponer en el 2021 un frente común a la maquinaria implacable de Morena, el partido del presidente.

Tiene razón Villoro. La alianza de los tres partidos de oposición parecería el nacimiento de un “Frankenstein” político sin pies ni cabeza. Pero ¿tienen alguna otra opción estas fuerzas políticas ante la autocracia en ciernes de Palacio Nacional?

Dice Juan Villoro: “En algunos casos están planeando en sumar todo lo que puedan, me parece que ese es el fin de la congruencia, el fin de las ideologías, no significan nada ya, esos partidos”.

Tiene razón el escritor. Tratar de “sumar todo” es un gran problema del apetito insaciable de todos los partidos. Por supuesto que no es consuelo, pero no es privativo de la oposición. En aras de ganar el poder por el poder mismo, ¿no sumaron Morena y López Obrador a su proyecto a Elba Esther Gordillo, a los “niños verdes”, a Manuel Bartlett, a Napoleón Gómez Urrutia, a Manuel Espino, Gaby Cuevas,Nestora Salgado, Gerardo Fernández Noroña y Ricardo Monreal? Hasta el magnate Alfonso Romo cupo. Todos en un mismo costal ideológico.

El gran problema de la oposición, específicamente el PRI, el PAN y el PRD, es que no tienen tiempo. Las elecciones del 2021 están a la vuelta de la esquina. No tienen otra manera de contender en los comicios del 2021 si no es través de una alianza. Los tres partidos enfrentan la posibilidad real de desaparecer de la ecuación electoral del país.

Dice Villoro que el PRI y el PAN son ejemplo de una cleptocracia que sólo se ha dedicado a “robar el país” y, por lo mismo, deben desaparecer “para siempre”. El juicio es radical, contundente. Significa tanto como dejarle toda la cancha electoral a Morena o, más aún, el fin del sistema de partidos.

Sin embargo, habría que decir que si el PRI y el PAN y el mismo PRD no adquieren nuevos compromisos con la sociedad y hacen un mea culpa de sus pecados mejor sería, en efecto, desaparecerlos. Quizá su única posibilidad de sobrevivencia sería, más que una alianza, refundarse, abrirse a la sociedad, extirpar a los cínicos y cribar a todos los corruptos que medran en sus tripas, comenzando por algunos de sus líderes. Avanzar sólo por avanzar —y no perder las parcelas del poder— no tiene sentido: sería un atentado contra la vida democrática. La tarea no es fácil.

Sin esos partidos desaparecieran, ¿qué organización política podría asumirse como una oposición? En las condiciones actuales, ni siquiera hay garantías de poder crear nuevas oposiciones, como lo confirma la aniquilación del partido México Libre y el nacimiento de tres nuevas organizaciones afines al régimen y a Morena.

La alianza del PRI, PAN y PRD puede convertirse en un contrapeso si avanzan en las coincidencias legislativas, en las convergencias ideológicas y en los proyectos comunes contra un sistema que fomenta el presidencialismo, oprime a la oposición, debilita a las instituciones y atenta sistemáticamente contra la prensa y la pluralidad.

Un sistema que, a propósito del fin de las ideologías, promueve un oportunismo y un pragmatismo rampante, digno, apenas, de lo peor del PRI y del PAN. En Nuevo León, por ejemplo, la alcaldesa de Escobedo, Clara Luz Flores, una noche se fue a dormir como una de las más preclaras exponentes del priismo en el Estado sólo para amanecer ungida como candidata a la gubernatura de… ¡Morena!

¿De qué sirven las ideologías y los partidos? Las organizaciones políticas son insufribles. No por nada, Villoro ha señalado que lo más deseable sería el desarrollo de la organización social, en lugar de los partidos de siempre.

En lugar de los partidos de siempre, sí, y de cualquier otro partido. Urge una sociedad más fuerte y más exigente con las organizaciones políticas.

Galerín de Letras

The New York Times reportó que más de un tercio de los estadounidenses viven en áreas donde los hospitales se están quedando sin camas de cuidados intensivos. En El Paso, los hospitales informaron que sólo 13 de las 400 camas de cuidados intensivos no estaban ocupadas. En Fargo, Dakota del Norte, solo había tres y en Albuquerque simplemente no había. Hay que aprender en cabeza ajena.

Twitter: Dbrondo