Editorial 4to. Poder

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“La historia se repite. Ese es uno de los errores de la historia” Charles Darwin

Iniciamos un año crucial para todos los mexicanos, para todos los habitantes donde se habrán de celebrar elecciones, porque la sociedad está de nueva cuenta ante la posibilidad de lograr mediante el sistema político establecido un cambio o seguir con más de lo mismo.

Pero no nos referimos solamente a la cuestión electoral, en el tema económico, que es sin duda de gran peso para lo social y político, también existen previsiones, sucesos que pueden marcar la diferencia, que pueden impulsar el desarrollo y traer bonanza o bien frenarlo y ahondar la crisis, que parece no tener fondo en esta civilización.

Los analistas prevén un escenario complejo a nivel mundial, inestabilidad e incertidumbre financiera, así como expectativas de crecimiento moderado, provocada a partir de los bajos precios del petróleo y la desaceleración de  la economía china.

Las finanzas nacionales resentirán la caída en los precios del crudo, que se viene presentando desde el 2015, en este año, con una reducción del presupuesto de casi 0.5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, estimado en alrededor de 72 mil millones de pesos.

Los precios por barril de petróleo se encontraban por debajo de los 50 dólares al cierre del 2015 y en estos primeros días se desplomó a los 21 dólares por barril,  para este año las previsiones más optimistas señalan que podría darse un repunte de 57 dólares por barril y en un mejor escenario en 67 para mediados de año.

Con precios tan bajos, las expectativas de inversión en áreas de producción de energía se verían detenidas, pospuestas o darse con lentitud no esperada, lo que dejaría sin efecto los beneficios esperados por la Reforma Energética.

Sin embargo, Petróleos Mexicanos (Pemex), en asociación con capital privado, tiene proyectada la inversión de 23 mil millones de dólares para iniciar la producción de combustibles y reducir la importación de gasolinas a nuestro país en el corto plazo.

Pero no aunque complejo, no es desalentador el panorama para este año que recién inicia, la inflación se estima alcanzará el 4.22 por ciento, nivel bajo en comparación con otras épocas y circunstancias similares, lo que refuerza los pronósticos de crecimiento  de 3.5 por ciento, con una estabilidad macroeconómica

Con estos números economistas y sectores de la iniciativa privada  auguran una recuperación del poder adquisitivo en nutridos sectores de la población, con todo y que el Fondo Monetario Internacional (FMI) tiene expectativas de crecimiento para Latinoamérica del 0.8 por ciento

Para México se espera un crecimiento del 3.3 por ciento en el PIB, que si bien está lejos del 5 por ciento deseado y necesario par ala economía nacional, nos aleja de la recesión que viven hoy día países como Brasil y Venezuela

Este futuro esperanzador, tiene que ver en gran medida con lo que viene sucediendo y se espera continúe en la economía de los Estados Unidos de Norteamérica, la recuperación de la mayor economía del mundo, que impacta directamente a México.

Cabe recordar que el 80 por ciento de las exportaciones de nuestro país se hacen a Estados Unidos, un gran porcentaje de ellas a través de la frontera de Tamaulipas, por lo que una cotización del dólar por encima de  los 17 pesos, sí tiene beneficios económicos al menos para el sector exportador

En este marco, también se espera un crecimiento del empleo formal, en un 4.5 por ciento así como de el salario real, estimado en 2 por ciento en términos reales, que ayudarán a mantener los signos de mejoría del mercado interno.

Lo anterior se conjuga a favor de nuestra economía, junto con las previsiones globales que hablan de que por primera vez desde el año 2010, el crecimiento promedio anual en los mercados de los países emergentes deberá comenzar a aumentar a 4.3 por ciento para este año, cifra superior a la del 2015 que fue del 4.0 por ciento.

Para los analistas, al menos tres cuartas partes de las economías emergentes podrán mostrar signos de recuperación para mediados de 2016, mientras que en el caso de Brasil su economía podrá contraerse aún más a -3.5 por ciento en la medida en que lucha por salir de la recesión.

Se prevé que la inversión se convierta en el factor clave para la recuperación de las economías emergentes como la de México y se esperan retornos de los precios de los activos de más o menos 2.7 porciento  de la deuda externa soberana, y de 2.5 a 3.5 por ciento para la deuda corporativa de los mercados emergentes.

El Banco Mundial ha previsto para nuestro país una expansión de la actividad económica, basada en el crecimiento de la inversión y del consumo privado, así como un aumento en las exportaciones manufactureras, destacando un gasto público responsable y menos dependiente de los ingresos petroleros.

Sin duda, todos estos números y previsiones, de poco o nada servirán si las estimaciones favorables no se ven reflejadas en el bolsillo de los mexicanos, cuyo poder adquisitivo ha tenido una línea descendente durante las últimas décadas.