Columna Camina Conmigo

Pues que les cuento, se me ocurrió ver la película de Disney “Descendientes”, es una película musical dónde hablan del destierro de los malvados a “La isla de los perdidos” por la Bella y la Bestia, reyes de los Estados Unidos de Auradon. Sin embargo, Ben (hijo de Bella y Bestia), al convertirse en rey, su primera proclamación es darle la oportunidad de vivir a cuatro hijos de los malvados, ellos son: Carlos (hijo de Cruela de Vil); Jay (Hijo de Jafar); Evie (Hija de la reina malvada) y Mal (hija de maléfica).

Los chicos pasan por una educación en donde se la pasan justificando su mal y culpando a los demás por sus propias decisiones, es decir, ellos son malos (los padres) porque los otros les hicieron algo, y no lo dudo, puede pasar, pero ¿qué acaso ellos no pudieron tomar la decisión de no ser “tan” malos o no ser nada de malos? Sin embargo, es más fácil culpar a los demás, lo veo en el consultorio con “adultos” a cada rato.

Me puse a pensar, qué clase de educación le damos a nuestros hijos, con nuestros prejuicios, nuestros nudos internos, nuestros trastornos mentales, nuestras malas visiones de vida; o, por el contrario, caminamos con ellos y les enseñamos a tomar sus propias decisiones y hacerse cargo de sus resultados, de no culpar a los demás por las acciones que tomamos, de hacerse responsables de lo que ellos y ellas decidieron.

Y es que, en este mundo parece ser que venimos más a desaprender que aprender, porque tomamos decisiones desde los prejuicios enseñados en casa, familia nuclear, amigos, escuela, religión, clubes, etcétera, y menos desde nosotros y nuestros criterios.

En la película vi eso, los hijos de los villanos estaban obsesionados con ser los malos, pero hay una parte de la película en donde Ben (el hijo de Bella y Bestia), le dice a Mal (hija de maléfica): “Bueno, tu madre es la Señora del Mal, y mis padres son un ejemplo de bondad. Pero no somos automáticamente como ellos. Debemos elegir quiénes vamos a ser. Y en este momento veo en tus ojos que no eres mala”. ¡Guau! Me pareció fantástico el diálogo, porque es ¡absolutamente verdad! Yo soy quien decido ser y no soy quienes quieren los demás que sea, aunque en esos “quienes” se incluya a mi madre y mi padre.

Y es verdad, no importa qué nos hayan enseñado, aunque esté mal, le digo a mis consultantes que el bien o el mal es parte de la sociedad en la que nos rodeamos, por ejemplo: En México casar a una hija de 12 o 14 años se ve mal, pero en una sociedad musulmana es tan natural; o que en África en algunas comunidades cortarles el clítoris es tan normal, pero en México eso es una locura; hay sinfín de ejemplos, pero la realidad es que el bien o mal es una construcción social.

Y es que la película nos enseña que no podemos juzgar a los hijos, por los “pecados” de los padres, y mucho menos cargárselos. 

La felicidad y el ser “buenos” o “malos” socialmente depende de cada persona, y no de dónde, cómo o por qué, nacimos en esa familia; nosotros decimos qué hacer, y cómo ser, deja de señalar el pasado, y, escribe tu futuro, desde el presente, desde el aquí y desde el ahora, y camina con tus descendientes para que juntos y juntas construyan por ellos mismos lo que quieran ser y se hagan responsables de eso.

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Por lo demás camina conmigo. Será genial poder ver cómo se puede lograr un mundo mejor.  Hasta la próxima.

descendientes camina conmigo