“y la luz de la lámpara que sobre él se derrama tiende en el suelo su sombra. Y mi alma, del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo no podrá liberarse. ¡Nunca Más!
Edgar Allan Poe -El cuervo
Justo donde estoy por comenzar a escribir, y sin haber tenido palabras para iniciar con lo que será mi nueva columna de “Mandalas al Mar”, me doy cuenta de que hay sentimientos mezclados con tiempo que quizás, solo se pueden compartir con melodías, y la que me dio el inicio para esto se llama “Donde nadas de Lupe Sinsonte”; abajo dejaré el link de Spotify para que sientan un poco a lo que me refiero.
Vengo dándole vueltas a esta nota desde hace tiempo; muchos títulos, temas, pero ninguno que me hiciera sentir comenzar con una nueva faceta de mis letras, hasta que terminé de ver, por segunda vez, la serie de “Wednesday” en Netflix, basada en la hija de los Addams que en Latinoamérica adoptó el nombre de “Merlina”, pero antes de adentrarme a la evolución que yo vi del personaje, quiero compartirles un poco sobre del título de mi columna; desde siempre he sentido cierto agrado por los juegos de palabras, los significados y los simbolismos que estos me vienen representando, y las mandalas son una gran compañía en mi vida secular, desde colorearlas hasta inventarlas con la arena cuando viajo al mar, y justo ahorita me viene que Frida, mi mejor amiga, comparte conmigo esta afición, y del libro que me regaló cuando viajamos juntas a Guadalajara.
Ahora, déjenme presentarles un poco, en muchas culturas y tradiciones, las mandalas son símbolos espirituales y sagrados que representan el universo, y un significado que me enamoró, es que las mandalas sugieren que la vida ha vuelto a encontrar el sentido y el orden. Viajar hacia a nuestro interior sin desarmonizarnos, sin perder el eje, el sentido ni el significado de lo que buscamos; no obstante, a la par de esto tan perfecto como lo son las mandalas, aterrizarlo para el existir produce caos, como lo es la extensión de la mar, o el misterio de la incertidumbre en el ser como lo son sus profundas aguas.
La mar, en su sentido femenino, como muchas antiguos marineros intuitivos y certeros lo recalcaron haciendo referencia simbólica a la fertilidad, es considerada como un lugar de paso entre la vida y la muerte, lo visible y lo invisible. Entonces, dado que yo veo el existir como la unión de todo lo que fuimos, somos y seremos, sin poder dejar fuera el pasado de nuestro presente, y la unión permanente que llevamos en el futuro, el caos – sentido de orden, calma – incertidumbre, quietud- desplazamiento, lo entiendo como un todo en proceso; es decir, somos constante cambio, y la permanencia de nuestro existir es totalmente mutable, el pasado siempre tendrá una conexión con el futuro, mas no inmutable. Mandalas al mar, es el resultado del continuo aprendizaje sobre mi existencia, y la coexistencia con el otro; un otro que, a palabras de Max, a veces le olvidamos por creernos unidad.
Y fue algo que vivió el personaje principal de la serie que les mencioné arriba, Merlina. Haré referencia a ella como se le conoce en Latinoamérica y no como la traducción directa de la serie, que vendría siendo Miércoles.
Merlina, llegó a “Nevermore academy” por haber sido expulsada de la última escuela donde estaba al defender a su hermano menor, sin duda, la venganza del personaje, fue muy peculiar, sino la han visto, realmente recomiendo esta serie bajo la dirección de Tim Burton, que volvió invaluable la historia.
Pero yo me voy a centrar en la evolución del personaje y el vínculo que armó con su rommie, Enid Sinclair. Está demás mencionar que la presentación de estos personajes son totalmente opuestos; una es oscura, sarcástica y fría, con mucha autosuficiencia, soledad por decisión y critica de sus padres, y la otra es un sol radiante, empática, llena de colores, y en búsqueda de la aprobación de sus padres; ambos personajes, evolucionan a lo largo de los capítulos de la primera temporada de esta serie.
Si algo me conmovió mucho de Merlina, fue que no escuchaba ni veía a las personas que estaban a su alrededor, su búsqueda de satisfacción por querer tener la razón en todo, y no respetar las diferencias de los demás, sino ver un poco -o mucho- por debajo del hombro, la lleva a respuestas confusas a pesar de su gran inteligencia y demostradas habilidades, así como a acusaciones que dañaron a otros personajes y poner en riesgo a sus cercanos.
Vino a mi mente una frase de Paulo Freire que dice “Aceptar y respetar la diferencia es una de esas virtudes sin las cuales la escucha no se puede dar” y esa virtud la vimos en el primer capítulo con Enid, al querer abrazar a Merlina cuando llega a Ophelia Hall, y esta, con gesto, la rechaza, lo cual Enid escucha su gesto, y respeta sus límites. Cosa que nuestra protagonista no sabe hacer, pues en lo largo de la serie, vimos como fácilmente utiliza a otros para concretar sus propósitos, esto, le es reclamado por su amiga, y posteriormente, le abandona en la habitación. Incluso “Thing” deja de hacerle caso y se sincera con la vivaracha compañera, diciendo que, literalmente, Merlina le trata como una cosa y a lastimado sus sentimientos al tratarle como nada.
A mi ver, el personaje de Merlina, no ve el respeto a la libertad del ser de sus compañeros, pero se cuestiona, cuando estos le van reclamando, abandonando por decisión, o por accidente, en donde sus decisiones son las que repercutieron y pusieron el riesgo la integridad de sus vidas.
Enid en cambio, es conocida por su empatía con los demás, como lo mencione arriba, Thing, se abre con ella, y esta es capaz de decirle a Merlina, que necesita disculparse con él, si es que en verdad le importa; el desarrollo de este vínculo es sumamente importante para la vida de ellas, y aunque es ficción, se dicen muchas frases que si bien son poéticas, pueden ser utilizadas en la vida real como un encuentro al permitirnos escuchar y respetar a quien coexiste a diario con nosotros.
Al final, después de pasar la ligera guerra por salvaguardar a Nevermore academy, Merlina y Enid terminan envueltas en lágrimas y un abrazo consensuado reflejando la preocupación que sintieron la una por la otra, y el lazo de amistad que se hizo entre ellas a pesar de las visibles diferencias. Ambas, evolucionan su personalidad para beneficio mutuo y propio, sin dejar atrás lo que les da su existencia, es decir, nos dejó ver que no hay nada definitivo en la existencia humana, y que somos total y constante cambio. Si bien lo dijo el filósofo italiano Nicola Abbagnano, “No hay nada definitivo en la existencia humana: definitivo en el sentido de que no pueda perderse, de que no pueda ponerse en duda, de que no pida más decisión y coraje, de que pueda conservarse sin esfuerzo.”
La amistad que se solidifica con Enid y Merlina, es sin duda, la cuestionabilidad de lo que cada una es y el respeto por lo que es la otra. Merlina pudo darse cuenta de que sus vínculos, pueden ser tan importantes como ella misma, y su novela.
Creo, que reconocer lo que fuimos ayer ahí está, pero de otras formas, nos hace reconocernos sin permanecer en el pasado, es decir, la constante evolución de lo aprendido, nos permite ir coexistiendo con las otras, pedirle a alguien que se mantenga como le conocimos al principio, es limitar su existencia a algo que probablemente ya no le siente; y es encerrarlo en prejuicios y etiquetas que pudimos haberle otorgado, que si bien, hay situaciones o eventos que nos alejan de personas, tenemos que permitirnos la duda de si ya no son lo que conocimos de ellas, pero que lo que conocimos de ellas, se mantiene con nosotras, para revolucionarlo con otros vínculos, y saber en lo que yo he cambiado. En palabras simples, puedo terminar mi relación con una persona, porque no iba con lo que yo era o quería en ese tiempo, y el lazo ya no es en el presente, pero, eso no limita a la persona a quedarse siempre en la misma creencia, al igual conmigo, no me limita a quedarme en la misma creencia. Y de que ese lazo, seguirá desde el pasado anclado ahí.
O también, pretender que quien coexiste conmigo se van a mantener inmutables (dígase pareja, amistades, compañeros, familia y familiares) esto, es rechazarnos a nosotros mismas; nada nos garantiza una unión permanente en nada, pero el reconocernos hará más fácil nuestra existencia sobre lo que queremos y lo que vamos creando incluso, creyendo.
Si bien, no todo cambio puede ser beneficio a nuestra causa, el mantenernos alejadas de las etiquetas que le damos a alguien y nos damos a nosotras mismas, puede hacernos más ligera la vida misma y permitirnos desde nuestra revolución el involucrarnos con la existencia de otras.
Creo, que permitir auto explorarnos, nos puede dar la oportunidad de conocer otras maneras de existir, no solo quedarse en la creencia del “así soy yo” sino el interrogarse para decir “también hoy soy esto” o “ya no quiero esto” donde nada es inmutable y todo puede debatirse. Cuestionar lo que somos todos los días, es otra forma de amarnos, y en ese amor, coexistir entre nosotras.
Hoy he vuelto con “Mandalas al mar” y adoraría que me acompañasen en esta travesía de la incertidumbre que es la vida y la existencia; no pretendo cambiar las formas de pensar de quien me lee, tan solo compartir lo que en el presente pasa por las olas de mi alma, espíritu y cuerpo, que pudieran involucrar un poco de todo lo que se conoce diariamente.
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Edición por Estrella Luna