

Casa Teatro Reynosa (CTR) lo vuelve a hacer, les cuento que el pasado sábado 20 de noviembre, este espacio artístico alternativo presentó otra de sus intensas y espectaculares obras, ahora con el tema de salud mental, y el domingo 21 de noviembre, cuestiones políticas actuales, tema que dejaré para la parte dos.
Antes de contarles mi experiencia con la obra y cuál fue ésta, etc. etc., quiero platicarles un poquito de lo que representan estas obras, y qué significa acudir como espectador en CTR.
Casa Teatro Reynosa (así lo encuentran en redes) es un centro cultural independiente que ofrece eventos de diferentes disciplinas artísticas – teatro, música, exposiciones, cine- así como diversos talleres. Es un foro independiente disponible para que artistas de la región puedan jugar y mostrar su trabajo, que definitivamente es una gran labor; el valor, talento y entereza que tienen para presentarse hasta hoy, deja un agradable y jugoso sabor de mente y corazón.
Comencé a ir a CTR con una primera obra que hice mención en una de mis columnas anteriores, temas sociales, políticos y mentales que saben atrapar al espectador desde el primer momento, estas funciones forman parte del Circuito Nacional de Artes Escénicas en Espacios Independientes en el marco del proyecto Chapultepec, Naturaleza y Cultura.
Ahora me tocó presenciar una obra que me dejó con el alma intensa, llamada “El palacio de la Locura, teatro Manicomio 1910-1968” (Inspirada en el manicomio general La Castañeda) la mancha más grotesca en la psiquiatría mexicana, escrita y dirigida por Ricardo Rojas, y actores de la compañía de teatro Tercera Llamada-Tlaxcala-México.
Antes de que sigan leyendo, déjenme decirles que la advertencia de la propaganda dice “categoría C”, quiere decir “público de 18 años en adelante” y yo le advierto lo mismo con mi nota, no me gusta andar hiriendo susceptibilidades con realidades intensas, pues las actuaciones de Karla Caridad Gómez, Silvia Vera, y Emanuel Pichardo, son un golpe a la realidad actual que nos dejó el pasado, y que por supuesto, merecidas de una ovación universal.

“SPOILER ALERT”
Para comenzar, la dinámica que usan en el escenario hace que te involucres mucho más; las luces, el plató en círculo central, donde nosotros podemos verlos muy de cerca. Los personajes que participan en ella son un psiquiatra, una ninfómana, un esquizofrénico y una paciente, clasificada en el pabellón, como infecciosa. Los tres micro monólogos mencionados en la obra te traspasan la ansiedad y el terror que pudieron y vivieron los pacientes en el psiquiátrico Castañeda.
El comienzo de la obra comenzó con una mujer catalogada como Ninfómana, por aprender a disfrutar de su cuerpo y su placer; cabe destacar que, para representar a una mujer adicta al sexo, hay que hacer sentir incómodos a muchos, pues el erotismo, el coito, y una mujer desnuda o semidesnuda son temas tabúes cuando de explicaciones se trata.
Esto me causó un poco de gracia, creo que el público y yo, no nos esperábamos una actuación con tanta fuerza como la que presentó la actriz, pero me llevó a la conclusión de que muchas mujeres pueden ser encasilladas como p*ta$ solo por vivir libremente su sexualidad, y no estoy refiriéndome únicamente al tema de la independencia carnal, en Reynosa falta demasiada educación sexual, porque educar en sexualidad integral no es enseñar a ponerse un condón nada más, es también conocer nuestros gustos, y cómo no frustrarnos en el proceso, ¿Por qué digo esto? Porque si la gente pudiera ver con más naturalidad el género, la sexualidad, genitalidad, sexo como acto de amor propio, dejaría de crucificar a otros, es más, dejaría de flagelarse por sentir placer en sí misma, sin saber que los orgasmos reducen el distrés y por lo tanto disminuyen las enfermedades.
Ahora, vemos con desprecio a personas que “tocaron fondo” en el alcohol, después de ser “exitosos” y los vemos mal olientes, sin sentarnos a pensar ¿cuál fue la razón por la que llegaron ahí? Muchos (a veces me incluyo) creemos que cayó por debilidad, sin pensar en que fue por ser demasiado fuerte y no ponerse en primer lugar, dejar que otros abusaran de la ganancia que producía, a eso se refirió el segundo paciente del micro monólogo, un boxeador que llegó a la cima, pero nadie, nadie le ofreció ayuda emocional para sobrellevar el golpe de la mentada “fama” y así, lo mandaron a la lona, perdiéndolo todo, incluso a él mismo. ¿Cuántos de nosotros nos hemos desorientado por no pedir ayuda a tiempo? Y no tiene que ser precisamente en el alcohol. Los deportistas también necesitan apoyo terapéutico, exigimos medallas en juegos olímpicos, pero no sabemos cómo ayudarlos a llegar por ese emblema.
OTRAS COLABORACIONES… DALE CLICK
Eso sí, el grito en el cielo cuando tocan a santos, vírgenes y talismanes milagrosos; ya no estamos en el siglo pasado, ahora todo podemos denunciarlo y aun así siguen muchas víctimas, porque los abusos van evolucionando, así como evoluciona la tecnología. Algo que no hemos podido arrancar de la cultura mexicana es la fe, y el problema no es la fe, sino el fanatismo religioso, que te hace violentar a quien no cree lo mismo que tú y a callar todas las atrocidades de aquellos que se autoproclaman enviados de la divinidad, y la única divinidad que profesan es de labios hacia afuera, ya que por dentro llevan la basura del sepulcro; su abuso detrás de bambalinas es atroz, dañando las almas de infantes, no solo espiritualmente sino sexualmente, y quien lo denuncia solía convertirse en loca, o enviada de satanás, de esto y la culpa que la sociedad pueda incluir, a veces no sabemos cómo reaccionar cuando nos destrozan el alma, y la locura llega indudablemente a gobernarnos, así lo percibí en el tercer micro monólogo.
La historia del enorme manicomio “La Castañeda” que hasta hace poco existió en Mixcoac, fue conocido de muchas maneras, tal cual la obra nos lo recuerda, el palacio de la locura, la casa de los locos, Locópolis, el recinto que albergaba a todos los “locos” de Ciudad de México.
Tal como relata Paulina, la ciudad parece haber olvidado que lo que hoy son las torres de Mixcoac antes era un manicomio que albergó a más de 60 mil pacientes, catalogados algunos como “homosexuales”, “prostitutas” o “epilépticos”. Un manicomio implementado, obviamente en el porfiriato, como símbolo de “progreso” para celebrar el centenario de la independencia de México en 1910; ¡íjole! De veras que la corrupción no mide fronteras y daña un chorro de personas, pero de corruptocracia y otras reflexiones platicamos en la parte dos.
Mientras tanto, deseo que ésta y cada publicación de Té de Mujer te permita ver a tu interior, y los alrededores de lo que tú eres, sea confortable para ti, para mí, para todas, todos, todes y nos permita priorizar nuestra salud mental, no dejen atrás la canasta básica; leche, huevos y terapia. No dejen de buscar la cultura en la región, hagamos de Río Bravo y Reynosa ciudades más grandes y bonitas. Igual que siempre les invito a seguirme en todas mis redes sociales, me encuentran como Amayrani Garza Gall (Facebook, Twitter, Instagram y Tik Tok) pueden escribirme a ellas, sus dudas, historias, inquietudes, y lo que opinas de cada idea loca que pasa por el alma de esta columnista para dejarlo escrito en redes, mi email tedemujer@gmail.com O si prefieres leer, puede hacerlo en https://tedemujer.blogspot.com/ y/o escucharme en Spotify en los podcasts de Té de Mujer.
Reciban de mí un abrazo lleno de fuerza y paz.