Cómo garantizar tu legado digital

148

Por El País

Conservar el material digital es más complejo de lo que a primera vista pueda parecer. A la temprana caducidad de los medios de almacenamiento se suma la caducidad de las tecnologías empleadas para codificar la información digital, creando un caos organizativo que desborda tanto a los usuarios de a pie como a los responsables de las instituciones que gestionan grandes volúmenes de contenido digital.

Cuando era un niño, recuerdo las tardes en las que visitábamos a mis abuelos, y estos sacaban unas cajas metálicas repletas de fotografías en los más diversos formatos y tamaños, en las que aparecíamos sus nietos, sus hijos, ellos mismos, sus padres y, en algunas de ellas, incluso algún abuelo. Algunas fotografías se obtuvieron décadas atrás, y otras eran bastante más recientes, pero en todas ellas encontrábamos un encanto especial. Estoy seguro de que esa experiencia ha sido compartida por algunos de los lectores, y, en cierto modo, a todos nos gustaría que nuestros nietos, en el futuro, pudiesen vivir experiencias similares. Sin embargo, no lo tendrán tan fácil, a no ser que tomemos ciertas medidas desde ahora mismo. 

Hoy en día, una inmensa mayoría de fotografías son tomadas con dispositivos digitales. Entre otros detalles, eso significa que la película fotográfica (que puede perdurar, conservada sin demasiados cuidados, hasta décadas) ha sido reemplazada por la codificación de las imágenes en distintos formatos y su almacenamiento en archivos digitales. ¿Cómo será, pues, la caja metálica que en el futuro legaremos a nuestros nietos? Pues sin duda será un dispositivo de almacenamiento digital que deberemos reproducir con la ayuda de algún lector específico. Pero no es tan sencillo.

La conservación del material digital es uno de los grandes retos de las últimas décadas para individuos e instituciones. Más allá de la disciplina de realizar copias de seguridad del contenido considerado valioso, un usuario debe ser consciente de las amenazas a las que se enfrenta y que pueden hacer que dicho contenido se pierda para siempre:

1. La vida media de los soportes digitales es muy corta, si la comparamos con los medios tradicionales como el papel o la película fotográfica. Si tiene usted más de diez años de experiencia en el uso de ordenadores en el ámbito personal o laboral, es seguro que habrá intentado alguna vez leer contenido de un disquete o un CD, fracasando debido a que el medio de almacenamiento estaba deteriorado.

2. Incluso suponiendo que el medio estuviese en buen estado, ¿tiene su ordenador un lector de ese tipo de soporte? Probablemente ya no.

3. La vida media de los formatos digitales es igualmente breve. Si usted tiene veinte o más años de experiencia, es muy probable que haya trabajado en los años 90 con procesadores de texto que han dejado de existir y que, por mucho que usted conserve los documentos en un medio no deteriorado, y tenga el lector adecuado, no tenga a su disposición el programa de procesamiento de texto con el que los creó. O, si lo tiene, dicho programa no se puede ejecutar en los ordenadores modernos puesto que sus sistemas operativos no son compatibles.

Como ven, nuestros nietos no lo tienen nada fácil. La conservación a largo plazo de la información digital se está intentando garantizar en tres líneas fundamentales:

– Conservación del medio: tener siempre la información en un medio en buen estado y para el que se disponga de los mecanismos de lectura adecuados. Eso requiere una política de refresco de la información de medios antiguos a medios modernos cuando un cambio tecnológico se ve imparable (por ejemplo, cuando se abandonó el soporte magnético para dar paso a los discos compactos).

– Conservación de la tecnología: disponer del software necesario para leer el contenido de los medios de almacenamiento para poder reproducir adecuadamente el contenido digital. En general, la solución más segura para estos casos es proporcionar el entorno hardware/software en el que se creó el documento; si no se dispone del hardware adecuado, el uso de emuladores es una solución más que aceptable.

– Conservación intelectual: en ocasiones, al abrir un documento antiguo con un software moderno nos hemos encontrado con la sorpresa de que algunas cosas no están como en el original (por ejemplo, el tipo de letra ha cambiado debido a los cambios del sistema operativo). En muchos casos es aceptable, pero en otros no lo es tanto. La solución a este problema es bastante más compleja. En la actualidad, la utilización de formatos específicos como PDF para textos, y otros para otro tipo de información, garantizan la uniformidad, pero no se sabe hasta cuándo.

Por todo ello, les recomendamos que, si quieren dejar tras de ustedes un legado digital, tengan en cuenta los riesgos que hemos mencionado y tengan la disciplina y anticipación suficientes para que, realmente, un día no tengan que hacerse la pregunta que encabeza este artículo.