Comer pescado con mercurio podría aumentar el riesgo de esclerosis

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Por ABC

El pescado es un componente fundamental de toda alimentación saludable. Y es que comparado frente a otras fuentes de proteínas, caso de la carne roja, el pescado no solo no incrementa el riesgo de enfermedades tan graves como las cardiovasculares, sino que lo reduce. Sin embargo, hay un problema: el pescado, muy especialmente los grandes peces como el atún o el emperador, también es fuerte de mercurio, altamente tóxico para el organismo. De hecho, un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores del Colegio Dartmouth en Hanover (EE.UU.) alerta que el consumo de pescado o marisco con altos niveles de mercurio podría llegar a duplicar el riesgo de padecer esclerosis lateral amiotrófica (ELA).

‘Cultivado’ o salvaje
La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) es una enfermedad degenerativa ocasionada por la muerte de las neuronas motoras –o ‘motoneuronas’–, responsables de llevar los impulsos nerviosos del cerebro y la médula espinal a los músculos voluntarios del organismo. Una enfermedad de la que cada año se diagnostican cerca de 900 nuevos casos en nuestro país y para la que no existe cura. En consecuencia, y dado su carácter progresivo, la esperanza de vida media de los pacientes no supera los tres años. Y es que aún a día de hoy no hay ningún tratamiento capaz de frenar su evolución.

Pero, exactamente, ¿qué causa la ELA? Pues la verdad es que no se sabe. Sin embargo, algunos estudios han sugerido que el mercurio puede ser un factor de riesgo para la aparición de la enfermedad. Y en este contexto, la primera fuente de exposición al mercurio en muchos países, caso de Estados Unidos, es a través del consumo de pescado contaminado con este metal neurotóxico.

Para llevar a cabo la investigación, los autores evaluaron los hábitos de consumo de pescado y marisco de 294 pacientes diagnosticados de ELA y de 224 personas sin la enfermedad –el consabido ‘grupo control’–. Y asimismo, analizaron tanto la procedencia del pescado –piscifactoría o pesca, y dónde había sido ‘cultivado’ o pescado– como los diferentes tipos de especies consumidas. Y es que a mayor tamaño y longevidad del pez, mayor es la cantidad de mercurio que contiene. Así, se estima que el pez espada y el tiburón son ‘ricos’ en mercurio, metal que por su parte se encuentra en bajas cantidades en peces como el salmón o la sardina.

Finalmente, los investigadores midieron los niveles de mercurio en muestras de las uñas de los pies de los pacientes de ELA y los compararon con los de los voluntarios ‘sanos’.

Todos los participantes fueron incluidos en cuatro grupos –o ‘cuartiles’– en función de su exposición anual al mercurio. Y de acuerdo con los resultados, los participantes en el cuartil superior que comían pescado o marisco con regularidad tuvieron el doble de riesgo de padecer ELA que aquellos en el cuartil inferior. De hecho, el 61% de los pacientes con ELA se incluyeron en el cuartil con mayor exposición al mercurio, porcentaje que en el caso de los participantes sin la enfermedad se estableció en el 44%. Además, la presencia de mayores niveles de mercurio en las uñas de los pies también se asoció con un incremento del riesgo de ELA.