El legado de la doctora
Clara García Sáenz
Los alumnos de la licenciatura en Historia de la UAT recordaron en el altar de muertos a la doctora Carmen Olivares, estos universitarios no la conocieron, pero su entusiasmo por incluirla en este homenaje me conmovió, porque pude ver como su legado en la promoción del estudio de la Historia en Tamaulipas ha trascendido.
Hace algunas semanas, su familia entregó al Archivo General e Histórico del Estado de Tamaulipas su biblioteca personal que incluye más de mil libros, fotografías, notas y documentos; en la ceremonia de entrega, su sobrino Arturo Tello Olivares recordó a la Doctora como una maestra siempre dedicada a la enseñanza.
Ese día, el Archivo preparó una exposición de fotografías y otros documentos interesantes que forman parte de este acervo, los títulos académicos, algunas de sus obras escritas y objetos personales utilizados en su trabajo educativo y se develó la placa con su nombre, que desde ese día lleva la biblioteca y el acervo documental.
Revisando parte del acervo que fue entregado al Archivo, me ha sorprendido su biblioteca riquísima, joyas antiquísimas de la literatura mexicana, libros raros, hermosos, peculiares. Sus libros publicados van desde la elaboración de cantos y juegos para niños, pasado por el diseño de un método para la enseñanza de la matemática moderna en México hasta llegar a su fase de historiadora con investigaciones publicadas acerca de Juan B. Tijerina.
El ver que su nombre lo lleva la biblioteca del archivo estatal es un verdadero homenaje a quien nos seguirá enseñando a través de su obra y su acervo bibliográfico; como es igual de gratificante ver como los estudiantes de la licenciatura de Historia preservan su memoria como la impulsora de ese proyecto que se antojaba imposible y que aún en la actualidad sigue enfrentando retos.
La tenacidad con que la comunidad académica de la licenciatura en Historia defiende su permanencia, es herencia de ese gusto por la necesidad de enseñar que preservamos de la Doctora Olivares, a quien conocí en la cocina de su casa de la calle Hidalgo, en al fondo de la mítica Botica Central; Altair Tejeda de Tamez me había enviado con ella para que le plateara la posibilidad de abrir una corresponsalía del Seminario de Cultura Mexicana en Ciudad Victoria.
Ambas habían estado interesadas en el proyecto y la maestra Altair pensó que sería posible bajo el auspicio de la Universidad, cuando me entusiasmé con el proyecto me dijo: “sólo si Carmela –como ella le decía- acepta la presidencia lo formalizamos”; yo ignoraba de su esfuerzo incansable por la promoción de la educación y la cultura. Con la alegría y optimismo que la caracterizaban, logró siempre lo que se propuso, en su permanente vocación por impulsar la educación.
Seguramente su presencia seguirá viva en su familia, en sus alumnos, pero también en la en cada uno de los estudiantes de Historia de la UAT que reconocen el impulsó que le dio a este proyecto y seguramente disfrutarán la oportunidad de recrearse al consultar su acervo bibliográfico que está a disposición de quienes les interesa el estudio. E-mail: claragsaenz@gmail.com