Rutinas y quimeras
Asunto de privilegios
Clara García Sáenz
Los artistas están enojados, dicen que la Cuarta Transformación no les ha cumplido, que los presupuestos se recortaron y no alcanza para el gran proyecto cultural que se habían imaginado existiría con el triunfo de Andrés Manuel López Obrador.
Pero el enojo es producto no de la imposibilidad de crear, de la censura o la persecución; no, es por el asunto del dinero. Las grandes partidas presupuestales destinadas a jugosos negocios millonarios que las supuestas asociaciones civiles hacían, disfrazándolos de proyectos culturales, los dispendios para realizar actividades y todo tipo de eventitis en pro de la cultura desaparecieron con el nuevo gobierno.
También vinieron los recortes presupuestales en las oficinas y programas gubernamentales. La precariedad laboral en la que vivían cientos de trabajadores del sector cultural se agudizó y llevan ya varios días protestando y paralizando oficinas; aunque este último asunto no es nuevo, ahora parece preocuparle en gran medida a artistas y medios de comunicación que fueron privilegiados y ahora también sufren la austeridad del nuevo gobierno.
El enojo es grande y más cuando artistas como Jesusa Rodríguez, senadora por Morena salió a decir que las becas del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) deben desaparecer. “Lo he dicho siempre y lo voy a seguir diciendo, no estoy de acuerdo con el arte subsidiado, “sigan siendo excelentes, pero váyanse a la iniciativa privada, dejen de vivir del presupuesto, eso es todo, qué tiene eso de malo. “Ese es el proyecto que ahorita se está planteando, primero los pobres, eso es lo único que estamos diciendo, es momento de voltear a ver a las personas que no han tenido nada nunca, en toda su vida, ni siquiera una esperanza de poder comer al día siguiente”.
La polémica se agravó cuando el flautista Horacio Franco le contestó “No estoy de acuerdo con su postura porque ella misma tuvo la Beca Guggenheim. Pero, aparte de todo, los artistas no podemos sostenernos de un sistema en el cual la Iniciativa Privada no está preparada y no tiene los incentivos fiscales para apoyar a los artistas. Los artistas no podemos dejar de sobrevivir sin las becas del FONCA, ya que es un sistema envidiablemente bien fundamentado, un sistema benemérito en este país, totalmente comprobado que funciona. Que, sí, en un momento dado le ha dado premios nacionales a gente que no lo merece, a algunos aficionados a las artes, a gente que no lo necesita o a quien no ha correspondido, y también estoy muy en contra de eso, pero no se puede generalizar. Si nos quitan ese sistema, que no tienen países como Inglaterra, nos dejan desprovistos de uno de los bastiones culturales más fuertes que tiene México”.
Casualmente por estos mismos días se formó en la Ciudad de México el Consejo Mexicano de Escritores Independientes (CMEI) me llamó poderosamente la atención por las curiosas declaraciones que hicieron para explicar su surgimiento: “La cultura oficial, desafortunadamente, nunca ha volteado sus focos a la riqueza de la cultura independiente”. Aseguraron sus integrantes que “en primera instancia se buscará bajar los recursos que nos pertenecen y, a su vez, basarnos en las estrategias de autogestión que hemos desarrollado a lo largo de más de 15 años”.
Queda claro que, hasta el día de hoy, muchos proyectos culturales de asociaciones civiles y gestores culturales independientes han dejado de ser aceitados con los jugosos presupuestos gubernamentales.
El Estado siempre ha mantenido a una élite intelectual y ha manejado las prebendas de la cultura a través de camarillas y burocracias doradas, ahora que el dinero se necesita para palear necesidades que muchas veces esas camarillas artísticas no parecen comprender, conocer, asumir que la mitad de los mexicanos viven en una pobreza espantosa.
Por otro lado, muchos gestores culturales acostumbrados a “gestionar” únicamente recursos del Estado se desgarran las vestiduras diciendo que es lamentable que el presupuesto no los contemple y que eso puede provocar que esta profesión desaparezca; lo que demuestra su incapacidad para autogestionarse o buscar mecenas empresariales, los cuales, según estos gestores, no cuentan con la sensibilidad suficiente para patrocinar proyectos artísticos, a lo que habría que recordarles entonces que parte de la gestión implica el convencimiento de la iniciativa privada para que participe en la cultura, pero tal parece que muchos se acostumbraron a que solo el Estado debe ser su proveedor.
La discusión de quién debe pagar por la producción artística y cultural, dará mucho de qué hablar aún. Por lo pronto me quedo con aquella cita del “Diario de Ana Frank” cuando pregunta “¿Por qué se gastan cada día millones en la guerra y no hay un céntimo disponible para la medicina, los artistas y los pobres?” a lo que yo contestaría: tal vez porque siempre hay prioridades.
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