Columna Rutinas y quimeras

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Clara García Sáenz

Educar en el patrimonio cultural

La mercadotecnia educativa nos conmina permanentemente a que los jóvenes deben de elegir carreras que sean económicamente redituables; incluso, esta tendencia ha permeado hasta las universidades públicas, donde los valores formativos se han tergiversado sometiéndolas a procesos de evaluación donde al educando se le ve como un cliente. Los procesos de calidad como el ISO así los consignan.

Por otro parte la modernización del discurso educativo nos ha hecho modificar la currícula de la educación donde paulatinamente el estudio de las humanidades va desapareciendo, empezando por materias como filosofía y últimamente historia.

La globalización y el neoliberalismo nos exigen que seamos prácticos y eficientes a tal grado que lo que no redunde en un producto final del saber hacer, no es rentable para la enseñanza. Así, podemos ver cómo las carreras universitarias de humanidades cada vez se van quedando con menos alumnos como consecuencia de una falta de información en grados inferiores que redunda en un desconocimiento de sus contenidos y la presión social de elegir carreras “rentables” donde se aprenda a ser “productivo”. Basados en el principio de la “demanda” para generar la “oferta”, las universidades se mueven en dos propósitos: ser una “respuesta social” y a la vez “una propuesta social”, de tal forma que, en las últimas décadas se han dedicado a ser una respuesta del mercado y han abandonado el segundo propósito.

La economía y la tecnología parecen que han hecho crecer sus beneficios, a la par que los problemas sociales crecen y se agudizan. La preocupación de los organismos internacionales como la UNESCO dedican sus esfuerzos a orientar políticas donde se mejore la calidad de vida de las personas y sus comunidades a través de diversas acciones enfáticas de la cultura. Sin embargo, las respuestas a los problemas humanos caminan lentas e indiferentes en un mundo globalizado regulado por la demanda y la oferta. La condición humana cada vez cada vez más denostada ante los avances tecnológicos, vive un trágico momento, según la UNESCO, “por primera vez en la historia, la humanidad es predominantemente una especie urbana”.

¿Qué significa esto? Según cifras aportadas por la misma organización se calcula que en el 2030 habrá 41 mega ciudades con al menos 10 millones de habitantes y más del 50% de las personas a nivel mundial habitarán en la ciudad. Lo que redunda en mayor marginación, menos espacios públicos, mayor impacto medioambiental negativo, desempleo, desigualdad, discriminación y violencia.

En busca de soluciones efectivas, la UNESCO elaboró una propuesta conocida con el nombre Agenda 2030 que plantea 17 objetivos de desarrollo sustentable donde los países miembros del organismo se comprometieron a combatir la pobreza, la desigualdad y la injusticia, promoviendo la sustentabilidad de las ciudades. El objetivo 11 está dedicado a la cultura que señala: “lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean más inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”.

Para la UNESCO la cultura debe jugar un papel preponderante para lograr este propósito y elaboró un informe mundial donde presenta la situación actual del mundo dividido en ocho regiones, sus características, necesidades y propuestas. Haciendo énfasis que siendo el patrimonio cultural el testimonio vivo de la memoria histórica, se debe dar especial relevancia a su tratamiento para que a partir de su rescate y valoración las personas y comunidades puedan reconocerse en él, preservando su memoria, su dignidad y los espacios que habitan.
Por su parte, el Consejo Europeo elaboró una recomendación desde 1998 donde señalaba la necesidad de educar a los jóvenes en las diversas culturas, ciudadanía y democracia, generando actitudes de compromiso con la cultura y el patrimonio por largo tiempo. Convencidos de que el patrimonio cultural es la base del desarrollo de Europa se requieren expertos que se dediquen a la difusión, investigación y enseñanza. Concluye que el educar en el patrimonio cultural es un factor de tolerancia, buena ciudadanía e integración.

En el año del 2007, la misma UNESCO creo un espacio con sede en la Universidad Politécnica de Valencia para dar origen a un proyecto estratégico que llamó Fórum Unesco Universidad y Patrimonio. La razón por la cual se piensa en las universidades es porque “son instituciones permanentes en el tiempo, están vinculadas a la juventud y, por tanto, al futuro de la sociedad civil, desarrollan la investigación como parte constituyente del avance del conocimiento, son en general, instituciones concienciadas con el valor patrimonial y con la importancia de la educación”.

En el año 2012 se fundó la Cátedra UNESCO fórum universidad y patrimonio con el objetivo de involucrar a profesores, investigadores, estudiantes y profesionales de todo el mundo en la realización de actividades en favor de la protección y salvaguarda del patrimonio cultural y natural, en consonancia con los ideales de la UNESCO. Actuando en tres asuntos: el desarrollo cultural, la protección del patrimonio y la divulgación, y a la implementación de las convenciones internacionales relativas a la protección de bienes culturales.

Estas acciones nos muestran la necesidad actual de cómo la enseñanza universitaria, especialmente la que se ocupa de los temas del patrimonio cultural son respuestas concretas, evidentes y urgentes para resolver los problemas presentes y futuros de la humanidad.

Despertar el interés del estudio del patrimonio cultural, ampliar su espectro de trabajo para la formación profesional, procurar su valoración y difusión desde la universidad debe redundar en comunidades más informadas y comprometidas con su entorno, capaces de preservar su memoria, transformando los paisajes hostiles en espacios de convivencia, resistiendo a la destrucción y deforestación.

El estudio del patrimonio cultural en las universidades, no debe responder a la necesidad de la demanda mercadológica sino a la necesidad de formar profesionales capaces de enfrentar y resolver los retos de la humanidad como especie urbana. E-mail: claragsaenz@gmail.com