La vida no tiene límites
Clara García Sáenz
“Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados”. Este inicio memorable de “El amor en los tiempos del cólera” me recordó uno de los consejos de su autor, el colombiano Gabriel García Márquez, cuando hablaba de la escritura. Decía que siempre se debía cuidar el comienzo de un texto porque de eso dependía atrapar al lector.
En mi época de estudiante universitaria, los libros que leí de García Márquez siempre fueron prestados, porque mis bolsillos no alcanzaban su costo, pero nunca leí esta novela, después otros autores me condujeron por otras historias y pasado el tiempo, su lectura formó parte de una interminable lista de espera de lo que se deja para después y terminaba eligiendo otras historias que hoy no recuerdo.
Hace algunos días me topé con ella y no paré hasta que las obligaciones diarias me impidieron continuar su lectura, nuevamente, como una vorágine, la narrativa extraordinaria del colombiano me había atrapado y sumergido en el mundo paralelo que se habita cuando las historias que leemos nos impactan.
Entonces recordé otra enseñanza de García Márquez, cuando contaba su experiencia con la lectura del Quijote y afirmaba que un libro llega al lector cuando tiene que llegar, ni antes ni después, porque él logró enamorase del Ingenioso Hidalgo hasta el cuarto intento y por casualidad; lo encontró en un sanitario, lugar donde empezó a leerlo de manera alocada.
Ahora que me encuentro en la edad en que la ardiente juventud da paso a una etapa en que se observa la vejez en las vida de muchos seres queridos, un libro así es posible comprenderse en muchas dimensiones, desde el amor en todas sus vertientes hasta las críticas descarnadas de una perpetua guerra civil que vive Colombia, pasando por la denuncia aguda de una destrucción voraz de la flora y la fauna del Caribe, la vida de los desposeídos, los privilegios de la aristocracia y la vida libre de los hombres y mujeres que viven en el puerto.
Las reflexiones sobre la condición humana estremecen; sobre el suicidio de un paciente, el doctor Juvenal Urbino, dice: “Cada quien es dueño de su propia muerte, y lo único que podemos hacer, llegada la hora, es ayudarlos a morir sin miedo y sin dolor”. Acerca de la felicidad de los pobres: “y seguiría viviendo como siempre y sin quejarse de nada en este moridero de pobres donde había sido feliz”.
Es quizá para mi gusto la mejor novela de García Márquez, es su gran novela de amor, más allá de otras o de la emblemática “Cien años de soledad”, por dos razones fundamentales, primero nos cuenta la historia muy trillada del drama amoroso de unos enamorados que les impiden verse y ella termina casándose con otro hombre al cual no ama y segundo, nos cuenta el final de esa historia al principio de la novela, que es el propósito que el enamorado despechado se plantea para realizar ese amor.
Pero hay algo más, durante la novela el lector cree deducir rápidamente porque la obra se llama “El amor en tiempos del cólera” sin embargo, el final sorprende con una segunda dimensión del verdadero por qué.
Da también a lo largo de la historia un poder absoluto a las mujeres sobre el sexo, los hombres existen en función de las decisiones de ellas sobre su cuerpo, mientras que Florentino Ariza es violado, sometido a una humillación de nunca saber quién fue la autora de esa experiencia desconcertante, Leona Cassiani recuerda con pasión a su violador, lo buscaba y lo espera, sin olvidar ardientemente el día que en las Escolleras de los Ahogados un hombre robusto la tomó a la fuerza.
Pero García Márquez no se detiene ahí, afirma en boca de Juvenal Urbino que “los hombres somos unos pobres siervos de los prejuicios. En cambio, cuando una mujer decide acostarse con un hombre, no hay talanquera que no salte, ni fortaleza que no derribe, ni consideración moral alguna que no esté dispuesta a pasarse por el fundamento: no hay Dios que valga.”
“El amor en los tiempos del cólera” es un canto a la vida, al amor, a la espera, a la juventud, a la vejez, a la capacidad humana de ser feliz aun en la tristeza, a la libertad.
Es una obra magistralmente narrada; lo que la hace ser, no es el drama que la fundamenta que, como dije, puede resultar trillado a primera vista, sino la extraordinaria forma en que se nos cuenta la historia, la desventura, el sexo y hasta por momentos la perversión de los personajes, que suenan dulces y entrañables para el lector. Sin duda, la gran novela de amor de García Márquez; sin duda, su mejor novela.
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