Columna Las ruinas circulares

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Los nadie

Por Marcos Rodríguez Leija

“La maestra” no es profesionista, ella es nada, nadie, es invisible para los gobernantes que viajan trajeados y envueltos con perfumes caros en camionetas blindadas y protegidos por un convoy de militares.

“La maestra” no tiene propiedades ni familia que la atienda cuando se enferma. Ella duerme en una banqueta, defeca en los jardines de la presidencia municipal y hurga en la basura para calmar el hambre.

“La maestra” es indigente y divaga por la calle principal de Nuevo Laredo. Su esquizofrenia le impide recordar su nombre, de dónde viene, cómo fue que llegó al lugar de la demencia y al olvido.

“La maestra” quizá un día tuvo un sueño como otros que también son nadie para las autoridades y padecen los peores males: el desempleo, la falta de una educación gratuita, digna y moderna; la falta de agua potable, drenaje, salud, la falta de seguridad pública y hospitales.

“La maestra” lleva puesta siempre la misma ropa. Un faldón largo, sucio y una camiseta blanca y percudida con el emblema de la campaña electoral del presidente electo Enrique Rivas Cuéllar.

Para ella no ha llegado el cambio que otros tanto pregonaron. Desde el gobierno de Carlos Cantúrosas Villarreal ella y otros seis pordioseros duermen frente al gobierno municipal, afuera del Scotiabank, una institución bancaria ubicada en la avenida Vicente Guerrero y Maclovio Herrera.

Pero “La maestra” no sabe que aquí es la ciudad de los discursos, donde los pobres no tienen más alternativa que el “Padre nuestro” para protegerse de la delincuencia y para salir de la miseria, porque los avezados de la lengua que despiertan falsas esperanzas se olvidan de todo lo que un día prometieron, se olvidan de todos y se vuelven ciegos ante la realidad que vive la gente.

“La maestra” tampoco sabe que aquí los políticos mesiánicos no multiplican panes, ni peces, ni cumplen la promesa mágica de hacer llover café o la buena suerte. Y pasa lo que siempre pasa, que aquí no llueve el cambio de ayer, ni la modernidad de hoy, ni la transformación del mañana, aunque “los nadie” levanten la mano izquierda o se levanten con el pie derecho al día siguiente o se vistan con los colores de la bandera o cambien de escoba con el año nuevo.

“La maestra es hija de nadie, dueña de nada, es ninguna, es ninguneada, va por las calles con la vida muerta, jodida, re-jodida, porque ella es nadie aunque sea un ser humano, una ciudadana con derechos, pero nadie aboga en su defensa porque para los políticos “los nadie” no son seres humanos, sino recursos humanos o votos que no tienen rostro ni nombre, sólo brazos que les exigen extender para hacerles reverencia o dedos pulgares que les piden que levanten en las campañas electorales para hacer un comercial o tomarles una foto.

Los nadie sólo figuran en la prensa cuando mueren atropellados, de insolación, de hambre o de frío pero a pesar de ello para los gobernantes siguen siendo nadie.

¿Qué hacen un secretario de gobierno, un regidor, un presidente municipal cuando viajan en sus autos de lujo por las calles?

¿Qué mundo habitan? ¿Observan a su paso las heridas de la ciudad y de la gente o sólo se adentran al mundo ficticio y color de rosa que proyectan a través de que sus celulares en las redes sociales?

¿Dónde están la sensibilidad y el humanismo del DIF? ¿Dónde la solidaridad y la acción del Instituto Municipal de la Mujer? ¿Dónde están los programas de Desarrollo Social y de Salud Pública? ¿A dónde mira el presidente electo cuando sale a rendir honores a la Bandera o cuando recorre la ciudad en su camioneta blindada? ¿A un futuro puesto aún sin atender el que hoy ostenta?

Pareciera que el perfil de sus cargos es no ser sensibles, ni pensantes. Basta mirar a nuestro alrededor en cualquier esquina para saber que están extremadamente lejos de la responsabilidad de sus cargos.

Es otro lo mundo, otra ciudad los que habitan. Por eso “La maestra” es invisible y sigue ahí, durmiendo en la banqueta y divagando por la calle, frente a la presidencia, con su playera percudida y manchada de promesas; porque “los nadie”, como diría Eduardo Galeano, son eso, nada, nadie y para los gobernantes cuestan menos que la bala que los mata.

Marcos Rodríguez Leija es Premio Nacional de Periodismo 2000-2001 y forma parte del diccionario de escritores mexicanos del siglo XX.

Contacto: marcosleija@gmail.com