Tiempos de introspección

Hace poco me preguntaron por qué a pesar de ser ministro (presbiteriano por convicción, pero no pertenezco a ningún club presbiteriano, soy completamente emergente, libre de asociaciones con un sesgo un poco (o mucho) confiables), por qué no celebraba navidad, la respuesta para mí es simple, no creo en el día que se celebra, la celebro de otra manera, pensando ¿cómo ser mejor para mí y los que me rodean? Todos los días.

Para los que me conocen soy pastor presbiteriano post-teista, y antes de eso (por encima y por mucho), soy teólogo. ¿Qué es un post-teista? Es una visión de la postura de cómo se ve a Dios, no es nueva, aunque algunos quieren presumir que sí lo es; la idea viene desde mediados del siglo XX no sólo con las ideas de “la muerte de Dios” y todos sus exponentes, sino también con el modernismo y postmodernismo.

La idea de esta visión es dejar de poner todo en las manos de Dios y activarnos nosotros, pues las manos de Dios somos la humanidad, y los pies y lo demás, es dejar de ver a un ser de cajita feliz cumplidor de caprichos; ponerse las pilas (o sea trabajar) y hacerse responsable de uno mismo y su vida, en resumidas cuentas, un post-teista es aquel que toma las riendas de su vida y deja de pensar que Dios las manejará a su antojo, o será “porque Dios quiere”.

Ahora, pues como saben hay cosas que no celebro, entre esas, la navidad. No es porque no crea en Jesús, sí creo, a lo mejor no como la gran mayoría de las personas, en un ser mágico y lleno de poder, sino en un ser humano que nos enseñó a ser mejores seres personas cada día de la vida, un personaje que, a pesar de su revolucionaria forma de expresión y confrontación, era querido por la gente, y al mismo tiempo odiado por los mismos, pues no se callaba y hablaba de la injusticia del opresor contra el oprimido, era un tipazo de ser humano.

La navidad actual es una realidad que ignora el significado de la introspección, del descuido de lo que se supone cuidaríamos, a nosotros mismos, y todo por modelos capitalistas de fiesta y juerga, y no de introspección de las cosas malas que podría quitar de mi ser; de “se puede ser mejor versión de mí”; qué hice para crear un mejor ser humano en mí persona, etcétera.

La navidad de hoy día dice celebrar el cumpleaños de Jesús, pero pocos saben que es un sincretismo romano (del imperio y no de la iglesia), que lo que se celebraba el 25 de diciembre era el solsticio de invierno o nacimiento del sol, y para no celebrar dos fiestas deciden poner el nacimiento de Jesús en estas épocas y que es irreal que Jesús naciera en estas fechas debido a lo que dice el mismo texto bíblico.

Además, la navidad como el año nuevo son fiestas de mucho estrés (distrés para ser exactos); desde qué me voy a poner, hasta qué tengo que regalar, eso hace daño y genera cortisol.

Cuando me pude zafar de eso, comencé a ser más libre, más ligero, con menos preocupaciones, pero cuidado, si me invitan a una posada o fiesta es más a navidad o año nuevo voy, me divierto de lo lindo, pero no me estreso, porque quiero pensar ¿qué tengo que hacer para ser una mejor versión de mi para el siguiente año?

Creo que todos deberíamos conversar con nosotros y ser honestos, si tiraba basura en la calle, dejo de hacerlo; si me estacionaba mal, lo dejaré de hacer; si no leía, comenzaré a hacerlo, etcétera, una cosa que me haga mejor persona.

Por lo demás amigos míos, caminen conmigo, será genial y celebraremos con consciencia, y no porque todos los hacen.