Terror en las calles, también en las vidas
Por Marco Antonio Meza-Flores
Teólogo y Psicólogo Clínico G.J.
El jueves 23 de febrero del año en curso me enteré por las redes sociales que el gobierno, la iglesia evangélica y un colegio del cual no quiero ni decir su nombre hicieron que “el circo del terror” les diera una función para decidir si daban o no daban funciones y me pregunté ¿quiénes son ellos para tomar una decisión por la ciudadanía? ¿Qué poder se les ha otorgado para decidir por mí si voy o no voy a una función?
¿Es de flojera los sucesos que pasan en la ciudad? O sea, llevamos casi una semana con balaceras en las calles, llevan doce muertos (o al menos eso han dicho) que no tienen nada que ver con la delincuencia; una niña fue brutalmente violada, golpeada y asesinada por un tipo a la luz del día, y una funcionaria dice cosas más estúpidas simplemente porque tiene el poder de estar frente a una cámara; las calles siguen sin luz, llenas de baches; el agua escasea, y podemos seguir viendo lo que falta en la ciudad, pero nuestros ilustradísimos y sabiondos dirigentes están preocupados por si se presenta un espectáculo o no, porque no saben si es bueno para la comunidad de Reynosa… ahora sí ¡No mamen!
Ese mismo día uno se entera que los legisladores tamaulipecos aprueban que sólo se les pague a los trabajadores el 50% de su salario si éste enferma ¿acaso eso no da más terror? O sea que enfermarse ya no es posible, porque te pagarán menos.
No señores y señoras, no podemos dejar pasar esto (otra vez), es necesario que levantemos la voz, el gobierno no puede decirnos si podemos ir o no a alguna función en donde se supone yo pago para entrar, ¿no estamos en un país libre? ¿No se critica a Cuba porque es un país en donde se supone el ciudadano no puede decidir qué hacer y cómo hacerlo?
Los sucesos en la ciudad nos tienen consternados y paralizados porque no vemos cuando se parará esto, vivimos en una ciudad que es zona de guerra, porque el ejército está en las calles, y éstos (las autoridades) se preocupan por un espectáculo que en realidad no afecta en nada a la ciudadanía.
Algunas personas comentan que “no es bueno que los dejen porque se da un espíritu de terror”. ¡Por favor! Usen el cerebro, el espectáculo está hecho para que vayan aquellas personas que quieran y puedan pagar por el show, y a su forma de ver “lo disfruten”; no es un terror impuesto como sucede en las calles y las balaceras, es más bien un terror que uno quiere adquirir y eso no hace daño a la psique porque uno se supone es lo suficientemente maduro y pensante para saber qué se mete en la cabeza.
Creo, otra vez, que estamos haciendo las cosas mal, estamos sumergidos en cosas triviales y de poca repercusión y las cosas que valen la pena se están dejando a un lado, es la idea de “pan y circo”, nos distraemos por cosas sin sentido, porque las que tienen sentido no valen la pena para muchos de nosotros.
El terror de esto es que ellos deciden qué puedo y que no puedo hacer, qué puedo ver y qué no, pero ¿quién les ha dado semejante poder? Sólo nosotros, es tiempo de caminar hacia las cosas importantes, de realizar cambios de fondo y no de forma, cambios que en realidad ayudarán a la sociedad y no distraernos en si un circo puede o no puede presentarse en la ciudad… ¡Hagamos consciencia! Claro que hay terror en las calles, y en la vida, pero no tiene que ver con un espectáculo circense, sino con el circo que arman algunos a nuestro alrededor.