Columna Camina Conmigo

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Un grito… pero de desesperación

Marco Antonio Meza-Flores

Teólogo y Psicoterapeuta

Pues celebramos el 15 de septiembre en la ciudad, o bueno, celebraron, y no entiendo por qué, pues es terrible la situación que vivimos en la ciudad y todavía se ponen a celebrar, tenemos baches por todos lados, aunque juran y perjuran que se pavimentaron las calles, agua y más agua debido a las lluvias, y esto no es por el gobierno, esto nos compete a la ciudadanía que se la pasa tirando basura en las calles; aunado a esto la COMAPA y sus precios muy elevados, además que nos cobran cosas que se pagan con nuestros impuestos, y si le seguimos, lloro.

Hay cosas importantes y cosas urgentes, no siempre lo importante es urgente y lo urgente es importante; a qué me refiero:

Cuando hablamos de cosas “importantes” hablamos de cosas que se asocian con consecuencias, es decir, cuando una tarea es importante es porque tiene consecuencias que sufriremos si no se realiza, y cuando no se hace se convierte en algo grave. Por ejemplo, es importante arreglar los drenajes y hacer campañas de consciencia a la ciudadanía de la basura que se tira en las calles, además que creo que debería haber multas o sanciones (como ponerla a recoger basura por un periodo de tiempo, y, en caso de que no lo haga sancionarla con multa o meterlo a la cárcel) a las personas que tiran basura.

Mientras que cuando hablamos de cosas “urgentes”, hablamos de cosas asociadas con el tiempo. A veces hay fechas límites para entregar alguna tarea, esto puede ser que ésta sea urgente debido a su fecha de entrega, entre más próxima la fecha, más urgente se vuelve. Por ejemplo: Es urgente hacer más centros culturales para educar mejor a la gente, sin embargo, no hay una fecha límite para esto, luego entonces, su urgencia no es “tan importante”.

Es importante que se hagan también campañas de consciencia de la lectura, pero no es urgente, como creo que sí sería urgente poner bebederos en las escuelas, centros de salud, hospitales, parques culturales, etcétera y quitar los expendios de las bebidas gaseosas.

De ahí que creo que más que un grito de libertad, es un grito de desesperación que Reynosa nos da, somos un pueblo que puede cambiar y crear una ciudad más rica en cultura y arte, en hábitos de limpieza y lectura, en educación y profesionalismo, en muchas cosas, por eso me inclino no a gritar “viva México”, sino a vivirlo, a lograrlo, a hacer que mis venas se inflen de poder porque vivo en un país tan hermoso, con una cultura genial, pero sobre todo con personas maravillosas.

Sé que parece utópico, pero ¿acaso no es la utopía algo hermoso para caminar? Creo en mi Reynosa y en su gente, a pesar de no ser de este estado, pero soy de México y Reynosa me abrazó para quedarme aquí, hoy, por eso es imperativo que el grito sea escuchado, que resuenen las campanas de la independencia, pero de la dejadez, de la mugre, de la delincuencia organizada, como del narcotráfico, que suene para ser mejores personas, para construir una ciudad más linda y mejor.

Por lo demás, camina conmigo, daremos un grito, lo prometo, pero cuando lo demos, será porque en realidad somos libres.