Sé, el padre que siempre quisiste tener
Segunda parte
Marco Antonio Meza-Flores
Teólogo y Psicoterapeuta
La semana pasada salió un escrito que dividí en dos por lo importante que creo es para mí, hablamos un poco de cómo nos obligan a ser padres y no nos enseñan a decidir serlo, y que esto, sin lugar a dudas crea seres frustrados y malhumorados con sus hijos, que, a su vez, al crecer y no resolver sus problemáticas porque “deben amar a sus papás”, repiten patrones que los padres tienen.
Imagina cómo fue tu niñez, trata de ser lo más honesto posible ¿duele? ¿Frustra? ¿Es placentero el recuerdo? ¿Gusta? Sólo tú puedes responderte eso, y si eres honesto te lo responderás de la mejor manera.
Ahora cambia un poco el panorama, visualiza tu comportamiento como padre ¿es cómo querías que fueran tus padres? ¿Te encanta, crees que tus padres fueron un excelente ejemplo? Te has preguntado ¿cómo me verán mis hijos? Si sonríes cada que te preguntas eso, es probable que vayas por un buen camino; pero si hay frustración, cero importancia, dejadez o hasta tristeza, cambia tu forma de ser para con ellos, y ve a terapia, nunca es tarde para ser mejor cada día.
Ser el padre que siempre quisiste tener es detenerte y pensar, ¿cómo me gustaría que mis padres me hubiesen tratado? Ahora ve el rol que juegas, si eres mujer (mi madre), si eres hombre (mi padre) y sé eso, así, con ese cariño que necesitabas, con esa comprensión, con ese juego, con ese amor, si en realidad tus padres son como te gustaría ser, entonces sigue el ejemplo, si te engañas, no te preocupes, que la vida te sacará del engaño.
Ser el padre que quisiste tener es un trabajo de todos los días, a veces el ruido de nuestro entorno no nos deja vislumbrar la luz interna y aquella que nos rodea; muchas veces creemos que ser padre es proveer las necesidades de la casa, llevar a los niños al colegio, poner límites, darles dinero para sus gustos y gastos, hacerles de comer, bañarlos, plancharles la ropa, etcétera, tareas que si te pones a pensar son tareas secundarias, y dejamos a un lado las primarias, como abrazarlos, decirles, sí, DECIRLES: “te amo”, escucharlos, poner atención a sus cosas, jugar con ellos, caminar en este sendero llamado vida, implica coexistir y cooperar, no es simplemente caminar porque tenemos pies.
Ser el padre que quisiste tener, o que tienes, es aprender a ser mejor cada día, primero para con uno, después para nuestros hijos. A veces le digo a algún paciente “tú debes ser la primera persona en amarte, por sobre todo y todos”, ellos se quedan con cara de interrogación, algunos dicen “primero mis hijos”, pero les contesto, sí tú no te amas a ti, ¿cómo amarás a tus hijos? Si no sabes qué es amar, ¿cómo pretendes dar algo que no conoces? Cuando tú te amas y te das tiempo, gustos, aplausos, etcétera, es lo que das, porque eso es lo que tienes, ahora imagina cuando no te das, y, al contrario, te quitas amor, estima, bendición, honra, es lo que puedes dar, lo que tienes, sobras o nada.
Por eso es importante ser el padre que siempre quisimos tener, porque eso nos dará fuerza, esperanza y luz. Te invito a que vayas con tus hijos, los abraces, los beses y les digas “Te amo”, te aseguro que será una experiencia inigualable.
Por lo demás, camina conmigo, será un camino bien padre y a toda madre.
https://primeravuelta.com/2018/03/05/columna-camina-44-5/