Columna Camina Conmigo

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Restaurando al otro

Marco Antonio Meza-Flores

Teólogo y Psicoterapeuta

Y si por un momento dejamos todo lo que estamos haciendo y nos enfocamos en cosas positivas. Sé, porque sería muy ciego al no verlo, o muy tonto al negarlo, que muchas veces las situaciones de la vida son tan complicadas que perdemos el rumbo y hacemos “las cosas mal”, sin embargo, también sé que estamos hechos de un material bondadoso y lleno de esperanza, al que a veces no ponemos atención.

En África, un pueblo Zulu que se encuentra en la zona sur del continente tiene una costumbre muy interesante. Resulta que cuando alguien de la comunidad comete algo “incorrecto” desde la visión de todos, se reúnen y durante dos días todos le dicen todas las cosas buenas que él o ella ha hecho hasta entonces.

No sería grandioso que nosotros pudiéramos hacer lo mismo, “los civilizados” pudiéramos aplaudir aquellas cosas que le salen bien a los demás, ¿recordarles que ellos pueden hacer las cosas mejor?

La idea de la tribu es que todos venimos a la tierra a ser buenos, a estar llenos de amor y a poder transmitirlo en lo que hacemos; sin embargo, la vida no es fácil, a veces nos separamos del camino, cometemos muchos errores, y esto nos hace distorsionar la realidad y entonces hacer las cosas “mal” y lastimar a los demás, y, por supuesto, a nosotros mismos.

Entonces, cuando sucede este tipo de cosas lo que hacen es reunirse para “recuperar a la persona”, ¿cómo lo hacen? Recordándole quién es y cuál es su propósito de vivir, hasta que éste recuerde completamente la verdad, entonces la persona dice: “Yo soy bueno”.

No sería fascinante poder saber y sobre todo reconocer que “yo soy bueno”, entiendo qué, con la Reforma Protestante y las ideas de Juan Calvino, la gente creyó o cree que “todos nacemos con pecado, y, por ende, somos malos”, sin embargo, gracias a Jean J. Rousseau, y a su libro “Emilio” sabemos que en realidad nacemos buenos, pues nacemos con el bien, pero el contexto social y nuestras malas decisiones, sobre todo, nos corrompe muchas veces.

Aquí todo se vuelve más interesante en la comunidad Zulu, cuando el hombre o la mujer dice “yo soy bueno”, todos repiten una palabra interesante “Sawabona” que traducido puede ser “yo te respeto, te valoro y eres importante para mí”, y entonces, aquella persona que ha sido restaurada dice “Shikoba” que quiere decir: “Entonces yo soy bueno y existo para ti”.

¡No es fantástico! ¡No sería grato poder decirnos eso alguna vez, porque cometemos muchos errores y a veces nosotros mismos no nos perdonamos, mucho menos la comunidad, sin embargo, creo firmemente en que podemos comenzar a reconocernos y hacernos mejores personas cuando se necesita, ¡qué no es fácil! ¿Claro que no lo es!, si fuera fácil cualquiera lo haría, pero, esta idea hace que cualquier persona se cure del “autoestima malo” cuando se ha equivocado, cura al malherido y se da cuenta que él o ella es amado por otros y no sólo eso, esos “otros” confían en él.

Restaurar al otro es no sólo un momento reflexivo, sino un momento de sanidad de la comunidad, que hoy día en Reynosa es imperativo hacerlo así que yo te restauro, es decir, SAWABONA.

Por lo demás, camina conmigo, será placentero, lleno de sanidad y comprensión.