Construyendo Puentes
Marco Antonio Meza-Flores
Teólogo y Psicólogo clínico
El efecto Trump es uno de los temas más difundidos en cuestión de noticia. Se le ha dado tanto tiempo y tanta importancia al presidente de USA que se ha olvidado cosas que sí son de mucha importancia en el país, como el alza de la gasolina que pega en las carteras de toda la población, sobre todo de la más pobre, subiendo la gasolina subirá todo, el kilo de tortillas ya está a $15.50, pero el presidente de México no sabe porque no es la “señora de la casa”; o qué les parece si hablamos del exceso de delincuencia organizada que ha convertido a México en una zona de guerra… o de eso mejor no hablamos “no vaya a ser que “la gente” se entere y nos metamos en problemas (?)”.
Sin embargo, parece que estamos más preocupados por si Trump pondrá o no pondrá el muro. ¡Puf! En el país no se necesita un muro para sentirnos separados, para sentirnos de clase inferior, u olvidar que vivimos en una misma nación, pero sentirnos o pensarnos diferentes.
Sólo viaja un poco y date cuenta, el norte se cree superior a los del centro y sobre todo a los del sur, porque pasan a USA “al mall”, aunque no hablen en inglés; los del centro ven a la gente del norte como botudos, con narcocorridos, petulantes y retrogradas, ellos sí hablan inglés, mientras que el sur es “artesal” y buenas playas; los del sur se sienten menos que los del norte y del centro, a pesar de su cultura y sus playas, lo irónico es que todos somos del mismo país, ¡Bienvenido a México!
Ahora, un muro no nos separará de los de USA; porque seamos honestos ¿cuándo nos ha detenido el Río Bravo para pasar al otro lado de “nuestras fronteras”? ¡Un muro sólo será un obstáculo que también libraremos! Pero… ¿qué tal del muro que tenemos en la cabeza? Ese si es problemático y ese es el que traemos desde hace décadas. Pensamos que lo mexicano es “chafa y de mala calidad”. Escucho día a día cosas tan malinchistas y tan estúpidas que hasta da “pena ajena”. Una vez escuché a alguien decir que cuando llegaba al puente internacional, e iba a pasar a USA, como que sentía raro y mejor se ponía el cinturón, pero en el lado “mexicano” no le pasaba eso; así de tonta la gente, o también he escuchado “es que en USA sí multan si te estacionas mal”, o sea, en México ¡también!
No, si el muro no es el problema, el muro ya existe en nosotros, en nuestras cabezas, en nuestras formas de pensar, de vivir, de actuar. Robamos ideas de otros y nos las adjudicamos, pisamos al más débil, aplaudimos al poderoso, al político corrupto, a la escuela patito, al policía que con dos cientos pesos se vendió por mi infracción, y si le seguimos no acabamos.
Seguimos alimentando la idea del mexicano macho, borracho y flojo; y eso es falso, al menos yo soy feminista, sobrio y trabajo más de doce horas diarias en mi proyecto de vida.
Dejemos que Trump haga su muro y listo, construyamos puentes entre nosotros, entre nuestros compatriotas, en nuestra ciudad, no tan lejos, en mi entorno social. Escucha al que piensa diferente, al que cree diferente; escucharlo no es estar de acuerdo, es llegar a un sitio en común; y cuando Trump tenga terminado su muro, quien quite y lo invitemos a caminar por nuestros puentes.
Camina conmigo y ten una vida feliz.