Llamaradas de petate
Por Marco Antonio Meza-Flores
Teólogo y Psicoterapeuta
Seguramente alguna vez habrán escuchado esta expresión muy mexicana, ella, nos remonta a la idea de que lo que hacemos parece momentáneo y volátil.
Los sucesos sísmicos que devastaron varias ciudades del país hicieron que muchas personas se movieran, es más, muchos de mis amigos teólogos, psicólogos, sociólogos, antropólogos y otros “logos”, estuvieron y están ayudando todavía en la situación del país; algunos son parte de brigadas de rescate; otros, de acompañamiento a los heridos y damnificados; unos más con centros de acopio; y etcétera, la idea es ayudar y no quedarse con los brazos cruzados esperando que la “divina providencia” haga el trabajo que nos toca a hacer a nosotros.
Pues bien, todo esto parece genial, maravilloso, manos unidas para el bienestar de los demás, ¡qué rico se escucha! ¡y se lee! Pero, porque existe un pero, ¿qué cuando esto se “normalice”? Existen muchas familias que no sólo perdieron escuelas, sino casas enteras; personas que tenían en sus casas no sólo sus muebles, sino el fruto de su trabajo que por años han hecho y ¡zaz! En un abrir y cerrar de ojos todo se perdió; a los que les fue peor, perdieron algún miembro de la familia y otros algún miembro de su cuerpo, esas pérdidas son irreparables, sin embargo, también son necesarias ayudar en lo más que se pueda, aunque sea un hombro para llorar la pérdida.
Lo sé, han enviado toneladas de ayuda, al grado que en algunos lugares dijeron ¡basta! No más, necesitamos herramientas y no tanta comida; y es de pensarse, pues se necesitaba en ese momento eso, pero hoy, sí, hoy, se necesita caminar despacio, tranquilos, observando las necesidades, sin dejar de ser centros de acopio; juntar otra vez comida, pero despacio, cosas médicas, utensilios para las familias; pero esta vez, y repito, vamos despacio, sin correr; digo, ya lo más fuerte paso, ahora viene lo que se queda de lo más fuerte, porque el golpe dura unos segundos, pero la herida puede tardar algunos meses o años en sanarse, y por eso debemos estar atentos, sin correr, caminando y observando qué se necesita, y qué puedo donar más, ya no se necesitan cien camiones, a lo mejor podemos juntar cinco o seis, pero para las siguientes semanas, o meses, porque esto no acabó en una o dos semanas, vuelvo a mencionar que nos llevará algunos meses o posiblemente algunos años, y tenemos que hacer consciencia que se necesita seguir ayudando, porque no somos “llamaradas de petate”, sino humanos que tenemos la capacidad de hacer milagros, entonces ¡hagamos uno más!
Y parecerá repetitivo lo que pongo, pero necesitamos seguir haciendo consciencia, la herida no ha sanado, sólo se le puso alcohol o mertiolate, para que no se infectara, pero seguimos trabajando en ella, seguimos construyendo un mejor país, mejores seres humanos, un servicio a la comunidad necesitada.
Con esto los dejo, con la idea de hacer consciencia y no ser “llamaradas de petate”, un abrazo y recuerda: “camina conmigo, será un viaje increíble”.