¿Por qué se nos acabó el amor?
Marco Antonio Meza-Flores
Teólogo y Psicoterapeuta
Por lo regular cuando leemos un texto con un título como este tendemos a pensar que se hablará del amor hacia el otro; sin embargo, éste, no tiene ese fin. En realidad no quiere hablar de las parejas, o la familia, o los amigos, mucho menos de Dios; hablaremos del amor hacia nosotros mismos, de la falta de cuidado hacia mi persona, del exceso de daño a nuestro cuerpo; nuestra psique (alma o conducta); y nuestro espíritu, ¿por qué nos dejamos de amar? ¿POR QUÉ?
Pensemos un momento… ¿cuántos de nosotros nos dejamos de amar? ¡Ok! Sé que muchos dirán, “yo me amo”, mi pregunta sería ¿en serio? Entonces porque a veces preferimos unos vasos de un buen refresco a uno de agua simple, o que les parece la comida chatarra, una buena hamburguesa, una pizza, o qué se yo; vamos y compramos nuestra dotación de doritos, papas, fritos, refresco y cualquier harina o azúcar, las drogas más consumidas, fuertes y dañinas que podemos meternos a nuestro cuerpo, pero juramos amarnos. Eso tan sólo en comida.
Piensa un poco más y pregúntate ¿cuántas veces prefiero estar echado en la cama viendo un programa chatarra, basura comercial que no me sirve al intelecto, telenovelas, series sin sentido, videos tontos; por qué no mejor nos ponemos a leer un buen libro, poesía, cuento, novela, ficción, algo que nos ayude a incrementar la imaginación, el léxico, la ortografía, el amor a las artes, el pensamiento, algo que en realidad cultive nuestro cerebro y nos haga ser mejores personas.
Y si le seguimos ¿por qué no meternos a estudiar algún arte que desconozcamos pero que quisiéramos conocer? ¿Por qué tomar cursos sólo para obtener “el papel”, pero no en realidad para tener conocimiento? ¿Desde cuándo nos volvimos tan superfluos? ¿Desde cuándo es mejor no saber hacer, pero tener cuanto papel diga que sabemos hacer… aunque no sepamos?
Nos hemos abandonado lenta y profundamente, hemos dejado que todo lo que nos rodea que no nos hace crecer, pero nos mantiene en un estado aletargado y dignos de ser zombis, nos vaya carcomiendo por dentro y fuera y todavía le aplaudimos a eso, dejamos que este sueño sea largo, y por qué no, profundo, aunque muy en el fondo sabemos que no debería ser así, y entonces haya por los sesenta o setenta años, comenzamos a buscar la libertad, el amor, la felicidad, el crecimiento intelectual, etcétera, le pedimos a las juventudes que lean, que se documentos que no sean “como uno es”, pero el ejemplo los arrastra a ser peores de lo que nosotros somos. Nos quejamos de la delincuencia, del silencio de los demás, de tomar una selfie en lugar de ayudar al que necesita ayuda, y de un sinfín de cosas que no hacemos porque “qué flojera, no es mi problema, no me interesa, o a mí qué”.
Por qué se nos acabó el amor hacia nosotros mismos, hacia el cuidado de nuestro cuerpo, hacia la buena alimentación, hacia el cultivo de nuestro cerebro, hacia las artes, hacia la naturaleza, hacia todo aquello que hace que nuestro espíritu reboce de alegría y tenga paz… ¡No lo sé! Pero sigo confiado en que el ser humano es genial, maravilloso y magistral, y pronto, muy pronto regresará al camino de la libertad, el amor, la felicidad y, sobre todo, del cuidado a sí mismo.
Por lo demás camina conmigo, te juro que será un viaje placentero.