Columna Camina Conmigo

354

La bendición de un pueblo

Por Marco Antonio Meza-Flores

Teólogo y Psicoterapeuta

Hace algunas semanas atrás salió en un titular de un periódico de la ciudad la idea de “Reynosa está maldita. Van 64 muertos en 45 días”. Algunos comentarios de las noticias en redes dicen “es verdad, maldita ciudad, maldita gente”, hay uno que hasta maldice a la malinche ¡cómo si en realidad ella fuera la culpable de las situaciones que pasan en la ciudad!

 Estoy de acuerdo por completo en que la ciudad está hecha un caos, la delincuencia organizada, hace estragos en la ciudad y la alcaldía… Bueno de ella no vale la pena ni hablar.

Me enfocaré en el aquí, y en el ahora. Creo que es necesario definir ¿qué es una maldición? Según la Real Academia Española (RAE), Maldición es una imprecación que se dirige contra alguien o algo, expresando y revelando su ira y aversión hacia aquello, con la idea o el deseo que le venga algún tipo de daño y que le ocurra lo peor. Si lo vemos desde el lado religioso, una maldición es una carga espiritual y que trae consecuencias al ser humano o la comunidad que lo posee y toca todo aquello que lo rodea, sus efectos son destructivos y negativos.

 Ya metidos en el hebreo, hay diferentes tipos de “maldecir”, puede ser con ira; humillando; despreciando, execrando; jurando. Pero todas y cada una con la idea de hacer daño al otro o a un pueblo en general, esperando que Dios se encargue y haga su trabajo.

Ya en otros escritos he hablado sobre el poder que tiene el inconsciente y cómo éste, sólo conoce de metáforas, símbolos y arquetipos. Maldecir la ciudad es un símbolo mental que llega al inconsciente colectivo y que, si no se sabe canalizar se convierte en un lamento interminable.

Pero bueno, no se trata de hablar de la maldición echada al pueblo de manera simbólica, sino de cómo podemos enseñar a otros que no importa que la prensa, la TV, las redes sociales y hasta el mismo gobierno trate de enseñarnos que la ciudad está maldita, sino de callarlos con guante blanco. Y creo que los vecinos de la colonia Villa Florida sector B, los que se encuentran ya en el último cuadrante de dicha colonia, han reafirmado que es mentira esto y con un grito silencioso (valga el oxímoron) han dicho “REYNOSA ESTÁ BENDITA” y claro que lo está, las calles Narcisos, Mimosas y Acantos se unieron a pesar de la falta de acción del gobierno y de la junta directiva de la colonia para poder hacer de su parque, un parque alegre y con vida.

Comenzaron a reunirse un puñado de vecinos, analizaron el parque, vieron las necesidades y se unieron para pedir que haya abasto de agua, que se reforeste y que regrese la luz al parque, juntos y juntas las familias comienzan a ver los cambios, comienzan a enseñar que se puede, que si el gobierno o la junta no hace su trabajo (que debe hacerlo de todas maneras), ellos unidos pueden enseñarnos que existe la bendición del pueblo.

Ahora ya tienen tomas de agua; ahora ya reforestaron las familias, cada una tiene un árbol que adoptó; ahora harán la limpieza de basura, y trabajan sobre el alumbrado, es posible que en otros sectores de la ciudad haya vecinos que se unan y hagan lo mismo, pero esta vez, me toca ponerme de pie y aplaudir el trabajo de estos vecinos que unidos han logrado más.

Termino con un pensamiento de un libro sagrado que dice en su libro de Qohelet (Eclesiastés) en su capítulo cuatro “Uno puede ser vencido, pero dos podrán resistir. Y, además, la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente”, Benditos vecinos, ustedes son más de treinta, hagan que el día de mañana se diga en la prensa “Reynosa está bendita”.

Por lo demás camina conmigo, será un viaje fantástico.