Columna Camina Conmigo

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Una educación sana

Marco Antonio Meza-Flores
Teólogo y psicoterapeuta

La semana pasada escribí que mis hijos eran niños homeschool, y para algunos de los lectores fue increíble y me preguntaron en mis redes sociales sobre la educación, es por eso que aquí escribiré algunas líneas sobre ella.

México es un país hermoso, lleno de cultura y arte, lleno de folklore y costumbres, con sus comidas exquisitas y sus rituales llenos de alegría y símbolos; me encanta mi país. Pero si algo debemos criticar es la mala educación que últimamente tenemos en cuestión de lectura y escritura, en la búsqueda científica y en algo que muchos le dan la vuelta; la educación, no está al alcance de todos, aunque no les guste a algunos darse cuenta de esto.

La educación formal está impregnada por muchísimas plazas de profesores barcos y aviadores, es decir, algunos que sólo van a presentarse porque tienen una plaza y otros que ni se presentan sólo para cobrar, el Sindicato está impregnado de gente que busca cómo sangrar las arcas de la educación y muchas de las escuelas están raquíticas en cuanto a profesores y mobiliario.

Podríamos pensar, ¡pero esto no me compete! ¡Este trabajo es del gobierno! Y eso es en realidad falso, pues la educación es trabajo de todos.

Nuestros niños, no aprenden las cosas que deberían aprender; y hablaré de los niños de la frontera porque aquí vivo actualmente, los niños de las escuelas particulares tienen un nivel académico bajísimo, y esto no es por ellos, es porque no dedicamos el tiempo necesario para ver los programas, niños que mañana serán los jóvenes universitarios que no saben distinguir un “que o qué” a un “k”.

No es posible que los niños de la frontera no salgan del verbo “to be” en inglés, o que no lean, y lo segundo podríamos culpar a los malos hábitos que los padres tienen, pero también los maestros, los niños son esponjas y no sólo maman educación en casa, sino también en la escuela, ven y repiten, por eso el dicho aquel “la palabra guía, el ejemplo arrastra”, los niños repiten lo que ven y por ende repiten lo que hacemos, ¿quiénes? Los adultos.

En la educación no sólo falta la buena lectura y escritura, sino la comprensión lectora, no sólo en los niños, sino en los mismos profesores (y no generalizo), pero si nos diéramos cuenta que la educación sana las comunidades, sana el entorno social, la cultura, las creencias, ¡la vida pues! Posiblemente cambiaríamos hábitos… posiblemente.

Una educación sana nos hará retomar los valores sociales, la ética, el amor a las artes, a las costumbres, a la vida en general, por eso el término “sana” es un término con mucho poder, pues no sólo habla de sanidad interna, sino externa. Los padres, profesores, administradores de escuela, la misma SEP, deberíamos replantearnos ¿qué estamos haciendo, soldados (obreros) o creadores? Creo firmemente que una educación sana nos librará de políticos corruptos, de gente tranza, de personas que quieren traficar para lastimar al pueblo, creo que una educación sana, sanará al pueblo.

Termino con palabras de Nelson Mandela “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo. La educación es el gran motor del desarrollo personal. Es a través de la educación que la hija de un campesino puede llegar a ser médico, que el hijo de un minero puede llegar a ser cabeza de la mina, que el descendiente de unos labriegos puede llegar a ser el presidente de una gran nación. No es lo que nos viene dado, sino la capacidad de valorar lo mejor que tenemos lo que distingue a una persona de otra.”

Espero que podamos educarnos, y mientras pasa Camina conmigo, será un viaje educativo.